Imagen de John Wayne Gacy, conocido como «el payaso asesino»
Imagen de John Wayne Gacy, conocido como «el payaso asesino»

Asesinos que «jugaron» a ser payasos

A lo largo del siglo XX existieron algunos criminales, algunos en España, que usaron máscaras o disfraces para acabar con sus víctimas

MADRID Actualizado: Guardar
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Un joven ha denunciado que un hombre disfrazado de payaso le abordó en las inmediaciones del aparcamiento de Menacho, en Badajoz, golpeándole incluso con una llave inglesa en la pierna. La moda de los payasos diabólicos se ha extendido como la pólvora por todo el mundo, bajo la etiqueta en inglés #gags. Personas con un sentido del humor muy particular y cruel que se dedican a disfrazarse para dar sustos de muerte a inocentes viandantes, grabándolo en vídeos que más tarde suben a internet y rápidamente se viralizan.

Sin embargo, más allá de estas bromas de mal gusto, a lo largo del siglo XX se han dado casos de asesinos que utilizaron máscaras o disfraces de lo más graciosos para cometer auténticas masacres.

Ya en 1906 publicaba ABC una noticia acaecida en Quintanar de la Orden durante el lunes de Carnaval. Facunda García Molina, una joven del pueblo disfrazada y escondida bajo una máscara festiva, va tras su novio, Prisco Tornes, presa de los celos. Él también estaba disfrazado y algo bebido... normal, era Carnaval. Sin verla llegar ni tiempo para tener miedo, la víctima fue atacada por sorpresa por su pareja, que le clavó las tijeras que lleva en la mano por la espalda. « Las mujeres que matan», decía el pie de la fotografía de Facunda.

«Pensamos que era broma»

Pero no hay que irse tan lejos para encontrar uno de estos casos. En octubre del año pasado, un enmascarado mató a dos personas en Suecia con una espada. El ataque fue perpetrado en la escuela Kronan de Trollhättan, a unos 75 kilómetros de Gotemburgo, la segunda ciudad de Suecia. El asaltante era un joven de 21 años simpatizante de la ultraderecha que llevaba un casco y una máscara de color negro. Muchos alumnos pensaron que era un disfraz de «La Guerra de las Galaxias», aunque en las fotos que pronto circularon por internet parecía tratarse de un uniforme nazi de la Segunda Guerra Mundial. «Cuando le vimos pensamos que era una broma. Incluso algunos niños quisieron hacerse fotos con él», comentó uno de los jóvenes supervivientes, poco después de que el asesino fuera abatido a tiros por la Policía.

Dos años antes fue desmantelada en África una organización de asesinos a sueldo integrada por exmilitares, cuando preparaban el asesinato de un agente de la DEA. El jefe de esta organización era Joseph Hunter, un estadounidense al que llamaban «Rambo», que fue detenido en Tailandia. Para llevar a cabo sus trabajos contaban con un sofisticado armamento y máscaras de látex profesionales que les permitían «disimular su identidad y hacerse pasar por individuos de raza negra».

La inspiración del cine

Algunos de estos asesinos enmascarados se inspiraron en películas de miedo como «Scream» (1996), del director Wes Craven. Este es el ejemplo del camionero Thierry Jaradin que, el 9 de noviembre de 2001, se puso el traje y la máscara del villano del filme y apuñaló hasta treinta veces a su vecina de 15 años, Alisson Cambier, cuyo cadáver abandonó sobre su cama. Después del crimen llamó a la Policía para confesar.

Aunque no cometió ningún crimen mortal, en enero de este año el FBI también detuvo a un atracador de bancos conocido como el « Ladrón de Scream». Ocurrió menos de un mes después de incluirle en la lista de los diez criminales más buscados por la agencia. Su nombre era Myloh Jaqory Mason y fue arrestado bajo los cargos de intento de asesinato en primer grado y robo con agravantes. Al parecer, junto a otros dos compinches, cometió su delito vistiendo disfraces y las distintivas máscaras de la misma película.

En otras ocasiones ocurrió justo lo contrario. Películas basadas en historias reales que helaron la sangre de la sociedad. Un ejemplo es « La matanza de Texas» (1974), inspirada por los crímenes de Ed Gein, un asesino en serie de Wisconsin. Sus atrocidades también propiciaron el rodaje de cintas como «Psicosis» (1960), de Alfred Hitchcock, y «El silencio de los corderos» (1991), de Jonathan Demme. Gein, que usaba la piel de sus víctimas y la de otras mujeres fallecidas cuyos cadáveres había robado de sus tumbas, para hacerse máscaras. Todos los asesinatos los cometió durante la década de 1950. Tras ser detenido fue declarado enfermo mental y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica, donde murió a los 77 años en 1984.

«El payaso asesino»

Uno de los más famosos es John Wayne Gacy, conocido como «el payaso asesino», que acabó con la vida de 33 personas en la década de los 70. Aparentemente era un padre y esposo ejemplar, hasta que fue detenido y condenado a diez años de cárcel a finales de los 60 por abusar sexualmente de dos adolescentes. Debido a su buen comportamiento se le concedió la libertad condicional a los 18 meses. Gacy se volvió a casar y se convirtió en un respetado hombre de negocios muy querido en su comunidad. Además empezó a disfrazarse de payaso y a adoptar el apodo de «Pogo», participando como voluntario en fiestas infantiles, desfiles y otras reuniones de vecindario.

Todo parecía estar dentro de la normalidad en su vida, hasta que, seis años después, fue arrestado de nuevo como sospechoso de secuestro. Cuando la Policía accedió a su casa, encontró huesos humanos en el sotano. Gacy el «payaso» confesó inmediatamente que había asesinado 33 jóvenes. De ellos, 29 fueron enterradas en su propio domicilio y los otros cuatro arrojados a un río cercano. La mayoría de las víctimas eran autoestopistas, a los que torturaba, violaba y mataba.

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