El científico japonés Yoshinori Ohsumi (c), premio Nobel de Medicina 2016 por el descubrimiento del mecanismo de la autofagia celular, acompañado por el presidente del Instituto de Tecnología de Tokio, Yoshinao Mishima (i), y por el vicepresidente ejecutivo de Investigación del Instituto, Makoto Ando (d), durante una rueda de prensa que ofreció después de ser galardonado con el Nobel, en Tokio
El científico japonés Yoshinori Ohsumi (c), premio Nobel de Medicina 2016 por el descubrimiento del mecanismo de la autofagia celular, acompañado por el presidente del Instituto de Tecnología de Tokio, Yoshinao Mishima (i), y por el vicepresidente ejecutivo de Investigación del Instituto, Makoto Ando (d), durante una rueda de prensa que ofreció después de ser galardonado con el Nobel, en Tokio - EFE

«El equipo de Oshumi compartió, generoso, sus avances sobre la autofagia. Es un Nobel merecido»

Patricia Boya, una de las mayores expertas en este proceso celular que tiene España, descubrió que la célula activa con este proceso el mecanismo para sobrevivir en el organismo del mamífero

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La investigadora científica del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Patricia Boya, es una de las mayores expertas en autofagia con que contamos en España. De hecho, fue un minucioso trabajo suyo cuando estudiaba el postgrado en el año 2003 el que permitió descartar una idea, y es que la autofagia no es un mecanismo de muerte celular, sino que bien al contrario, la célula activa con este proceso el mecanismo para sobrevivir en el organismo de un mamífero. Es, por tanto, ante todo, un mecanismo de supervivencia de la célula.

Patricia Boya
Patricia Boya

Como ella misma relata a este periódico, «la autofagia es un sistema de degradación y reciclaje de todas las células: es la encargada de eliminar las capacidades celulares que no hacen falta y es esencial para mantenerlas limpias», al tiempo que sirve para tener energía y se activa cuando la célula padece «una falta de comida».

La autofagia genera una importante respuesta al estrés nutricional, completa Boya, haciendo de sus conocimientos sobre la autofagia en las fisiopatología de los organismos un asunto algo más «didáctico». La investigadora detalla: « Cuando las células no tienen comida activan este proceso que se llama autofagia (se comen a sí mismas, se autodigieren) y gracias a él obtienen nutrientes para mantener la viabilidad celular».

«El proceso de la autofagia no destruye la célula, destruye o elimina la basura y la porquería acumuladas en las células»

El proceso actúa como una especie de brigada de limpieza celular, es decir «no destruye la célula, destruye o elimina la basura y porquería acumulada en las células». «Las neuronas y las células que no se pueden dividir necesitan precisamente de la autofagia para eliminar la basura», lo cual permite avanzar en el estudio de enfermedades como la demencia, desgrana Boya.

«Es un proceso esencial en todas las células. Cuando este proceso no funciona bien, las células aumentan la porquería generada, acumulan basura y proteínas agregadas», indica a ABC la investigadora científica. Su estudio «permite avanzar en estudiar los mecanismos que actúan durante el proceso de envejecimiento» del cuerpo humano, entre otros, apunta Boya. También permite estudiar el curso en enfermedades infecciosas, ya que después de la infección, la autofagia se encarga de eliminar la invasión de bacterias y virus intracelulares; y tiene grandes implicaciones asimismo en enfermedades musculares y metabólicas, como la diabetes del tipo 2.

Según Boya, que ha trabajado con las investigaciones prósperas del galardonado este 3 de octubre con el Premio Nobel de Medicina 2016, Yoshinori Oshumi, el galardón no es solo merecido, sino que los avances en el estudio de este mecanismo a cargo del japonés han «creado escuela, han sido pioneros en todo el mundo» y han permitido avanzar en implicaciones en la Medicina tan importantes como el estudio de enfermedades degenerativas, el párkinson, el alzhéimer y la depresión. Los demás «hemos seguido» al equipo de Oshumi, que ha sido muy «generoso» en este sentido al compartir la esencia de su trabajo que es el hallazgo de los reguladores moleculares del proceso, señala esta prestigiosa científica del Departamento de Biología Celular y Molecular del CIB español.

Al conocer cómo funciona se podrá ir avanzando en buscar dianas para modular el proceso o, si fuera menester, bloquearlo. Queda trabajo por hacer, agrega la científica.

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