Santiago Martín

Ayudar a la Iglesia

Hay católicos decepcionados por la timidez con la que el conjunto de los obispos españoles ha defendido la unidad de la Patria

Santiago Martín

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Son varios los obispos españoles que están hablando sobre la ayuda económica a la Iglesia a través de la asignación tributaria. Estamos en plena campaña de declaración de la Renta y preocupa el hecho de que el año pasado disminuyó el número de declarantes que apoyaron a la Iglesia , aunque debido a la mejora de la economía se recaudó más dinero.

Hay un elemento natural en esta caída de declarantes: los más ancianos son más practicantes y los más jóvenes menos. Cada año habrá menos porque los que se mueren son los más mayores. Pero a esta disminución natural se le ha sumado otra y esa es la que preocupa a los obispos. Son aquellos que han decidido no apoyar a la Iglesia, decepcionados por el comportamiento de ella ante la crisis catalana. Estos católicos disgustados con su Iglesia son gente, en general, bien informada, que ama a España, y que no sólo se sienten molestos con los obispos catalanes que han apoyado la causa independentista, sino con la timidez con la que el conjunto de los obispos españoles ha defendido la unidad de la Patria. Es posible que no tengan toda la razón, pero la existencia de un porcentaje de católicos enfadado con sus pastores por este tema, debería hacer reflexionar a éstos sobre su comportamiento.

Da la impresión de que ha primado evitar el espectáculo de la división entre los obispos sobre la defensa de la unidad de la Patria. Estaría totalmente de acuerdo con esta intención si todos hubieran sido fieles a la misma. Pero mientras unos callaban para no dar una imagen de división, otros no dudaban en hablar a favor de un supuesto derecho a la independencia catalana e incluso en participar en el referéndum ilegal del 1 de octubre. O todos callan, en un pacto de caballeros que salva las apariencias de una unidad que no existe, o todos hablan. Lo que no puede ser es que la mayoría calle y la minoría hable. Eso es lo que ha molestado a muchos católicos que ahora se niegan a ayudar a la Iglesia. Creo que hacen mal y que, a pesar de todo, hay que dar la asignación tributaria. Pero, quizá, algún gesto de humildad por el otro lado lo haría más fácil.

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