David Gistau

Más cuadros

Cualquier lector puede leer en la edición de ayer los dos artículos que componen esta fraterna discrepancia entre Jaime González y este servidor

David Gistau

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Tengo por costumbre enviar los artículos temprano. Al menos, cuando no hace falta esperar algún hecho periodístico relevante que ocurra tarde. Creo que voy a cambiar esa costumbre : escribiré temprano pero enviaré tarde, al filo del cierre. Así tal vez consiga evitar algo que supone una experiencia nueva, y casi graciosa además de significativa, en mi ya longeva relación de colaborador externo -unas veces más externo que otras- con diarios: que el mismo periódico que me publica en Opinión se esfuerce simultáneamente por destrozar el artículo en una página anterior firmada por el jefe de Opinión para que el lector llegue a la columna predispuesto en contra. Una desactivación preventiva. De verdad, es gracioso si uno se para a pensarlo. Aunque admitirán que juego en desventaja.

Al hacerlo en la edición de ayer, Jaime González aludió elegantemente a la pluralidad del periódico y a la sana tensión que existe en cualquier diario capaz de contradecirse a sí mismo de una página a otra. Estoy de acuerdo con ello. De hecho, es el modelo en el que creo . En el periodismo y en todo lo demás. A este periódico le honra ser así. Imaginemos, qué sé yo, a un periodista situado en una posición jerárquica en una redacción, y en concreto en Opinión, que usara su columna para pedir el despido de un colaborador y declararlo indigno de sus páginas por falta de nobleza o de rectitud. Eso sí sería inelegante, eso sí describiría un periódico doctrinal y cavernario que afortunadamente no es éste. Al aceptar, por tanto, el juego de la saludable polémica que me propone Jaime González con la deconstrucción del artículo, procuraré, al menos, escamotearle en adelante la ventaja de disponer de una tarde entera para buscarle el cable azul a un artículo que ni siquiera ha sido publicado y que reclama su derecho a ser destrozado después de leído por el público, no antes. Pido perdón por adelantado a los redactores a los que siempre intenté no complicar el cierre para que no llegaran tarde a casa por mi culpa . Sé cuánto molesta, a cierta hora, tener una página llena de huecos en blanco. Para compensar, trataré de que lleguen siempre ajustados.

Cualquier lector interesado en ello puede leer en la edición de ayer los dos artículos que componen esta hermosa, plural y fraterna discrepancia entre Jaime González y este servidor de ustedes acerca de la censura en ARCO. No encuentro necesario prolongarla ni ponernos reiterativos por más que lo estemos pasando muy bien. Sólo introduciré un matiz y una respuesta a una pregunta directa . El matiz es que el espacio es público, pero la galería paga por usarlo a su antojo en los límites establecidos por la ley. A la pregunta de por qué no veo una censura igual en la retirada de arte o monumentos franquistas, respondo que, en ese caso, se actúa por orden de un juez y en aplicación de una ley vigente. Como con el rapero. Pero no en ARCO .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación