César Nombela

Avanza la medicina regenerativa

El largo camino para este campo, que habrá de enfrentarse a nuevos retos, acaba de dar pasos recientes que suponen un verdadero estímulo

César Nombela
Madrid Actualizado: Guardar
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La posibilidad de regenerar tejidos y órganos dañados por la degeneración patológica puso a las células madre en el centro de la llamada Medicina Regenerativa. Hace veinte años que el manejo experimental de embriones, de animales y humanos, generados in vitro, permitió derivar células madre embrionarias. La pluripotencia de estas células hace que puedan dar lugar –siempre en la placa de laboratorio- a células propias de los distintos órganos y tejidos, muscular, cardiaco, hepático o incluso del sistema nervioso.

Deslumbrados por las posibilidades de las células pluripotentes algunos llegaron a afirmar que sólo con la utilización instrumental de embriones, para obtener células madre, cabían esperanzas de tratar enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer. Se pretendía eliminar las reservas éticas que suscita instrumentalizar la vida humana embrionaria, todo en aras de curar enfermedades.

En España la cuestión se convirtió incluso en motivo de disputa política. Pero, la Medicina científica rigurosa requiere demostraciones que hagan válidas determinadas estrategias para nuevas terapias. Las células embrionarias serían difícilmente controlables como puso de manifiesto la experimentación animal, mientras que el organismo adulto tiene reservas de células madre con gran potencial –como las de sangre o médula ósea- utilizadas hace tiempo para regenerar el sistema hematopoyético.

Un gran avance tuvo lugar en 2006, cuando el japonés Yamanaka reprogramó células adultas al estado de pluripotencia similar al de las embrionarias. Son las células madre iPS, que le valieron el Premio Nobel en 2012. Pues bien, el empleo reciente de células iPS en clínica, también en Japón, registra avances reales en Medicina Regenerativa. Se ha tratado de forma segura a pacientes de degeneración macular senil, enfermedad que causa ceguera en personas de más de 60 años. Células reprogramadas del propio enfermo (origen autólogo) o incluso de donante (alogénico) han servido para el tratamiento. El largo camino para este campo de la Medicina, que habrá de enfrentarse a nuevos retos, acaba de dar pasos recientes que suponen un verdadero estímulo.

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