Apasionados por la política

Hay jóvenes rupturistas con vocación política que combaten los falsos tópicos de la antipolítica y el populismo

Carlos Floriano ABC
Edurne Uriarte

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Les digo habitualmente a mis alumnos de Ciencias Políticas de la Universidad Rey Juan Carlos que forman parte de una minoría, de una exótica minoría, la de los ciudadanos muy interesados por la política. Un 11,5 por ciento de los españoles, y tan sólo un 7,2 entre los jóvenes de dieciocho a veinticuatro años (Latinobarómetro del CIS, 2013). Y cuando les pregunto cuántos de ellos quieren dedicarse a la política activa en el futuro y levantan la mano entre un 40 y un 50 por ciento de la clase, les añado, con una amplia sonrisa, que son políticamente incorrectos y unos rupturistas. Por defender su pasión por la política a contracorriente de la moda y de los valores dominantes y por enfrentarse a la ola populista de la antipolítica.

Cuando esos jóvenes estudiantes tienen el valor de confesar en público su vocación política, no es extraño que hayan tenido también la iniciativa de organizar esta semana una mesa redonda con políticos en la Universidad . No para debatir sobre sus posiciones políticas, sino para hablar de la vocación y de la profesión política, independientemente de partidos y de ideologías. Otro exotismo. Acudieron a su llamada los diputados Carlos Floriano (PP), Rafael Simancas (PSOE), Gloria Elizo (Podemos) y Melisa Rodríguez (Cs), y el senador más joven de España, Bernat Picornell (ERC). Mis alumnos les escucharon con el máximo interés y con esa reconfortante sensación de encontrarse con tipos pertenecientes a la misma rara minoría que ellos, ciudadanos con vocación política.

Otra provocación, esta de referirse a la vocación política , por muy fuerte y obvia que sea entre los políticos o entre los estudiantes de Políticas. Y por mucho que este rasgo les diferencie de la gran mayoría. Pero uno de los falsos tópicos que sostienen la antipolítica y el populismo es la supuesta existencia de un pueblo virtuoso dispuesto a encargarse de la actividad política en cualquier momento para sustituir a los nefastos políticos que están ahí sólo para alcanzar sus objetivos personales de fama, enriquecimiento y poder.

Rafael Simancas contó en la mesa redonda la experiencia de amigos que omiten su paso por la política, cuando envían sus curriculums a las empresas. Algo que mis alumnos viven desde antes incluso de entrar a la Facultad de Políticas, cuando asisten a las miradas desdeñosas de su entorno por esa su sospechosa vocación. Que se sostiene, a su vez, con otro de los falsos tópicos sobre la política, su supuesta mayor falta de ética que el resto de actividades sociales, carente de todo sustento empírico, pero de enorme éxito en las creencias populares.

Bernat Picornell, el jovencísimo senador, tuvo el atrevimiento, además, de sugerir el aumento del número de asesores como medida necesaria para mejorar la actividad política. Quizá porque Picornell es politólogo, como mis alumnos , y sabe que la política necesita de expertos y de personas de alta formación para atender a múltiples asuntos complejos. Pero el otro falso y también exitoso tópico de la antipolítica dice que cualquiera puede dedicarse a tal actividad. Aún más, que la experiencia política es negativa y que los políticos con experiencia y, por lo tanto, necesariamente viciados, deben ser sustituidos por personas que no tengan pasado político alguno.

Para rematar los falsos tópicos, no olvidemos el referido a la supuesta escasa formación de los políticos, otra falsedad en contra de datos contundentes que muestran todo lo contrario. Así se ha construido la antipolítica, pero así la combaten también algunos jóvenes rupturistas y apasionados.

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