El arroz que no engorda

Portugal se ha implicado en un proyecto multidisciplinar para producir una variedad de este cereal con bajo índice glicémico, apta para diabéticos y personas con sobrepeso

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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Portugal se ha lanzado a producir arroz BIG (con bajo índice de glicemia), lo que se traducirá en el consumo inofensivo para diabéticos y personas que pretenden controlar su nivel de obesidad. Un plan innovador, sin parangón en otros países, y que nada tiene que ver con los polémicos cultivos transgénicos.

La iniciativa, puesta en marcha por el Gobierno socialista de António Costa con un presupuesto inicial de 591.000 euros, implica la cooperación de tres destacadas universidades lusas: Católica de Lisboa, Oporto y Minho, además del papel central del Instituto Nacional de Investigación Agraria y Veterinaria (INIAV), dependiente del Ministerio de Agricultura, Bosques y Desarrollo Rural.

¿Por qué se enciende precisamente ahora la mecha de este proyecto? En absoluto es ninguna casualidad que se apruebe justo cuando diversos estudios internacionales han dado a conocer una conclusión inquietante: comer arroz blanco, uno de los alimentos básicos de la dieta general, puede provocar diabetes.

A este panorama se une un dato demoledor que preocupa sobremanera a las autoridades sanitarias: el país vecino tiene el triste honor de ser el primero en la estadística de la Unión Europea para este tipo de enfermedad. Sí, porque el 13,3% de la población portuguesa se ve afectada por la dolencia, una cifra alarmante si tenemos en cuenta que la tasa se aplica en relación a los habitantes con edades comprendidas entre los 20 y los 79 años (unos 7,7 millones al otro lado de la frontera).

La medida, que afecta igualmente a productos elaborados a partir del arroz (en un país donde, por ejemplo, el arroz con leche es uno de los postres más extendidos), parte de unos presupuestos basados en combatir los actuales niveles de glicemia, «considerados indeseables para las dietas equilibradas y saludables en las cantidades actualmente vendidas», de acuerdo con el planteamiento del Instituto de Investigación Agraria.

Del cultivo al plato

El organismo añade: «Las crecientes preocupaciones por la alimentación, la salud y el bienestar marcan la actividad de una serie de industrias. La industria del arroz no es una excepción, de ahí el interés en producir arroz con determinadas características». En consecuencia, el objetivo implica intervenciones a lo largo de toda la cadena, que arrancaron el pasado mes de enero y se prolongarán durante varios meses: desde la producción agrícola hasta las transformaciones primarias y secundarias en la industria, con destino al consumidor. Es decir, se incluyen las vertientes de nutrición, análisis clínico y análisis sensorial, según las previsiones apuntadas por el ministerio.

Han comenzado ya a realizarse un estudio de cinética de la digestión del arroz en el sistema gastrointestinal dinámico, otro morfológico de los gránulos de almidón en las diferentes fases de la digestión y un análisis de los efectos sinérgicos de los ingredientes en la digestión.

En declaraciones a ABC, el presidente del Instituto Nacional de Investigación Agraria y Veterinaria, Nuno Canada, recuerda: «El consumo de arroz en Portugal es el más alto de Europa (15 kilos por persona y año). Está muy enraizado en la gastronomía tradicional. Con todo, está disminuyendo. La popularidad creciente de las dietas bajas en hidratos de carbono sugiere que esta tendencia se agudizará en el caso de que el arroz no se libere de una imagen de valor glicémico asociado a la obesidad y a la larga duración de enfermedades crónicas como la diabetes».

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