Ignacio Moreno Bustamante

Los tontos de la clase

Esta gente no fueron a colegios internos. Iban a asambleas. No les dieron dos cosquis, les dieron un megáfono

Ignacio Moreno Bustamante
CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Hace cosa de 25 o 30 años, si tu vida transcurría en la adolescencia, tus notas eran un desastre y el carácter de tu padre variaba del cabreo a la desesperación a causa de tu rendimiento escolar, uno de tus posibles destinos veraniegos era Umbrete, municipio sevillano con un horroroso colegio interno en el que tenías todo incluido: cuatro horas de clase diarias, seis de estudio, algún ratito en el patio, desayuno, comida, cena y litera. También estaba la opción del ‘Miguelito’, nombre con el que conocían la academia de estudios de Valdegrana aquellos que jamás la pisaron. Don Miguel Torres para los que sí lo hicimos. Porque a mí me tocó conocer ambos centros, como a tantos otros jovenzuelos de aquella época.

Quizá hoy, los padres manden a los hijos que catean a Disneyland o a Port Aventura, por aquello de que no se traumaticen. Pero a nosotros nos tocaba Umbrete, ‘Miguelito’ o el mítico y terrorífico Campillo, del que no puedo hablar porque ese no lo pisé.

No diré que aquellos veranos fueron divertidos. Les aseguro que a esas edades lo último que te apetece es estar en un colegio interno. Pero sí que hoy día no puedo agradecer suficientemente a mi santo padre que tomara la decisión de enviarme allí. Por muchas razones, académicas y vitales. Una de ellas fue poder conocer a gente increíble, de todo tipo, con las que la amistad aún perdura. Algunos eran y son personas brillantes que, digamos, tuvieron una mala época. No daré nombres pero les diré que entre ellos hay gente muy conocida –sevillanos, jerezanos, portuenses, gaditanos...– que hoy día brillan con luz propia en sus vidas y en sus profesiones. Pero, a qué engañarnos, también había auténticos zoquetes. Gente más bruta que un ‘arao’, como el hermano de un famoso torero que no le echaba valor ni al toro ni a los libros. Amigos a los que por más que se les intentara ayudar, no daban para más. Los quieres igual, son amigos leales, divertidos... buena gente. Pero no les pidas que sumen dos más dos o que traten de analizar un problema con cierta perspectiva. O que hagan planteamientos a medio/largo plazo. Son cortos y ya está.

Me ocurre que últimamente, cada vez que veo una idea, un proyecto o una declaración de quienes gobiernan Cádiz desde hace un año, me vienen a la mente estos amigos de los que les hablo. No dudo de la buena intención, pero me sorprende la torpeza. La de empeñarse en remover historias del pasado de las que no tienen ni pajolera idea, la de repetir una y otra vez la misma frase –sobre la temática que sea– como el burro que da vueltas al molino. La de ser incapaces de plantear proyectos a futuro, el del Portillo es el caso más reciente, y pensar sólo en el hoy, que es la mejor forma de arruinarse el mañana.

Esta gente no fueron a colegios internos. Iban a asambleas.No les dieron dos cosquis, les dieron un megáfono. Y hoy gobiernan.

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