IGNACIO M. BUSTAMANTE

El trío

Esta semana dos de los protagonistas indiscutibles de la actualidad han sido dos futbolistas del Eibar: Sergi Enrich y Antonio Luna

IGNACIO M. BUSTAMANTE
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Esta semana dos de los protagonistas indiscutibles de la actualidad –no tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales– han sido dos futbolistas del Eibar: Sergi Enrich y Antonio Luna. Ni usted ni yo habíamos oído hablar de ninguno de ellos anteriormente, y eso que su equipo logró un meritorio empate en el Bernabéu la semana pasada. Sin embargo, Enrich y Luna se han hecho ya tristemente famosos. Y no precisamente por sus goles, sus grandes pases al espacio libre o su magistral toque de balón en el lanzamiento de faltas. Sus nombres han saltado a la luz por una ‘hombrada’ que no es necesario que les detalle aquí porque probablemente ya la sabrán. Ambos machotes, con sus tatuajes y sus peinados a lo Ronaldo, grabaron en vídeo el que probablemente consideren el momento culmen de sus vidas, el rato que pasaron con una joven que, voluntariamente, accedió a mantener relaciones sexuales con los dos a la vez.

Allá ellos, los tres, con sus vidas, sus valores y su dignidad. Pero su caso ha vuelto a recordarnos –con tanto jaleo en el PSOE, los catalanes o los mangantes del PP se nos olvida lo importante– que vivimos en una sociedad, la española, cada día más podrida.

Una sociedad que sonríe pensando que semejantes papanatas son la viva imagen del éxito: jóvenes, guapos, millonarios y gamberretes, montándose juntos un trío con una chica guapa. Por el contrario, ella ya está marcada para siempre. Ellos, los héroes. Ya les habrán invitado los colegas a varias rondas de cerveza, sus móviles estarán hasta arriba de mensajes desternillantes. Como diría Guardiola, son los putos amos. Ella, sin embargo, no podrá siquiera salir a la calle. Repudiada. Somos unos machistas. Seguimos siéndolo. Como hace dos mil años, como en el siglo XIX. Como ayer mismo.

Y el machismo no es, probablemente, el mayor de nuestros problemas. Atravesamos una etapa de crisis que no es sólo económica. Lo es también de valores. Y permítanme que les diga, nuestra juventud está dando graves pasos para atrás. No lo digo yo, lo dice el último informe de la Fiscalía. Cada día se producen más casos de violencia de género entre los jóvenes. Cada día los chicos adolescentes se creen con más poder sobre las chicas. Y lo que es peor, ellas lo aceptan.

El problema es serio. Mucho más de lo que imaginamos. Y sólo hay una forma de combatirlo: educación. En casa por supuesto, en un 99,99%. Pero en los colegios también. No vale lavarse las manos. Nuestros hijos pasan allí muchas horas, allí conviven y allí los profesores deben estar, como mínimo, vigilantes. De los políticos, en este tema, tampoco esperamos gran cosa. Muchos de ellos piensan que todo se arregla llamándolos estudiantes y estudiantas. Jóvenes y jóvenas. Los muy imbéciles. E imbécilas.

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