Trucha

Se trata de un pescado azul asequible y accesible ya que la que encontramos en los mercados viene de piscicultura. De cuerpo alargado y liso, su piel es plateada y su coloración cambia en función de la especie, pero también de la edad. Su carne también varía. La hay blanca o asalmonada y depende de la alimentación del animal. Precisamente, igual que el salmón, es un pez anádromo, es decir, pasa gran parte de su vida en el mar y regresa a los ríos para reproducirse. Los tipos que podemos encontrar son arcoíris, trucha de lago y de garganta cortada. La primera es la que más se cultiva en las piscifactorías. Similar a la trucha común, por fuera es de color verde azulado y tiene una banda ancha de color anaranjado o rojizo. No suele superar los 40 centímetros de longitud.

La trucha de lago es una especie que puede llegar a metro y medio de longitud y, como su nombre indica, se encuentra en los lagos alpinos a gran altitud y en Escandinavia, Escocia, Gales e Irlanda. La de garganta cortada es originaria del oeste de Estados Unidos pero también se encuentra en Europa. Su nombre se lo da una mancha alargada que tiene a lo largo de la garganta.

Se trata de un pescado bajo en grasa, solo el tres por ciento, y cardiosaludable y que es una muy buena fuente de ácidos grasos Omega 3, con proteínas de alto valor biológico. Es interesante conocer que la composición de la trucha de río y la marina es diferente ya que según explica la Fundación Española de Nutrición el contenido de una ración media de la trucha de río es casi tres veces por debajo que la de mar, mientras que esta última aporta algo más de proteínas. Respecto a las vitaminas y a los minerales, las diferencias no son relevantes siendo el potasio el mineral más destacado.