POLÍTICA

Celia Villalobos, la polémica hecha política

Fue alcaldesa de Málaga, ministra con José María Aznar, eurodiputada o vicepresidenta del Congreso de los Diputados, donde hasta el lunes llevaba casi 30 años en la Diputación Permanente

Celia Villalobos seguirá en su escaño, pese al cese en la Diputación Permanente ARCHIVO

J.J. Madueño

Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga, siempre cuenta que, arrancando en política de la mano de Celia Villalobos (Benalmádena, 1949), cuando esta era alcaldesa de Málaga (1995-2000), lo llamó y le dijo que en su distrito había un bache en una de las calles, que o lo arreglaba o lo cesaba. Rápida, directa y sin paliativos . Enérgica hasta perder los modales en ocasiones, como cuando en 2007 echó la bronca a su chófer oficial en el patio del Congreso de los Diputados. «¡Vamos! Vamos, Manolo. ¡Venga, coño! ¡Al final el mío va a ser el último! No son más tontos porque no se entrenan», gritó a la salida del Parlamento.

Son ejemplos del carácter que en tantos charcos la ha metido, como cuando llamó «tontitos» a las personas con discapacidad. Habla sin tapujos, sin normas, ni reglamentos. Da consejos y regaña a los rivales , como ha hecho en varias ocasiones con Pablo Iglesias. Dice las cosas a las claras, como cuando defendió los planes de pensiones privados para garantizar jubilaciones dignas. Y a veces su determinación a la hora de hablar la lleva a ser estrella de los «zapping», como cuando recomendó a las amas de casa, siendo ministra de Sanidad y Consumo con José María Aznar en la crisis de las «vacas locas», echar huesos de cerdo a la comida y no de vacuno.

En Málaga no es solo aquella polémica política que jugaba al «Candy Crush» durante un discurso de Mariano Rajoy en la Cámara Baja. Celia Villalobos es el símbolo del inicio del poder del PP en la capital . La mujer que afianzó las mayorías absolutas que el partido ha tenido hasta 2015. Fue la primera que ganó y dejó a Francisco de la Torre un partido con apoyos masivos, sobre el que se fundamentó un bastión popular en una Andalucía socialista. Una mujer diferente , la única diputada de la Alianza Popular de Manuel Fraga que prometió el cargo en vez de jurarlo.

Sus momentos de «gloria» en la política se sucedían, junto con los cargos que ostentaba. Siempre cerca de su marido Pedro Arriola. Ha sido vicepresidenta del Parlamento español o eurodiputada. Bagaje que compaginó con su asiento en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados durante los últimos 29 años. Ese organismo que abandona por decisión de los nuevos dirigentes populares . Esos mismos de los que dijo que, si ganaban las primarias del partido en las que ella apoyaba a Soraya Sáenz de Santamaría, se iría a «recoger cebollinos». Pese al cese, mantendrá su escaño y la presidencia de la Comisión del Pacto de Toledo.

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