El Papa invita a los jóvenes colombianos a perdonar, y no ser esclavos de odios viejos

Les pide «que sus ilusiones y proyectos oxigenen Colombia»

Miles de jóvenes esperaban la llegada del Papa Francisco a Bogotá EFE
Juan Vicente Boo

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El futuro de una Colombia en paz y desarrollo está en manos de los jóvenes, y el Papa Francisco ha desatado el delirio de más de veinte mil, reunidos el jueves ante la catedral de Bogotá, con un mensaje que libera el corazón de los jóvenes y ayuda a los adultos a superar su lastre de amarguras.

La plaza Simón Bolívar desbordó un ruidoso entusiasmo juvenil en cuanto el Papa les ha dirigido un saludo de sabor evangélico: «Hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles, ¡La paz sea con ustedes! Así era la expresión de saludo de todo judío y también de Jesús».

Tras aplaudirles por su alegría y aconsejarles que «no se la dejen robar», el Papa les ha desafiado a practicar «algo muy difícil en la vida: perdonar» , evitando «dejarse enredar por historias viejas cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores».

De hecho, la mayor facilidad de los jóvenes para perdonar es un gran activo para una Colombia que sale de medio siglo de despiadada guerra interna, pues «ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio».

Después de reconocer que aprendía de ellos, y que «un obispo aprende siempre de su pueblo», el Papa les ha encomendado «el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón, a contagiarnos la esperanza joven que siempre está dispuesta a dar a los otros una segunda oportunidad».

No se trata de ser ingenuos, pero sí de ejercitar «esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error –porque el error es error y no hay que maquillarlo-, hay un sinfín de razones, de atenuantes».

Frente a «ambientes que no encuentran salida a los problemas y boicotean a los que lo intentan», sembrando la desesperanza, Francisco ha pedido a los jóvenes «que sus ilusiones y proyectos oxigenen Colombia y la llenen de utopías saludables».

Con sentido realista, el Papa ha reconocido que muchos jóvenes colombianos han nacido «en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados», pero aun así les ha dicho «que la violencia no los derrumbe, que el mal no les venza».

Consciente de la delicada situación política y anímica del país, y de los problemas de la contigua Venezuela , por la que pidió oraciones durante el vuelo a Bogotá, la inquietud de Francisco se notaba en su rostro preocupado desde el comienzo del viaje. El encuentro con los jóvenes, promesa de una Colombia en paz, le ha proporcionado una bocanada de oxígeno también a él.

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