Takwa posa a las puertas del instituto
Takwa posa a las puertas del instituto - MIKEL PONCE

La joven musulmana vetada en clase: «La gorra es una prenda temporal. El "hiyab" es mi identidad»

A Takwa Rejeb le fue negado el acceso a las aulas en un instituto público valenciano por llevar pañuelo. Ayer, gracias a la mediación del Gobierno valenciano, pudo volver al centro tras una semana ausente

Madrid Actualizado: Guardar
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El curso comenzó con normalidad el pasado 9 de septiembre en el Instituto de Secundaria Belliure de Valencia, excepto para Takwa Rejeb, quien ayer acudió por primera vez a las aulas de este centro público. La joven española, de 23 años, se matriculó en un grado de Turismo en Formación Profesional, pero no se imaginaba que el «hiyab» que lleva acompañándola desde que cursaba 3º de ESO iba a impedirle continuar con sus estudios.

«¿Sabes que con eso no vas a poder entrar a clase, no? En este centro no se puede venir con la cabeza cubierta a menos que sea por enfermedad». Así se lo comunicó el director, alegando que seguía la normativa interna.

La joven intentó dialogar con el centro, pero viendo que era imposible llegar a una solución, solicitó ayuda a asociaciones como SOS Racismo o el Centro Cultural Islámico de Valencia.

Pedía «flexibilidad» en el reglamento porque, consideraba que se la estaba discriminando por su religión. El pasado lunes la Consejería de Educación le comunicó que podía volver al aula. Takwa había ganado la batalla.

¿Qué pensó cuando el director del centro comparó las gorras o sombreros, prohibidos por la normativa, con su «yihab»?

La gorra es algo temporal, te gusta cómo te queda y te la pones, pero no es algo con lo que vives, es un complemento, los complementos son cosas que te pones en el momento y porque te gustan. La diferencia está en que el «hiyab» es mío, es mi identidad y mi forma de vida. Yo vivo con ello.

Si fuese un complemento lo entendería, porque todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, el problema es que es mi identidad.

Es la cuarta vez que se le ponía trabas a una mujer por llevar pañuelo en el centro. ¿Lo sabía cuando se inscribió?

No, no lo sabía, no tenía ni idea. Fui personalmente a secretaría a entregar la matrícula, me vieron con el «hiyab», y tuvieron un trato perfecto conmigo. Podrían haberme avisado de que si me iba a matricular con el pañuelo, no podía. Me comunicaron que no era el primer caso cuando ocurrió todo.

Una de estas chicas fue trasladada de centro, otra se dio de baja en el mismo y la tercera se quitó el pañuelo. ¿En algún momento se planteó actuar como ellas?

La presión está en que la directiva te dice «no vas a poder entrar a clase, tienes estas opciones». Cuando me lo dijeron, no volví al día siguiente porque no quería incomodar con problemas, quería que actuásemos como personas civilizadas y hablásemos las cosas. Es cierto que no todo el mundo tiene esa convicción de «ir a por todas» . Yo dije: «No me voy a callar».

Doy gracias a lo bien informada que estoy, porque sé cuáles son mis derechos y cuáles mis obligaciones. Ellas, en cambio, no lo sabían, puede que por falta de información o porque no tuvieron esas fuerzas para luchar.

La verdad es que no puedo ser una persona que se rinda, a mí no me gusta callarme cuando hablan de mis derechos. Alardeamos de democracia y libertades, pues yo estoy ejerciendo mi derecho, al igual que tengo mis obligaciones. Jamás he pensado en callarme porque sería indignante si lo hiciese, estaría cediendo. Veía lejano conseguir lo que me proponía, pero confiaba en conseguirlo mediante el diálogo y llegar a una solución. Si me hubiese tenido que cambiar a otro centro me habría dolido, porque no soy un bicho raro.

¿Estaría dispuesta a entrar en un centro que prohibiese llevar el pañuelo expresamente si ve peligrar su educación?

Hay algo muy claro, y es que, al igual que decidí un día ponérmelo, nadie tiene el derecho de decirme cuándo quitármelo. Yo soy la que decide. Me parecería indignante que alguien me dijese que está prohibido llevarlo. ¿Por qué? Es algo personal que no hace mal a nadie.

Su situación ha sido nombrada como «Caso Takwa» y ha servido como imagen de lucha por sus derechos religiosos. ¿En algún momento se había imaginado que su caso llegase a ser tan conocido?

Aún no he tenido tiempo para asimilarlo, necesito soledad para saber lo que realmente he provocado. Yo decía «voy a dar guerra», no me callo, lo tengo claro, pero no me imaginaba que iba a llegar a este punto.

¿Tildaría el caso de «islamofobia»?

Yo no creo que sea «islamofobia», o no lo quiero creer, porque sería muy triste que llegáramos a ese punto, y más ahora. Creo que ellos simplemente se sirvieron de su normativa interna siguiéndola a rajatabla.

El «hiyab» permite identificar a quien lo lleva, pero otras prendas, como el «burka», generan temor por cubrir totalmente a la mujer. ¿Entendería restringir el uso del «burka» por medidas de seguridad?

Siempre que una persona está decidiendo ser o llevar algo, nadie debería intentar cambiarlo. Ahora, si fuese por medidas de seguridad sería lo mismo que decir que estamos en peligro. Creo que, al igual que yo estoy defendiendo mi derecho y ha sido mi decisión ponérmelo, puede que una persona con «burka» lo lleve porque de verdad quiere. ¿Quién soy yo para decirle que se lo tiene que quitar?

¿Se siente incomprendida por practicar su religión?

En mi entorno no me siento incomprendida, tengo todo tipo de amigos y siempre ha habido respeto. No hay ese rechazo, para nada. Más bien depende la persona.

¿Cree que España es un país que respeta la diversidad cultural?

Nunca había tenido problemas o impedimentos por mi pañuelo. España es un país que está enriquecido por distintas culturas y creo que es un ejemplo de convivencia. Pero aún queda camino y hay que luchar, creo que los jóvenes tenemos la obligación de abrir las mentes. La clave está en saber convivir. Estamos bien, pero no nos podemos conformar.

Ha nacido en España, pero ¿cómo es su vida distinta a la de otros conocidos suyos musulmanes en otros países?

En Francia, por ejemplo, sí que existe una represión, hay mucha tensión por el momento actual. Es algo que surge a raíz de contaminar el ambiente. Desgraciadamente, estamos viviendo un momento delicado en el que espero que tengamos dos dedos de frente para saber que no todos estamos en el mismo saco. Están creando el miedo y la «islamofobia», tenemos que unirnos y ganarles la batalla.

¿Hay un repunte en la «islamofobia» y el rechazo a vuestra cultura en Europa por las circunstancias actuales?

Creo que es algo que no se está generando en la mayoría de la sociedad, pero lo malo siempre resalta más y es contagioso. Tenemos que predicar con el ejemplo y poner de nuestra parte para ver que lo más rico es enriquecernos.

Episodios como la prohibición del «burkini» en Francia evidencian este creciente rechazo a la religión musulmana. ¿Lo usa?

Sí, yo de hecho lo utilizo. Lo que ha pasado en Francia me parece lamentable, porque se ha ensaltado mucho la prenda del «burkini». Para empezar, yo no lo llamo «burkini», yo lo llamo bañador, porque es mi bañador. Ya el solo hecho de impulsar que se llame así, «burkini», hace que se tilde como diferente. No es diferente, es un bañador, pero distinto.

Justo este verano, con todo lo que ha estado pasando, me he puesto el «burkini» en España y he ido por las calas y las costas sin problema, porque estoy en mi derecho y no estoy haciendo nada malo. Siempre vas a ver que la gente se sorprende, porque a lo mejor no lo han visto nunca, pero es pura curiosidad. Nadie me ha dicho nunca nada ni he tenido ningún problema.

España es un país enriquecido de distintas culturas, es algo histórico, no creo que vayamos a ir hacia atrás.

Algunas personas se quejan de que cuando las personas musulmanas vienen a España pueden llevar el pañuelo, pero cuando ellos van a países musulmanes, se ven obligados a seguir sus costumbres.

Cuando me dicen eso, siempre les digo que soy española y que este también es mi país. Siguiendo con el tema, España es un estado aconfesional y cuando vas a un país islámico o de cualquier otra religión, ya sabes que tienes que cumplir unas normas. Si los otros países están haciéndolo mal, ¿nosotros también tenemos que retroceder y hacerlo peor? No, tenemos que predicar con el ejemplo para que ellos aprendan de nosotros, no ponernos a su altura.

¿Qué mensaje le mandaría a la gente que está en contra de que vaya a clase con el pañuelo?

A la gente a quien está en contra de que me lo ponga, solo tengo que decir que ya que alardeamos de que estamos en un país democrático y liberal, prediquemos con el ejemplo. Comprendo que una persona no entienda el pañuelo, pero igual que una persona es libre de no ponérselo, también es libre de hacerlo. Al fin y al cabo, es una libertad personal.

Dejemos de calificar a las personas por las portadas, porque a veces nos arrepentimos de no haber leído los libros antes y habernos perdido grandes historias. Lo mismo pasa con las personas, hay que saber buscar el punto, porque a lo mejor te estás perdiendo a una gran persona por haberte negado a conocerla por culpa de los prejuicios.

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