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Foto de familia de la XIII edición del Premio ABC Solidario - ÁNGEL DE ANTONIO

XIII Premio ABC Solidario: la mejor vacuna contra el egoísmo

La vocación de servicio al prójimo ha sido reconocida en la Casa de ABC, con ayuda, entre otros, del ministro Zoido y la Defensora del Pueblo

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Trabajar para mejorar la vida de los demás merece un premio. Al menos, que aquellos cuyo empeño es siempre un aliento para el prójimo vistan galas y recaben un vítore unánime por una noche. Así ha sucedido este lunes en la Casa de ABC, ante un centenar de invitados. El acto de entrega de los Premios ABC Solidario, que cumplen trece años con el patrocinio de Telefónica y Banco Santander, rindió tributo a cinco instituciones. Todas ellas no solo lograron, a una, el reconocimiento sincero por su dedicación sacrificada en pro de las personas con carencias, sino también la garantía de que podrán seguir adelante gracias a la dotación económica de estos galardones. Porque, como dice el lema de esta edición, «la solidaridad no se expresa con palabras, sino con hechos».

ABC quiere reconocer los hechos y ponerle palabras. En su nombre, Catalina Luca de Tena, presidenta-editora de esta cabecera, resaltó al inicio de la ceremonia la «entrega al prójimo, convertida en forma de vida» de las cinco entidades agasajadas, que «ha de representar un modelo para el conjunto de la sociedad». Esta idea enraíza con el origen de los galardones, que no es otro que el de «ser una llamada de atención a reaccionar contra la desigualdad y la indiferencia», destacó Luca de Tena.

Para ello, este periódico trata de poner su granito de arena con la transmisión de valores, porque «a veces las palabras ayudan y la solidaridad se puede y se debe expresar también con palabras», enfatizó la presidenta editora. Subrayó, blanco sobre negro, el nexo de unión del rotativo que preside y las entidades premiadas: «Escribimos a diario sobre libertad, justicia, ética, y también sobre solidaridad, para reconocer a quienes la expresan con hechos».

Lecciones magistrales

Luca de Tena valoró la misión de los premios y su proyección pública: «Transmitir a la opinión pública las lecciones magistrales de humanidad que nos dan con su esfuerzo es nuestra manera de contribuir a una obra que nos concierne y que desde nuestras páginas queremos proyectar a la sociedad como una vacuna contra el egoísmo».

Fue el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, el encargado de entregar el primer y más abultado premio (el último, en el orden protocolario), que distingue el Proyecto Solidario, dotado con 40.000 euros. El ministro no quiso dejar de felicitar a los responsables de la Fundación Alalá por poner en marcha un programa que trabaja por el futuro de los menores de su tierra, Sevilla.

«Los empresarios también debemos ocuparnos de los barrios marginales de nuestras ciudades», instigó José María Pacheco, presidente de la Fundación, en presencia de patronos como el torero Miguel Báez «El Litri». Con solo tres años de vida, esta entidad ha conseguido dar apoyo a través del arte y la cultura a más de un centenar de niños del Polígono Sur de la capital andaluza, una zona en riesgo de exclusión social, como demostraron en vivo y en riguroso directo José Ángel, Natalia y Manuel, que se prodigaron en fandangos y en «una nana del caballo» en honor a Camarón que arrancó a más de uno un escalofrío.

Por su parte, Manos Unidas, con el programa de «desarrollo comunitario y de la mujer de Barabanki» (un grupo de 30 aldeas rurales situadas al norte de la India) consiguió el segundo premio de esta categoría, dotado con 20.000 euros. «Invertir en una mujer es como regar el jardín del vecino», reza un dicho indio contra el que lucha desde hace 60 años Manos Unidas. Su presidenta Clara Pardo habló de los «descastados y los tribales» que viven en Barabanki, pero sobre todo, de la marginación que padecen las mujeres. «Sus vidas no tienen ningún valor», destacó Pardo tras recibir el galardón de manos de Julio Linares, vicepresidente de Telefónica.

La Fundación Pablo Horstmann ganó el tercer premio y sus 10.000 euros. Irán destinados a evitar que los niños del archipiélago keniano de Lamu se queden sin acceso a los servicios de salud. «A muchos padres les hemos dado el mejor premio: devolverles sanos a sus hijos cuando los traían enfermos», reconoció Ana Sendagorta cuando recibió el premio por parte de Alejandra Kindelán, directora de Relaciones Institucionales del Banco Santander. En toda Kenia, hay 60 pediatras. En Lamu, para 75.000 niños, no había ninguno cuando aterrizó la Pablo Horstmann hace nueve años.

También se ganó un homenaje Soledad Becerril, Defensora del Pueblo y presidenta del jurado, pese a que era ella quien otorgaba un galardón. «Ha sido un verdadero honor», le dijo Expósito, rindiéndole pleitesía. A continuación, Ana Botella recogía el premio a la Fundación Integra, acompañada de uno de los beneficiarios de sus programas, Miguel Rucabado. «No hay medida social más importante que dar empleo a una persona», dijo la exalcaldesa. Rucabado, adicto a las drogas, dio fe: «Han sacado cosas de mí que ni sabía que tenía», reconoció.

En la modalidad de voluntariado universitario, Fátima de la Cierva entregó el premio al Centro de Cooperación de la Universidad de Burgos. Ellos procuran un futuro mejor para los menores de Potosí (Bolivia). En palabras de Elena Vicente, vicerrectora de Internacionalización, «estos premios nos impulsan a seguir trabajando», sentimiento compartido por todas las entidades.

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