EDITORIAL ABC

El PSOE se retrata en Europa

Es evidente que a Sánchez el Tratado de Comercio con Canadá le interesa poco, porque su objetivo es exteriorizar su giro a la izquierda, sean cuales sean las consecuencias políticas

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El PSOE ha anunciado que finalmente se abstendrá en la votación parlamentaria para la ratificación en España del Tratado de Comercio con Canadá, después de haber anunciado previamente que votaría en contra, vetándolo, y después de haber quedado en evidencia, una vez que los eurodiputados del propio PSOE hubiesen votado a favor. En contra, a favor y abstención… en el plazo de unas horas, todo un ejemplo de incoherencia política. Ha sido la historia de un despropósito, de un disparate político generado solo por la obsesión de Pedro Sánchez de imitar a Podemos en todo aquello que pueda permitirle recuperar a votantes huidos hacia el populismo de extrema izquierda. La estrategia de Sánchez por volver a conquistar a los votantes perdidos es legítima, pero incurre en el absurdo si obliga a su partido a un ejercicio de contorsionismo político incomprensible e irresponsable.

Se trata de un tratado, beneficioso para España y para Europa, que ha impulsado y apoyado a pies juntillas toda la socialdemocracia europea sin grandes debates ideológicos. Con todo, lo más grave es que probablemente Sánchez haya tomado una decisión precipitada e irreflexiva sin conocer siquiera el alcance de ese tratado, y ahora no alcanza a rectificar más que con una abstención de última hora que no oculta el ridículo político hecho por el PSOE en las últimas 48 horas. Hasta el comisario europeo socialista Moscovici puso ayer personalmente de manifiesto ante Sánchez su profundo error.

Es evidente que a Sánchez el acuerdo le interesa poco, porque su único objetivo es exteriorizar un giro a la izquierda, sean cuales sean las consecuencias políticas. Su torpeza ha sido flagrante porque ha demostrado su relativización de la política real, su nulo concepto del interés general en España como país y su desprecio por la coherencia cuando de lo que se trata es de bloquear cualquier iniciativa legislativa impulsada por el Gobierno de Rajoy. Sin embargo, el coste de su «podemización» puede ser alto para el PSOE en la medida en que genera mucha más confusión que criterio, equilibrio y sentido de Estado. En otro obsesivo «no es no», Sánchez no solo ha caído en la enésima trampa de Pablo Iglesias, sino que su rectificación a medias para que el acuerdo pueda ser ratificado obliga al PSOE a quedar en tierra de nadie, haciendo incluso coincidir el punto de vista de su partido con el de la extrema derecha francesa o con el del populismo antisistema de izquierdas en Europa. El riesgo principal para Sánchez en esta nueva etapa era aparecer de nuevo como un líder insolvente cuyas decisiones estaban basadas en el sectarismo y la incongruencia. Sin embargo, lo ha vuelto a conseguir dejando un poso de insatisfacción y dudas en su propio grupo parlamentario.

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