«Para el pirómano puro el fuego es un impulso»

Expertos perfilan cómo es esta patología, cuyos pacientes apenas son responsables del 7,5% de los incendios en España

Una vivienda rodeado por el fuego en el municipio de Nigrán (Orense), esta semana EFE
Isabel Miranda

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«En 20 años de experiencia, puedo contar con los dedos de una mano los pirómanos que he visto», cuenta el psiquiatra José Ramón Silveira, presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría. Es la constatación de una realidad: la piromanía es una patología muy poco frecuente, pese a lo extendido que está el término. Según las estadísticas del Ministerio de Agricultura, entre el año 2001 y 2010, los pirómanos fueron responsables del 7,5% de los incendios provocados. Muy lejos del 68% que supusieron los fuegos derivados de las quemas agrícolas y las quemas ganaderas para la regeneración de pasto.

En los últimos diez años, un equipo de expertos de la Guardia Civil trabaja, por mandato de la Fiscalía de Medio Ambiente, en dibujar el perfil del incendiario en España . Se han identificado cinco modelos: los imprudentes (graves y leves), los que actúan sin sentido, los que buscan beneficio y aquellos que quieren venganza. Dentro de los que actúan sin sentido estarían los pirómanos.

«Hay mucho incendiario al que se descontrola el fuego, mucha venganza y mucha motivación económica», explica el psicólogo Miguel Ruiz, que participó en 2013 en un estudio conjunto con la Guardia Civil titulado «Perfil del incendiario forestal español: aplicación del perfilamiento criminal inductivo». Los pirómanos, los que tienen una patología, son pocos, aunque son los casos «más vistosos». Eso sí, explica Ruiz a raíz de la oleada de incendios en el Noroeste de España , «nos dimos cuenta de que en el caso gallego o de la cornisa cantábrica, los tipos de incendios son muy diferentes. La cultura del fuego existe y mientras en otros sitios te matan el perro, aquí se vengan quemando el terreno».

Para el pirómano «puro» se trata de un problema de control de impulsos , cuenta Silveira. Provocan fuegos repetitivamente, pero «sin motivo aparente (o ninguno racional), sin una programación ni una estrategia, ni una vía de escape programada, ni obtener una ganancia de lo que sea: monetaria, venganza, etc. Es una necesidad, un impulso que les viene y al que tienen que dar salida», explica el psiquiatra. Solo cuando llevan a cabo la acción se sienten liberados.

Pero pronto el ciclo se inicia otra vez . Empiezan a sentir tensión o excitación afectiva. «Es como un picor», ejemplifica Silveira. Muestran fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y todos elementos que se relacionan con él. Hasta que no lo pueden contener más. Una vez han iniciado el fuego, tienden a sentir gratificación, alivio o placer.

460.000 españoles podrían padecer piromanía en algún momento de su vida

Aunque la causa de la piromanía aún no está clara, relata Silveira, sí hay estudios que apuntan a problemas generales orgánicos, como malformaciones en el cerebro. Además, existen personas con una mayor predisposición a estos desequilibrios, las llamadas «vulnerabilidades» . Pero una persona podría vivir con ello sin dar síntomas de piromanía. Para que se manifieste necesitan de un «disparador» , generalmente estrés, ya sea familiar, laboral o emocional. Según la directora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Sara Puig Pérez, alrededor de « 460.000 españoles podrían padecer piromanía en algún momento de su vida», según su análisis «Los problemas psicológicos, el fuego y sus consecuencias».

Cultura del fuego

Además, el trastorno puede verse moldeado por el medio en el que la persona vive, cuenta Sobral. «Es mucho más fácil que si desarrollas un trastorno psicopático en el medio rural lo expreses prendiendo fuego al campo que si trabajas en una empresa de manufactura: en ese caso los impulsos agresivos los expresarás con otro procedimiento».

¿Y tienen remordimientos ? Al final dependerá del perfil. Según explica Sobral, si el incendiario es de perfil psicótico —el esquizofrénico—, superado el brote sí tendrá sentimientos de culpa, ya que quienes lo padecen tienen momentos de lucidez. Pero si el pirómano es de espectro psicopático —el psicópata—, no tendrá remordimiento. «Su propia patología descarta la posibilidad de tener sentimiento de culpabilidad», concluye Sobral.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación