Aletta Jacobs es la protagonista del último «Doodle» de Google
Aletta Jacobs es la protagonista del último «Doodle» de Google
Aletta Jacobs

Aletta Jacobs, la mujer que impulsó el uso de los anticonceptivos

Nacida un día como hoy de hace 163 años, el mundo le debe parte de la igualdad que todavía persigue

Doctora feminista y pacifista, trabajó para perfeccionar métodos anticonceptivos como el diafragma

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Hoy se cumplen 163 años del nacimiento de Aletta Jacobs, una de las feministas más importantes de la historia. Esta holandesa, hija de médico de pueblo, hizo mucho por la igualdad de género y por eso Google le dedica su «Doodle» de hoy. Que cinco de los últimos diez personajes homenajeados por Google sean mujeres es un ejemplo de modernidad. Que Aletta Jacobs fuera una de las primeras europeas en acudir a la Universidad, una hazaña.

Aletta Jacobs nació el 9 de febrero de 1854 y encontró su vocación entre los frascos de la consulta de su padre. Decidió dedicarse a la medicina pero no como esos jóvenes que estudian derecho por imposición familiar. Ella eligió ser doctora por pura convicción.

Aletta era la octava de doce hermanos y tuvo una infancia acorde a la época. Fue con la primera juventud cuando decidió que quería ir a la Universidad, un derecho vetado entonces para las mujeres. Consiguió un permiso especial del entonces Ministro de Educación de Holanda, el liberal J. R. Thorbecke, e ingresó en la Universidad de Groningen. Con esa autorización se convirtió en la primera holandesa en llegar a lo más alto de la enseñanza.

Su primer día en la Universidad fue el 20 de abril de 1871. Tenía 17 años. En sus memorias definió esa fecha como «uno de los días más extraordinarios» de su vida. «Fui a la Universidad de Groningen con mi hermano Julius, que iba a presentarme a mis futuros profesores y compañeros. Hasta el momento, sólo había asistido a clases de matemáticas, física y de lógica», cuenta ella misma en «Memories: My life as an international leader health, suffrage and peace».

Separada de los hombres

Al principio, contaba uno de sus profesores, Aletta Jacobs recibía un trato especial: «No hace falta decir que se necesita una cierta delicadeza en el tratamiento de ciertos temas introductorios (…). Trataremos de hacer la vida de la señorita Jacobs lo más sencilla posible. Ella pasa el intervalo de quince minutos entre las conferencias en el pasillo vacío o en un cuarto adyacente y entonces entra en la clase siguiente, donde hay un lugar reservado para ella».

Sin embargo, una vez dentro, ella pidió normalizar la situación: «Raramente exploté el privilegio de clases separadas», cuenta en sus memorias. «Después de mi segunda lección individual de anatomía comparada, decidí hablar con el profesor Salvedra, que era un maestro muy amable y paciente. Había llegado a la conclusión de que, desde el principio, debía verme igual que a los otros jóvenes, cuyos derechos y deberes de estudiante yo quería compartir».

Aquel fue el primer paso de muchos en la carrera de Aletta Jacobs. Además de ser la primera holandesa en llegar a la Universidad, también fue la primera en alcanzar el título de doctor en Medicina. A partir de ahí viajó a Londres, donde conoció el movimiento feminista, que reclamaba entre otras cosas el derecho al sufragio y el uso de anticonceptivos para la mujer.

En ese sentido, Aletta Jacobs trabajó para mejorar e implantar el diafragma en su Holanda natal. Se casó con Carel Victor Gerritsen, un exitoso comercial de grano holandés, y mantuvieron una relación bastante igualitaria para la época. Su marido después tuvo una intensa actividad política y murió joven, víctima de un cáncer de estómago. Ella le sobrevivió durante 24 años y también fue pionera en otra cuestión: cinco años antes de morir dejó por escrito que ella quería ser incinerada. Y así se hizo.

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