La Policía investiga ocho avalanchas simultáneas en la Madrugada de Sevilla

Tres de los detenidos implicados en las estampidas se negaron a declarar. Los agentes buscan pruebas para la principal hipótesis: complot organizado

Sevilla Actualizado: Guardar
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Pese al caos producido en la Madrugada del Viernes Santo de Sevilla hubo dos elementos nada aleatorios. A las cuatro horas y cinco minutos de la noche se generaron ocho avalanchas a la vez. En la calle Arfe, cruzando el Arco del Postigo, estaban los nazarenos del Gran Poder. El paso del Señor iba por la Plaza del Triunfo. Por la calle Cuna procesionaba el Silencio. Llegando a la Encarnación, los Gitanos. En la calle Murillo esperaba el Calvario. En la confluencia de Trajano con Daoiz se encontraba la Macarena. El Señor de la Sentencia iba por la calle Sierpes. Y el de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana por Reyes Católicos. Todos los testigos a los que la Policía tomó declaración coinciden en la hora, precisamente cuando ya estaban todas las cofradías en la calle.

Las primeras declaraciones oficiales apuntaron a una estampida provocada por una situación de pánico que desencadenó un «efecto dominó». El delegado de Seguridad y Fiestas Mayores del Ayuntamiento, Juan Carlos Cabrera, apostó por esta versión. Pero las fuentes policiales consultadas por este periódico aseguran que lo más probable es que los hechos estaban coordinados. Sin embargo, las detenciones llevadas a cabo hasta ahora no permiten construir esta teoría. Los indicios apuntan en esa dirección. Las pruebas, todavía no. Según la Policía, los ocho detenidos «tienen perfiles distintos que no permiten determinar que entre ellos existiese conexión». El senegalés detenido era un vendedor ambulante con antecedentes menores y que además presentaba síntomas de estar ebrio. Varios testigos aseguran que gritaba «Alá es grande». Otros dos jóvenes detenidos en la Plaza del Salvador realizaron comentarios ofensivos. Uno de ellos colgó en una red social una foto suya acompañada del «hastag»: «#Avalancha. #Putasemanasanta». Pero las primeras investigaciones indican que este texto se publicó con posterioridad a los hechos. Otras dos jóvenes fueron detenidas en torno a las seis de la mañana, por mofarse de quienes corrían y generar más miedo.

Todos estos están en libertad con cargos por desórdenes públicos y por delitos contra los sentimientos religiosos. Pero los tres detenidos más llamativos son los que están en prisión. Son delincuentes comunes, conocidos por la Policía porque acumulan decenas de hurtos y robos, que utilizaron barras de hierro para golpear contenedores al grito de «así suenan las bombas de ETA». Todos se acogieron a su derecho a no declarar, lo que a juicio de los investigadores resulta muy sorprendente, ya que se trata de maleantes acostumbrados al trato con la Policía. Este detalle está intensificando la investigación del posible acuerdo previo porque, aunque en principio los detenidos parecen simples «gamberros», la Policía maneja dos indicios que le empujan a pensar en la posibilidad de un complot. «Es muy difícil que de manera simultánea se produzcan hechos semejantes en puntos tan distintos», recalcan. Pero tampoco hasta ahora se puede emitir ninguna certeza. Hay muy pocos datos irrefutables.

Solo testigos indirectos

De hecho, otra cosa llamativa hasta el momento es que la Policía no consigue reunir suficientes testigos directos sobre lo que ocurrió en cada punto. Todos son indirectos. Personas que vieran quién comenzó la primera estampida y cómo no aparecen.

En el Ayuntamiento de Sevilla mantienen la teoría de que el miedo de la gente fue el principal causante de los hechos. Pero solo se sabe con seguridad que todos los heridos son leves, salvo un nazareno del Gran Poder que sufrió un traumatismo craneoencefálico grave tras ser arrollado. Esta persona estaba tomando una medicación que, según las fuentes consultadas, habría agravado su situación tras recibir el golpe.

Por otra parte, la muerte el mismo día de un nazareno del Gran Poder no está relacionada de ninguna manera con los sucesos de la calle. Su muerte se debió a un infarto. El resto de cuestiones está todavía por resolver, ya que los testimonios recabados son muy confusos.

Las pesquisas están siendo difíciles y muy pormenorizadas, por lo que la Policía estima que no habrá resultados claros en los próximos días y que el trabajo será largo. Lo que sí se confirma es que los pasillos de seguridad del Ayuntamiento fueron vitales para evitar aplastamientos y que gracias a estas medidas la noche se pudo salvar sin que las consecuencias fueran extremadamente graves. No obstante, el propio delegado municipal admitió que la Madrugada sevillana queda «muy tocada» después de estos sucesos.

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