Pueblos únicos

Testigos de la historia

Los Toros de Guisando fueron espectadores, en 1468, del reconocimiento de Isabel la Católica como legítima heredera de los reinos de Castilla y de León por parte de su hermano Enrique IV

Las cuatro esculturas de granito están situadas en el Cerro de Guisando ABC

MONTSE SERRADOR

La localidad abulense de El Tiemblo, en la vertiente septentrional de Gredos, puede presumir de haber acogido uno de los acontecimientos más transcendentales de la historia de España al que va ligado la propia construcción del Reino. El 19 de septiembre de 1468, el Rey Enrique IV reconoció a su hermana, la entonces Infanta Isabel, como legítima heredera de los reinos de Castilla y de León, quien reinaría después con el sobrenombre de «La Católica». Apartaba así a su hija Juana, «la Beltraneja», de la Corona, alentando de esta forma la sospecha de que la Princesa era descendiente ilegítima del Monarca. Testigos de aquel momento fueron los Toros de Guisando, un conjunto escultórico vetón situado en el cerro que lleva su nombre, pero enclavado en suelo de El Tiemblo, un municipio igual de bello que el vecino Guisando, considerado este último la «Andalucía de Castilla» por su blancura.

Los cuatro toros vetones son una manifestación del pueblo prerromano que habitó aquellas tierras desde el siglo V a.C. hasta la conquista romana y se encuentran en un recinto rodeado por un muro bajo de piedra al que se accede libremente. Junto a los verracos, unos cimientos a ras del suelo recuerdan que allí hubo una edificación de la que ya apenas quedan restos. Se trata de la Venta Juradera, una humilde posada en la Cañada Real donde se dieron fraternal cita Enrique e Isabel para firmar un pacto transcendental para la historia de España. La venta servía de avituallamiento y descanso para los ganaderos de la Mesta y llegó a depender del cercano Monasterio de San Jerónimo.

Poco queda del paso de Enrique, mucho más del de Isabel, en un pueblo que lleva con humildad haber acogido una cumbre política que cambió el rumbo de la historia de España y, por ende, del Imperio. Nunca sabremos qué hubiera sido de la Reconquista o del Descrubrimiento y, en definitiva, del futuro de nuestros antepasados, de haberse optado por otra solución. Pero reinó Isabel y El Tiemblo y tantos otros pueblos de su provincia natal (vio la luz en Madrigal de las Altas Torres), la recuerdan en estatuas, edificios, rutas… Muy posteriores a estos hechos son su iglesia de la Asunción o la ermita de San Antonio. En los alrededores, la naturaleza, como la historia, deja su huella en bosques, lagos y cumbres que miran a Castilla y León, a Castilla-La Mancha y a Madrid.

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