Murió el santismo

Las presidenciales de ayer en Colombia han sido más un acto funerario que una celebración de nueva vida política

Ramón Pérez-Maura

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Las presidenciales de ayer en Colombia han sido más un acto funerario que una celebración de nueva vida política. Empecemos por los derrotados: El jefe de la delegación gubernamental en la negociación de los acuerdos de paz de La habana, Humberto de la Calle, obtuvo un humillante 2,06 por ciento de los sufragios. Una cifra que no le permite ni alcanzar el umbral a partir del cual el Estado devolvería al Partido Liberal los gastos de la campaña. Están quebrados y su jefe partidista, el ex presidente César Gaviria, estará ahora defendiendo sus intereses particulares, no los del partido ni los del santismo. El que fuera vicepresidente de Santos, Germán Vargas Lleras, obtuvo un 7,28 por ciento a pesar de tener toda la maquinaria política oficialista tras él. Con todo, una miseria. Más relevante fue el espectacular resultado de Sergio Fajardo que con el 23,73 por ciento de los votos se quedó a 260.000 votos de Gustavo Petro, que acabó segundo con el 25,08 por ciento. No hubo una sola encuesta –dentro de los plazos legales para difundirlas- que otorgase a Fajardo el resultado final que obtuvo. Todas le situaban con diez puntos menos. Pero Fajardo hizo una buena campaña presentándose como un auténtico candidato de centro –pese a su origen en el izquierdista Polo Democrático que le ha arropado en esta campaña. Su gran apuesta era argumentar que él era un candidato mucho más viable que Petro, que es inelegible para un altísimo porcentaje de colombianos. Y si la segunda vuelta hubiese sido entre Duque y Fajardo las opciones de victoria de Duque hubieran sido mucho más limitadas.

A pesar del auge de Fajardo, no parece que sustrajera un número relevante de sufragios a Gustavo Petro, el candidato de la izquierda que, al igual que De la Calle, Vargas lleras y Fajardo, desea mantener íntegramente los términos del acuerdo entre el Gobierno y las FARC. Petro logró el pase a segunda vuelta y ahora compite con el ganador, Iván Duque (39,14 por ciento) por el voto del centro. Duque obtuvo un resultado ligeramente por encima de lo que le daban los sondeos, pero, aún así, demostró debilidades sorprendentes. La más notoria su pésimo resultado en Bogotá, donde acabó tercero y venció Fajardo –única región del país en la que lo hizo. Fajardo ganó allí quitando votos a Duque, no a Petro que es un ex alcalde de la capital. Lo lógico es que esos votos vuelvan a Duque como los de tantos otros centristas que no quieren ver en la Presidencia a un ex guerrillero como Petro. Y la mayor parte del 7 por ciento que logró Vargas Lleras también debería ir a parar a Ivan Duque. Ahora empieza una difícil segunda vuelta para el 17 de junio. Hay muchas negociaciones que hacer. Y esas negociaciones en Colombia consisten en promesas de cuotas de poder a cambio de tus votos. Pero cada vez es más difícil demostrar que tienes detrás una maquinaria electoral que te garantiza poder ofrecer un porcentaje de votos. Eso no le ha funcionado ni a Vargas Lleras. La Colombia del Partido Liberal y el Partido Conservador ha desaparecido. Ya tenemos un nuevo partido a la derecha, el Centro Democrático, que en esta elección encarna Iván Duque. Falta saber qué partido va a encarnar la izquierda colombiana. Veremos.

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