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Deje de intentarlo: No será un líder en el trabajo, ni su hijo el primero de la clase

El libro «Deja de intentar cambiar» señala que nuestra personalidad es pura genética y que, por lo tanto, por mucho que lo intentemos no podremos cambiar

MADRID Actualizado: Guardar
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«Las emociones no se pueden reprimir. Sí las acciones, pero no las emociones». No, esta frase no está sacada de un libro de autoayuda. Tampoco de un post cursi de su muro de Facebook.

Esta frase viene a decir que haga lo que haga, usted tiene una personalidad construida fruto de la genética y de la experiencia privada que no podrá cambiar (aunque lo intente).

Rodrigo Martínez De Ubago es psicólogo clínico y profesor de la Universidad Abierta de Cataluña, aparte de uno de los encargados de seleccionar a los candidatos de Gran Hermano. Acaba de publicar, junto con Mara Aznar Briones un libro con un título categórico: «Deja de intentar cambiar» ( Editorial Kolima).

En sus primeras páginas, los autores echan por tierra eso que tan acostumbrados estamos a oír: «si quieres puedes», «cambia», «no seas tan introvertido», «no seas tan extrovertido», «conviértete en un líder en tu empresa»...Y un largo etcétera de consejos aparentemente claves para ser felices.

Pero estos dos psicólogos dicen totalmente lo contrario: Para ser feliz hay que aceptarse y el « si quieres puedes» solo será real en la medida en que «poder» equivalga a «querer ser» y esto sea igual a «seré feliz». Para Ubago no hay una personalidad mejor que la otra. Todas tienen sus puntos fuertes y débiles y la clave es aceptarla para poder gestionarla.

Con esta hipótesis, aseguran que somos víctimas de la cultura, de una mala interpretación del «todos somos iguales» de la Ilustración o de ideas de la Grecia clásica como la de la tabla rasa o el buen salvaje. Incluso de algunos postulados que vienen de la propia psicología como el conductismo o el psicoanálisis que señalan que con educación cada uno podrá llegar a ser lo que el sistema le proponga ser o que estamos condicionados de por vida por lo que sucede en nuestra infancia.

«La parte básica de la personalidad no se puede cambiar. La genética es la que manda a la hora de estructurar la personalidad, eres más o menos introvertido o extrovertido por la genética y no por la educación que te han dado. La experiencia también es importante, pero no la pública, sino la privada. Por ejemplo, si dentro de una familia hay hijos introvertidos y extrovertidos aunque reciban la misma educación ninguno cambiará, pero sí se verán condicionados por la experiencia interna, la que les dice: "Con esto estoy cómodo y con esto no". Una vez que me conozco y me acepto lo que sí puedo es desarrollar herramientas para vivir mejor, buscar la manera de encontrarse más cómodo», explica Ubago.

«No es un fracaso, es un alivio»

Por eso, es difícil que consiga que su hijo se pase horas encerrado estudiando si es extrovertido, como tampoco conseguirá que sea el primero de la clase. «En primer lugar, ¿por qué hay que ser el primero de la clase? Si mi hijo no es el primero de la clase, pues será el segundo o el tercero. O el último. Lo que hay que hacer es buscar qué estilo de aprendizaje le va mejor».

La idea del «café para todos» es la que falla, no solo en el sistema educativo sino también en el ámbito laboral. «Si no tiene una personalidad de líder en el trabajo, por muchos cursos de liderazgo que reciba, no va a cambiar», asegura Ubago.

¿Cómo hacer entonces para no sentir frustración o que hemos fracasado? «No es fracaso, es un alivio. Cuando le explicas a alguien su personaldiad y le dices abiertamente: "Eres poco empático, no te gusta la gente", "No eres líder", pese a que entre comillas la sociedad diga que es malo, la persona siente un gran alivio», concluye Ubago.

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