El británico Aaron Garner durante su estancia en Madrid
El británico Aaron Garner durante su estancia en Madrid - MAYA BALANYA

«Al mentir, la expresión cambia durante 25 milésimas de segundo»

Este experto británico en la detección del engaño y la mentira trabaja con el FBI y entrena a los servicios secretos para luchar contra Daesh

MADRID Actualizado: Guardar
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Aaron Garner, es director de la Academia de Inteligencia Emocional. Hace casi 30 años que se habla de la importancia de la gestión de nuestras emociones y de aprender a entender las de otros. Sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente (en el sentido literal de la palabra) en las aulas y en las empresas. «Si tienes un profesor o jefe inteligente emocionalmente tendrás más posibilidades de éxito». Además de las emociones, Garner es experto en la detección del engaño y la mentira. Su academia trabaja con el FBI, además de entrenar a agentes y servicios secretos que investigan e interrogan a delincuentes comunes y terroristas de Daesh. Garner, visitó España en el marco de las jornadas: «Descubriendo las emociones y el líder interior», organizadas por la empresa líder en coaching D’Arte Coaching y Formación.

Todo el mundo habla de inteligencia emocional. ¿Qué es exactamente?

Nuestra vida se gestiona a través de procesos inconscientes emocionales, que dan lugar a cómo gestionamos a nuestros hijos, a nuestra pareja o a nuestros equipos de trabajo. Ser conscientes de esas emociones (tanto las destructivas, como el miedo o el enfado y las positivas, como la felicidad) nos ayudarán a usarlas en el contexto adecuado.

Hace unos años no se hablaba de inteligencia emocional. ¿Qué ha pasado para pase a ser tan importante en nuestras vidas y convertirse en el eje de nuestra forma de trabajar?

Peter Salovey, profesor y rector de la Universidad de Yale y John Mayer profesor de la Universidad de New Hampshire trabajaron sobre la inteligencia emocional en los años 90 y también Daniel Goleman. Pero en los últimos 10 años se ha hecho mucho trabajo científico detrás de las emociones, sobre todo en el ámbito de negocios: un buen líder va a dar siempre mejores resultados. También está demostrado que un nivel alto de inteligencia emocional en el ámbito educativo te lleva al éxito. Si contamos con un mejor profesor, padre u estudiante en lo que respecta a la inteligencia emocional se podrían evitar casos como el bullying

¿Tenemos actualmente profesores y líderes con inteligencia emocional?

Todos tenemos un nivel de inteligencia emocional que les permite entenderse a sí mismos pero no conciencia de otros.

¿Cómo hago para conocer mi inteligencia emocional y la de otros?

Hay siete emociones básicas: enfado, asco, miedo, sorpresa, desprecio, tristeza y felicidad. Evaluamos si son constructivas o destructivas, dependiendo de cómo y cuándo se usen. Imagina que estás en un callejón con tu familia y te asaltan con un cuchillo. Necesitaremos el enfado para protegernos. Pero si me enfado y grito a mis hijos o ejerzo violencia doméstica, es destructivo. Tratamos de enseñar esos cambios sutiles en el comportamiento que vienen antes de la emoción para controlarla.

¿Cuáles son esos cambios sutiles que vienen antes del enfado?

Son muy subjetivos. La gente siente las emociones de forma distinta. Hay gente que tiene tensión en la mandíbula o siente que el corazón se acelera, la respiración cambia o aprietan los labios...Todos tienen distintos disparadores. Lo importante es que cada persona entienda lo que le genera la emoción. Si empiezo a sentirla y no es apropiada para el contexto, lo que puedo hacer es responder de forma consciente y distinta, en lugar de reaccionar sin pensar.

¿Y para entender a otros?

Afortunadamente, uno de los impulsos que más se ven son los faciales. Y hay expresiones universales, identificados fruto del trabajo del psicólogo Paul Ekman. Previamente, los antropólogos en los años 60 decían que las expresiones faciales eran culturales. Pero después de investigar y analizar atletas ciegos o tribus de Papúa Nueva Guinea que no habían tenido contacto con nadie, se descubrieron esas siete expresiones faciales. Da igual donde estemos, todos tenemos esas siete expresiones.

¿Cuáles son?

Estas siete expresiones faciales universales delatan cómo vamos a actuar. Aparecen en tu cara antes de que te des cuenta de que tienes la emoción. El miedo y la sorpresa se confunden porque son muy similares: en el caso del enfado se suben las cejas, se abren los ojos y los labios se echan hacia atrás. En el caso de la sorpresa es igual: subimos las cejas pero no las juntamos, se abren los ojos, al igual que la boca pero no se echa hacia atrás. Cuando se siente asco se pone la nariz hacia arriba y se sube el labio superior.

También tenemos el desprecio (algunos psicólogos no lo reconocen pero Ekman lo identificó hace tiempo). Se trata de la única expresión unilateral, solo se mueve una parte de la cara. Se mueve una parte del labio hacia arriba. El disparador del desprecio es cuando alguien hace algo inmoral, pero hay quien siente desprecio con gente menos inteligente con uno. La tristeza se caracteriza por juntar las cejas y bajar la boca. Y algunos ponen el labio inferior encima, como los niños. La felicidad consiste en sonreír pero realmente nos centramos en los ojos, en las patas de gallo.

¿Cómo sé si alguien me está mintiendo?

No hay un única forma de saberlo. Hay que tener en cuenta cinco canales de comunicación: expresión facial, lenguaje corporal, voz, estilo verbal y el contenido del discurso. Con esos canales se pueden medir las inconsistencias. Lo que se ve es un cambio en el comportamiento, porque hay tensión entre tus pensamientos y emociones. Hay un conflicto entre la verdad que tienes en la cabeza y el mensaje que transmites. Si alguien miente, se verán pequeñas «fugas» en esos canales. Pueden ser pequeñas expresiones faciales que duran 25 milésimas de segundos que me dicen que tienes un sentimiento como el miedo, pero que intentas esconderlo. Son microexpresiones universales, pero el lenguaje corporal no es universal para saber si nos mienten.

¿El detector de mentiras es un complemento o es mejor lo que captamos con las expresiones faciales?

-No existe un detector de mentiras. El polígrafo detecta las respuestas del sistema nervioso autónomo por lo que mide el estrés y hay muchas razones por las que alguien se estresa, no solo por mentir.

Trabaja con el FBI y servicios secretos, ¿cuál es el éxito que han tenido a la hora de detener delincuentes?

-La mayoría de la gente va a tener un 54 por ciento de seguridad con estas técnicas para saber si les mienten. Pero con los cursos adecuados y en situaciones de alto interés, como el caso de detección de mentiras con agentes secretos, militares, o policías subimos del 54 al 90 por ciento. Pero siempre habrá un margen del 10 por ciento de error porque hay sociópatas, psicópatas, mentirosos compulsivos, etc.

¿Es posible lograr que un terrorista diga la verdad recurriendo a estás técnicas que parecen tan sencillas?

-Trabajamos con agencias de inteligencia o agentes secretos que trabajan con terroristas de Daesh. En estos casos, el primer paso es la observación. Otra de las claves es el tipo de relación que estableces con esa persona, qué tipo de preguntas haces y cómo sacas las mentiras. Es clave la inteligencia emocional, si el entrevistador le dice: «Te voy pegar», se contaminan las posibilidades de obtener la verdad. Hemos hecho experimentos como el del «falso ladrón»: se mete a alguien en una habitación y dentro hay una chaqueta con una cartera. Tiene que elegir si roba el dinero o no. Luego, le hacen una entrevista. La persona dirá que no ha robado, pero cuando se hace la pregunta: ¿Me está mintiendo?, dirá: «No», asintiendo con la cabeza y dando lugar a una respuesta afirmativa. Por lo tanto, miente.

¿Estas microexpresiones sirven para cuestiones más corrientes como saber si mi madre o mi pareja me mienten?

-Se aplican igual aunque funciona con mayor eficacia en casos de alta seguridad. Si el chico le miente a la chica, y éste cree que hay consecuencias, será fácil saber si miente. Si en un bar una persona le dice a otra: «Voy a decir tres cosas de mí y tienes que decirme cuál es mentira». No hay consecuencias, no hay presión al mentir por lo que no habrá fugas en los canales. Ahora, si hacemos el mismo juego pero apostando dinero, es decir: «Si descubro tu mentira deberás pagarme», hay consecuencias. Y ahí aparecen las fugas.

¿Cómo se aplicarían estas técnicas en los colegios?

No nos centramos tanto en las mentiras (aunque les encanta) pero sobre todo intentamos que los niños sean conscientes de sus propias emociones y de las de otros. Y que los profesores identifiquen las emociones de los chavales y para que ellos conozcan el impacto de ellas en sus vidas. Y lo mismo con los padres.

En Estados Unidos, por ejemplo, se está incrementando el aprendizaje social y emocional, en Inglaterra también.

¿Hacen falta especialistas en inteligencia emocional en las empresas?

Claro, como en las aulas. En los últimos 5, 10 años ha habido un incremento en la investigación sobre inteligencia emocional. Y está demostrado que la gente produce más si es feliz y tiene un líder con inteligencia emocional.

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