José Francisco Serrano Oceja

El nominalismo del PP

El Partido Popular ha decidido seguir confesándose, en sus principios, humanista cristiano. ¿Y en la práctica?

José Francisco Serrano Oceja
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El cristianismo ha sido la instancia ética dominante durante mucho tiempo. Esa hegemonía moral está siendo cuestionada a raíz de la crisis de las mediaciones y de la fragmentación ética. El pasado fin de semana se celebraron los Congresos del PP y de Podemos. Dos modelos de relación entre partidos políticos y sistemas de ideas, de convivencia entre identidades y lo que se denominan «religiones políticas». Dejo a un lado la ordalía de poder en Podemos y su vertiente emocional. Ahí está el libro de Manuel Arias Maldonado, «La democracia sentimental», para explicar esa orgía. Vayamos al PP que ha apostado por el pragmatismo y por un nominalismo que aunque parece adecuado para el consenso acaba generando conflicto.

La polémica por la clase de religión parece inevitable

El PP ha decidido seguir confesándose, en sus principios, humanista cristiano. ¿Y en la práctica? Se supone que el hecho de ser «humanista cristiano» tiene su implicación en las propuestas políticas. Es verdad que el PP se ha negado a una reforma de los Acuerdos Iglesia-Estado y que piensa que con los obispos, polémicas, las justas. Quizá la de la clase de religión vaya a ser inevitable. El gobierno es también sabedor del cambio de estrategia en la Conferencia Episcopal y la nueva consigna de «más oraciones y menos política».

Pero el hecho de que el PP haya desviado el balón de los «vientres de alquiler» fuera de juego, y se haya negado a la propuesta explícita de defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, entre otras, le coloca en un escenario en el que muchos votantes pueden sentirse incómodos. Paradójica maternidad subrogada que, muy en consonancia con los vientos del pontificado, coloca en la misma línea a feministas y a católicos, entre otros. En el PP caben todas las sensibilidades, pero cuando llega el momento en que se hacen incompatibles, alguna de ellas pierde. Ahora ha sido la de los chicos Provida y la de los políticos que defienden los principios antropológicos como señal de marca inclusiva. Y la de quienes están preparando ya una salida en torno a los líderes «familiaristas» de épocas recientes.

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