Pasar el rato

La curación por la cultura

El Hospital Reina Sofía trata mediante la cultura a los pacientes angustiados, les ayudan a relacionarse con la belleza

Imagen de la presentación del programa 'Eclipse' del Reina Sofía para combatir la ansiedad y la depresión R. Carmona
José Javier Amorós

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Cuando no se confunde con la información, la cultura ensancha la personalidad y ajardina el cerebro. En un cerebro cultivado , las neuronas cantan como pájaros y extienden a su alrededor un aroma de salvia y de romero, que es a lo que huelen las ideas. Un cerebro simplemente informado huele a plástico o a Internet. El cerebro es la casa del pensamiento, no un almacén de noticias, como suponen ingenuamente políticos y tertulianos. Saber dónde nació Shakespeare y qué tomaba para desayunar no es cultura, es información. Y no aporta nada al hombre ni al mundo. Reflexionar sobre los celos, el poder, la ambición, la muerte a partir de la obra de Shakespeare, en eso consiste la cultura. Un hombre y una mujer son cultos cuando han alcanzado pensamiento propio a partir del pensamiento ajeno . Se exceptúa la ministra de Igualdad, constitutivamente incapacitada para el pensamiento abstracto. Lo importante, en ese proceso, es elegir bien el pensamiento ajeno. No es lo mismo aprender a pensar de Albert Camus, de Alain, de Borges, del corrosivo Cioran, que de Almudena Grandes y su viudo. Leo en este periódico que un grupo de enfermeras de nuestro Reina Sofía ha creado un método terapéutico para los trastornos nerviosos más comunes en la Córdoba moderna: la ansiedad y la depresión .

Le han puesto el nombre de ‘Eclipse’ , y consiste en sacar de sí mismos mediante la cultura a los pacientes angustiados . No me parece exagerado decir que el programa pretende sacar de sus casillas insanas a los afectados, y conducirlos a otros aposentos más amenos y creativos: Conciertos en el Gran Teatro , visitas a la Mezquita-Catedral o el Alcázar de los Reyes Cristianos. Las enfermeras los acompañan , les ayudan a relacionarse con la belleza. Luego, los dejan solos, y ellos descubren que se sienten mejor. La experiencia de la belleza conduce inevitablemente al pensamiento. Y pensar es un acto en soledad , no de soledad, que nos lleva a la luz del mundo; la angustia es un trabajo emocional que consiste en cavar hacia la oscuridad. No son las cosas las que nos turban, es nuestro pensamiento sobre las cosas. Eso viene en el Manual de Epicteto, hace ya dos mil años, casi el mismo tiempo que nos parece que Pedro Sánchez lleva gobernando España. Y puesto que hemos citado a Shakespeare más arriba, también Hamlet reconoce que es el pensamiento el que hace buenas o malas a las cosas. La cultura conduce a la tolerancia. De uno mismo, en primer lugar.

El método curativo de la cultura podría experimentarse -incluso por orden judicial- con esos animales emocionales que son los menores de edad que maltratan a sus parejas . Muchachos entre 14 y 17 años que agreden a desgraciadas compañeras de la misma edad. El Juzgado de Menores de Córdoba sabe de eso. Esos brutos informados e incultos piensan y sienten con las hormonas. El pensamiento fruto de la cultura es para ellos una experiencia desconocida . Como la lectura da de pensar y de sentir, quizá obligarles a leer un libro los sacaría de su animalidad sensitiva. Aunque la cultura no se impone, se contagia.

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