Iglesias, en un mitin de Catalunya Sí que es Pot
Iglesias, en un mitin de Catalunya Sí que es Pot - efe

Pablo Iglesias, a la caza del votante socialista

El líder de Podemos se vuelca en Cataluña con la mirada puesta en las generales, donde el enemigo a batir es Pedro Sánchez

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«Votar socialista es votar morado», clamaba el Pablo Iglesias que invocaba el espíritu de Enrique Tierno Galván, el muy querido alcalde socialista de Madrid, antes de la cita electoral del 24 de mayo. El secretario general de Podemos las consideró primera vuelta del examen para el que su partido lleva preparándose año y medio: las elecciones generales.

Tras esa primera cita con las urnas de un partido ya constituido como tal, los comicios catalanes son para Iglesias el impulso definitivo para el asalto a La Moncloa. «En lugar de huir de Rajoy, ¿por qué no lo echamos juntos?». La máxima que repite mitin tras mitin representa el modo en que Podemos se plantea el 27-S: pedir a la región que lo apoye ahora...

y el próximo diciembre.

Iglesias ha programado numerosos actos en Cataluña, se ha volcado en sus intervenciones en la prensa e intenta combatir a su principal enemigo electoral, el PSOE, en una comunidad autónoma en la que las encuestas están, de momento, a su favor. «No entendí cuando Pedro Sánchez se envolvió en una bandera. Creo que los socialistas no votan pensando en banderas sino en la gente», le espetó ayer a Julia Otero en una entrevista en Onda Cero, en la primera oportunidad que tuvo de nombrar al contrincante socialista.

El «votante socialista» obsesiona a Iglesias, que no quiere conformarse con que Podemos se convierta en la nueva Izquierda Unida y tiene ambición de Gobierno. Reivindicándose como un auténtico socialdemócrata, el líder de Podemos quiere que su partido ocupe el espectro del PSOE.

«La izquierda no va a ganar las elecciones, las ganará el protagonismo ciudadano de la gente», insistió Iglesias, con el ya repetido argumento con el que cierra una y otra vez la puerta a pactar con IU. «Yo soy de izquierdas, pero no vamos a pedirle el carné a la gente. Hay que gente que no piensa como yo pero me va a votar», recordaba el de Podemos.

Para consumar su «asalto», la ambición es la misma que el partido tenía en mayo de 2014: derrotar al PSOE para ser la única alternativa al PP. A Pedro Sánchez no le quedará más remedio que pactar con los populares o darle el Gobierno a Pablo Iglesias. «La única forma de llevar al PSOE a posiciones razonables es con nosotros por encima. Solo hay un voto útil para frenar a Rajoy, el voto a Podemos», se reivindicó Iglesias en los micrófonos de Onda Cero, repitiendo el discurso que pronuncia desde el pasado mayo.

Objetivo: «pasokización» del PSOE

El PSOE «ha sido siempre el partido que ha frenado el cambio y ha mantenido a los poderosos», indican dentro de Podemos. La estrategia pasa por sacar a la luz todas las «manchas» del currículum socialista —esas que lo alejan del verdadero corazón socialdemócrata al que apela constantemente Iglesias y que, según sus propias palabras, representan «padres y abuelos»—. Podemos pretendía repetir lo ocurrido en Grecia con su hermano Syriza, hoy en el Gobierno, y el Pasok, el partido socialdemócrata que durante 40 años fue hegemónico en el país heleno y hoy tiene que conformarse con apenas un 7% de los votos. Pero los socialistas españoles parecen lejos de la «pasokización».

Por ello, Iglesias apela a referentes internacionales y patrios que habitualmente fueron cantera socialista. En la confección de su lista para las elecciones generales, Iglesias ya tanteó a miembros de Jueces para la Democracia, vinculada tradicionalmente a la izquierda socialista. Su portavoz, Joaquim Bosch, rechazó una oferta directa de Iglesias, que sí aceptó el ex vocal del CGPJ José Manuel Gómez Benítez, que ocupó su asiento en el órgano de gobierno de los jueces a propuesta de los socialistas.

El otro gran referente «robado» a los socialistas ha sido el economista francés Thomas Piketty. Iglesias pudo anotarse el tanto de contar con el autor de «El capital en el siglo XXI» como asesor para su programa económico, pero el economista no dudó en asegurar un día más tarde en una entrevista a El Mundo que continuaría su relación con el PSOE: «Hablaré con los dos".

La batalla por el referente griego del «cambio», Syriza, está más que ganada para Podemos, y al PSOE solo le queda debatirse entre acercarse o no al recién reelegido Alexis Tsipras, ya despojado de «la izquierda radical y antieuropea» que «estaba en la escisión de Syriza» (Unidad Popular), en palabras de la portavoz de los eurodiputados socialistas, Iratxe García.

El último de esta lista es el reciente líder del Partido Laborista británico Jeremy Corbyn, cuya victoria celebraron rojos y morados. «A Corbyn no lo han comparado con el PSOE sino con nosotros, eso prueba que está cambiando Europa», se vanaglorió ayer Iglesias. «Estamos encantados de que nos copien tanto», indicó el líder de Podemos en alusión a los dirigentes del PSOE —a los que ya se dirigió en otra de sus ahora múltiples entrevistas con los medios con un elocuente «don't imitate, innovate» (no imitar, innovar) jactándose precisamente de que Corbyn hubiera sido llamado «el Pablo Iglesias británico»—. «Pero que no se queden en las palabras», reinvindicó, marcando distancias entre lo que él quiere que se considere el original y la copia.

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