Un restaurante de Lisboa, denunciado por cobrar facturas abusivas: de 500 a 700 euros

Su propietario fue jefe de una banda de carteristas que operaba en el tranvía 28, inundado de turistas cada día

Francisco Chacón

Un restaurante del centro de Lisboa está dando la nota por sus precios exageradamente caros , lo que ha provocado una oleada de quejas, prolongada en las redes sociales con imágenes de facturas exorbitantes. Y todo muy lejos de las estrellas Michelin, en un tono más bien corriente.

¿Un mixto de marisco (que no una mariscada completa) por 250 euros para dos personas? ¿Una dorada con gambas a 140 euros ? Sí, en «Made in Correeiros», así denominado porque se ubica en la calle del mismo nombre, junto a Rua Augusta, la arteria principal de la Baixa lisboeta, convertida en una especie de parque temático del turismo que comienza a saturar las zonas más transitadas de la capital portuguesa.

Los clientes se preguntan cómo es posible que, de forma sorprendente, se les pida el abono de facturas que oscilan entre los 500 y los 700 euros, hasta que se han decidido a denunciar al establecimiento, situado en el número 58 de la Rua dos Correeiros, llena de restaurantes con terraza y que compite con la citada Augusta y con la Rua Portas de Santo Antao como centros neurálgicos de la atracción de comensales a golpe de propuestas verbales cada vez más insistentes.

Tanto es así que la web especializada Trip Advisor califica el local como «el peor restaurante de Lisboa», aunque su emplazamiento privilegiado hace que decenas de personas se adentren en sus instalaciones tal vez porque desconocen los precedentes.

«Los camareros te abordan a las puertas del restaurante y te ofrecen comida a un precio razonable, entre ocho y 15 euros para un menú medio, pero luego comienzan a añadir extras y sugieren de manera incisiva tal o cual plato, que después termina siendo uno de los más caros de la carta», dice una mujer en una de estas plataformas de internet.

Críticas

«Tuve que emplearme a fondo durante un cuarto de hora para que me especificasen la cantidad exacta que iba a tener que pagar al final porque noté que se resistían a revelarlo a las claras», prosigue la indignada ex cliente.

Las protestas alcanzan tal calibre que, en un solo día, el 91% de las opiniones vertidas coincidían en calificar el restaurante como «terrible».

Con todo, los desmanes llevan sucediéndose a lo largo de los más de siete meses de este 2017, hasta el punto de que se le ha abierto expediente y está en marcha una cascada de acciones con el objetivo de precintar el establecimiento.

¿Y quién es el dueño de «Made in Correeiros»? Pues José Manuel Gonçalves, a la sazón un e x carterista que operaba en el tranvía 28, el más emblemático de Lisboa porque conecta el Barrio Alto con la Alfama.

La Asociación Portuguesa de Derechos de los Consumidores (APDC) ha tomado cartas en el asunto y ha comenzado por recordar que «los propietarios de este tipo de locales están obligados a mostrar públicamente los precios», que deben exhibirse de manera diáfana, transparente, sin confusión en un lugar bien visible (si es en los ventanales o a la entrada, mucho mejor).

Además, subraya que el establecimiento puede haber incurrido en un «delito de especulación» si se comprueba que, como dicen varios clientes, aplicaron a los comensales «precios muy superiores a los reflejados en la carta».

Con antecedentes

El caso es que un simple paseo por la Baixa evidencia que casi todos los restaurantes de esa calle tienen disponible sus tarifarios, no así el local objeto de controversia. Eso sí, otro establecimiento, denominado Obrigado Lisboa y ubicado en el número 30 de la propia Rua dos Correeiros, también cae en los mismos despropósitos. E igualmente Tiagu’s, en la zona de la Alfama, no lejos del concurrido Mirador de Santa Luzia.

Curiosamente, Gonçalves figura como máximo responsable de los dos primeros puntos de hostelería citados, mientras que el tercero pertenece a uno de sus socios. La policía ha reconocido que este individuo dispone de una ficha abierta en sus archivos, guardada bajo el apodo de Xula, por el que se le conocía cuando se hizo «famoso» por sustraer carteras y billetes a los turistas que inundan diariamente el pintoresco tranvía 28, un verdadero icono de la cuna del fado, tal cual reflejaba Fernando Pessoa en varias de sus obras.

Para colmo, adquiere fuerza otra queja contra la línea de actuación de José Manuel Gonçalves: el uso de la intimidación como arma para incitar a los transeúntes a sentarse en cualquiera de sus dos restaurantes en la Rua dos Correeiros.

En su momento, no solo era un ladrón, sino que se paseaba por la ciudad en plan chulesco a bordo de cochazos como un BMW o un Mercedes, alardeando de ser el cabecilla de una banda de carteristas, muy habituales en los arquetípicos tranvías. Su radio de acción no se circunscribía a las horas centrales del día, ya que también se extendía al mundo de la noche, donde tenía diversos enlaces.

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