Ser «kelly» en Benidorm: «Llegan de borrachera, rompen cosas y tienes diez minutos para limpiar»

Las camareras de piso luchan por unas condiciones de trabajo dignas y el respeto de los derechos de su convenio en una industria que las necesita para funcionar

Yolanda García explica cómo es su día a día a ABC FOTOS Y VÍDEO: ROBER SOLSONA
Ade Palomar

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Para limpiar una habitación de un cliente de hotel se necesita, «como mínimo», media hora. En una ciudad como Benidorm, que acoge millones de turistas al año –en muchas ocasiones «de excesos»–, la tarea se complica. «Los ingleses parece que vengan ya con la mentalidad del todo vale. Además, se ha puesto muy de moda celebrar las despedidas de soltero aquí, y las borracheras van y vienen en las habitaciones, dejan todo en condiciones horribles, rompen cosas... Y para hacer entre 25 y 30 habitaciones en cinco horas y media y poder salir a tu hora tienes que hacerla en diez minutos. Es misión imposible », explica Yolanda García , portavoz del colectivo de las camareras de piso, autodenominadas «kellys» –apócope de «las que limpian»–, en Benidorm y Marina Baja.

Su jornada laboral, cuando trabajaba en cada uno de los seis hoteles en los que ha estado durante 14 años, comenzaba a las siete de la mañana y terminaba a las tres, aunque rara vez se cumplía. La primera hora y media se limpian las zonas comunes, desayunan en veinte minutos y a las nueve comienzan a limpiar las habitaciones que les asignan en un parte «de obligado cumplimiento». «Si a las tres no lo has terminado es tu problema. Te quedas y lo terminas». Esas horas extra no están pagadas, y si se niegan las sancionan si tienen contrato fijo. «Si eres eventual sabes que no vuelves».

ROBER SOLSONA

Como camarera de piso, García, de 54 años y con dos hijos, asegura que se ha encontrado de todo: desde espejos y cabezales llenos de aceite de las cremas solares, muebles cambiados de sitio, ropa de cama en la bañera mojada -para asegurarse de que la cambian cada día-, acusaciones de robo y hasta p aredes rociadas con Coca-Cola. «Una vez entré a una habitación en la que había un hombre en la terraza. Le saludé, me metí al baño un momento para echar el producto en la bañera y empezar a limpiar y cuando salí a quitar las sábanas estaba desnudo masturbándose delante de mí».

Pánico a la externalización

Ella asegura hablar por todas cuando dice que las «kellys» se sienten menospreciadas por los clientes –«somos las invisibles, entramos y desaparecemos», señala–, pero también por los hoteles o empresas para las que trabajan. En este sentido, García explica que hay una diferencia entre las camareras de piso fijas y las que tienen un contrato eventual, uno que normalmente se renueva cada mes o cada dos. A las primeras, que las contratan directamente del hotel, «aún respetan» la categoría profesional y las tablas salariales que vienen por convenio. En cambio, si el hotel externaliza los servicios y las subcontratan, indica que pierden los derechos laborales o la representación sindical porque no forman parte de la plantilla. «Si caes enferma te despiden, si tienes algún problema en el hotel te dicen que te apañes con tu empresa… La externalización es, después de la sobrecarga de trabajo, lo peor que te puede pasar», sentencia.

Bajo contratos de obra y servicio, García asegura que las «kellys» de contrato eventual se juegan la renovación con una baja, entran con la condición de librar un solo día a la semana en lugar de los dos que les corresponden y las incluyen en categorías profesionales como peón de limpieza o limpiadora, cuyos convenios no tienen nada que ver con la hostelería y los salarios son más bajos. La reforma laboral de 2012, argumenta, abrió la puerta a esta práctica « al favorecer los convenios de las empresas sobre los de los colectivos».

Aunque «solo» alrededor de un 30% de hoteles tienen externalizado el departamento de camareras de piso en Benidorm, García asegura que la tendencia sigue los pasos de Madrid, Barcelona, Valencia o Alicante, donde advierte de que prácticamente todos los hoteles tienen este sistema. «Un servicio que lo necesitas los 365 días del año, y sobre todo en Benidorm, donde el turismo es su industria, externalizar el departamento de camareras de piso es una irregularidad. Si paramos nosotras, ¡se para todo de verdad!», exclama.

Enfermedades físicas y psicológicas

Fruto de la sobrecarga de trabajo y el estrés al que están sometidas las casi 4.000 camareras de piso que trabajan hoy en Benidorm , la portavoz describe las enfermedades que acompañan al trabajo. La más común y única reconocida como enfermedad laboral es la del túnel carpiano, la que les deforma dedos y manos debido a los movimientos repetitivos, pero también sufren lumbalgias, dolores en los brazos o, en su caso, cervicalgia crónica y vértigos a partir del segundo año de trabajo.

«Nosotras no queremos cobrar más, sino que la carga de trabajo sea inferior»

Pero, además de problemas físicos, estas mujeres suelen sufrir depresión y ansiedad por el estrés de cada día. «En pleno agosto los hoteles aumentan las camas supletorias en las habitaciones y sí que las cobran, pero nosotras no. Nosotras no queremos cobrar más , sino que la carga de trabajo sea inferior. ¿A mí de qué me sirve cobrar 30 euros más si voy a llegar a casa muerta y voy a tener que tomarme un Nolotil para soportar todos los dolores que tengo diarios?». A pesar de ello, muchas mujeres «aguantan mucho», y tienen miedo de denunciar. La portavoz cuenta que en este colectivo hay mucha inmigración (en torno al 30% de mujeres son colombianas, ecuatorianas o de Europa del Este en su mayoría), madres solteras o separadas con una situación poco favorable que temen perder su trabajo, porque «existen las listas negras de hoteles». Por suerte, ella ahora no necesita volver. Tampoco querría. «Si este trabajo fuera de hombres la situación hubiera cambiado hace mucho».

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