Mordiscos, ataques como arrancar los ojos y autolesiones: los verdaderos efectos de la droga caníbal

No es una sustancia nueva, sino muy conocida de antaño en ambientes marginales

Los dramáticos efectos de la droga caníbal ABC Multimedia

JOSÉ MANUEL LÓPEZ TRICAS

Un suceso reciente ocurrido en Madrid a últimos de marzo (2018) ha traído a la actualidad la denominada «droga caníbal» . Según la crónica periodística varios consumidores se atacaron entre sí a mordiscos bajo los efectos de una sustancia prohibida .

En otro episodio similar, acaecido hace varios años en Estados Unidos, una persona arrancó los ojos y parte de la cara a mordiscos a un vagabundo en una escena que recuerda «El silencio de los corderos», película de Jonathan Demme de 1991, basada en la novela homónima de Thomas Harris, escrita en 1988, sobre la historia de Hannibal Lecter, psiquiatra, psicópata y despiadado asesino.

El suceso ocurrido en Madrid nos retrotrae a otros acaecidos en Baleares durante el verano de 2014. En todos los casos, el uso de la denominada «droga caníbal» se ha asociado con autolesiones y otros actos de extrema violencia.

Al igual que con otras sustancias como la metanfetamina y sus análogos, la sustancia que desencadena un comportamiento tan anómalo no es nueva. Químicamente se designa como «3,4-metilen-dioxi-pirovalerona», abreviadamente MDPV o MDPK. Esta sustancia se sintetizó en el laboratorio (de ahí el epíteto de «diseño») en el año 1969 dentro de un proyecto de investigación del laboratorio de la entonces República Federal de Alemania Boehringer Ingelheim, que buscaba sustancias estimulantes [Referencia bibliográfica: 1(-(3,4-Mehylenedioxy)phenyl)-2-pyrrolidino-1-alkanones, as stimulants. (Boehringer Ingelheim Study) 1969]. Como cabe inferir de su nombre, es un derivado de la pirovalerona, sintetizada cinco años antes, en 1964.

«Ola de marfil» o «relámpago blanco»

En los ambientes marginales se conoce como Centroton y Thymergix. Otros nombres son «ola de marfil», «relámpago blanco»; pero hay muchos más. Su aspecto (ver fotografía al inicio del texto) es un polvo blanco o blancuzco que, junto a otras sustancias, se camufla y vende como sales de baño. Se utiliza como supresor del apetito y contra la fatiga crónica. Su empleo a dosis elevadas (sin que se sepa realmente qué dosis se consideran peligrosas) desencadena cuadros de extrema ansiedad con características psicóticas que pueden explicar los comportamientos tan violentos observados entre algunos consumidores. Según algunos testimonios la sustancia da lugar a desconexión de la realidad y cuadros de paranoia (sentimientos vividos de persecución) que pueden perdurar días e incluso semanas. De alguna manera el cerebro de los consumidores comienza a manejarse bajo los instintos más primitivos, «desenganchándose» de la modulación, más elegante y sofisticada, que se asocia a la actividad neuronal de la corteza cerebral. La inhibición fisiológica que las neuronas de la corteza cerebral ejercen sobre las vías nerviosas que regulan los comportamientos instintivos es lo que «nos hace humanos».

MDPV se puede esnifar, fumar e incluso administrar por inyección .

Este producto forma parte de un conjunto de sustancias conocidas farmacológicamente como «cationes sustituidos»; y sus efectos remedan al Kat, una droga estimulante que se extrae a partir de las hojas de un arbusto (Catha edulis) que crece espontáneamente en países como Yemen, Eritrea, Etiopía, Somalia y Kenia. A diferencia del mascado de hojas de kat (a veces denominado qat), un estimulante que anula el apetito y permite trabajar en las elevadas altiplanicies de esos países, la MDPV y otras sustancias similares, alteran gravemente el comportamiento, causando verdaderos estragos personales y sociales.

Las «sales de baño» (en cuya composición se camufla MDPV) fueron prohibidas en Gran Bretaña en abril de 2010. La Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, acrónimo de Drug Enforcement Agency) la ha incluido desde el año 2011 en el mismo grupo de sustancias al que pertenece la heroína y la cocaína. Todas estas sustancias se catalogan como «narcóticas» desde un punto de vista legal, aun cuando unas son depresoras de la actividad mental (narcóticas), como la heroína y el resto de los opiáceos, y otras (cocaína y «drogas de diseño») son estimulantes desde un punto de vista farmacológico.

Gran parte de la MPDV procede de laboratorios clandestinos, muchos de ellos en la República Popular China y la Federación India, vendiéndose por internet como «sales de baño».

Uno de los casos más llamativos del efecto destructivo de estas sustancias es el del pionero de programas antivirus informáticos John McAfee. Vendió la empresa que lleva su nombre en 1994, deviniendo su interés personal hacia otras áreas. Se inició en el mundo del yoga (ha escrito varios manuales) al tiempo que invirtió gran parte de su fortuna (superior a los cien millones de dólares) en un proyecto de aeroplanos ultraligeros motorizados en Nuevo México (Estados Unidos). Más tarde viajó a Belice donde adquirió propiedades inmobiliarias, tanto en el territorio continental como en Ambergris Caye.

Durante su estancia en Belice se interesó en la producción y, posiblemente exportación por internet de la MPDV y otras sustancias prohibidas. Durante su estancia en la pequeña república sudamericana fue interrogado tras el asesinato de un vecino, Gregory Faull, el 11 de noviembre de 2013, solo dos días después de que los perros de John McAfee aparecieran envenenados. Aun cuando no llegó a estar formalmente imputado, levantó suspicacias de las autoridades del pequeño país sudamericano. Comenzó a difundir por internet acusaciones de persecución por parte de las autoridades de Belice, hasta que, junto a su novia, Samantha Venagas, entonces una adolescente de 17 años, entró en Guatemala, donde fue detenido por inmigración ilegal. Ante la posibilidad de ser extraditado a Belice por la acusación de asesinato, logró regresar a Estados Unidos, tras fingir una dolencia cardíaca.

Durante su estancia en Belice se investigó su posible implicación en la síntesis de metanfetamina y MDPV.

Nos hallamos ante un tipo de sustancias socialmente muy peligrosas, no solo por la marginalidad y deterioro físico e intelectual de los consumidores, sino por los comportamientos sociópatas que desencadenan.

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Dr. José Manuel López Tricas . Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria. Farmacia Las Fuentes, de Zaragoza

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