Jaime Gonzalez

Yo me acuso

El jefe de Opinión de ABC responde a David Gistau después de su polémica discrepancia por ARCO

Jaime González

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Reconozco que esto de discrepar de un compañero al que tengo en alta estima me estimula. David Gistau maneja la pluma con tiento y es rápido de reflejos. Más que yo, que siendo mucho más lento no he tenido otro remedio que servirme de mi cargo de jefe de Opinión de ABC para hacer trampas y disponer de una pequeña ventaja. Leí su artículo antes de que fuera publicado y eso me permitió contestarle el mismo día y unas páginas antes. Es cierto y lo lamento: tardé 24 horas en salir en defensa del editorial que avalaba la retirada de la obra de Santiago Sierra de ARCO -lo mismo que él tardó en salir a cuestionarlo-, aunque tal vez debí esperar 48 para cumplir con los plazos que demandan los cánones, según David Gistau, de la más elemental cortesía. Mis disculpas por delante.

Como la polémica de la obra de Sierra no da para mucho más y las legítimas discrepancias entre Gistau y yo ya han ensanchado bastante los muros de la pluralidad de ABC, vamos a dejar zanjado el asunto: él entiende que hubo censura y yo no. Es más, por mi parte creo que el organismo público no hizo otra cosa que cumplir su obligación en aplicación de la ley 29/2011, de 22 de septiembre de Reconocimento y Protección Integral de las Víctimas del Terrorismo: «Las Administraciones Públicas deberán adoptar las medidas necesarias para impedir que se exhiban públicamente monumentos , escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas o de exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del terrorismo o de los terroristas». La obra de Sierra (en la que se rendía tributo a dos etarras presos, entre otros personajes funestos) no debió de entrar nunca en ARCO, pero al menos se retiró antes de su inauguración.

En otro orden de cosas, me plantea Gistau un supuesto inquietante, una distopía en toda regla: el caso de un jefe de Opinión (pongamos que fuera yo) que usara su columna para pedir el despido de un colaborador (supongamos que fuera él). Reconozco que el erotema de Gistau está bien tirado. Es de esas preguntas retóricas que mezclan el «interrogatio» y el « quaesitum » y que demandan una respuesta compleja. En todo caso, trataré de ser breve: no temas, David. Tienes todo el futuro por delante y a mí se me agota el tiempo. Bastante tengo con ponerme a cubierto. Prometo no leer sus artículos hasta bien entrada la noche, aunque para agilizar el trabajo le rogaría que siguiera mandándolos como lo hacía antes de este pequeño y puntual desencuentro. Palabra de colega que no les echo un ojo hasta que no me apuren con la hora del cierre. Es una pena, porque a Gistau hay que leerle despacio para captarle el mensaje.

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