Neil Tennant, durante de Pet Shop Boys, durante su actuación en el Cruïlla
Neil Tennant, durante de Pet Shop Boys, durante su actuación en el Cruïlla - EFE

Ryan Adams y Pet Shop Boys hacen brillar (y bailar) al Cruïlla

El músico estadounidense ofreció una soberbia actuación en una jornada en la que también destacó el soul-rock despendolado de Little Steven & The Disciples Of Soul

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Al Cruïlla se le aplaude, y con razón, su inquietud a la hora de diseñar carteles transversales y de repescar artistas poco dados a dejarse ver por aquí, y desde ahora habrá que agradecerle también haber hecho posible el regreso de Ryan Adams a Barcelona quince años después de su única actuación en la ciudad. El estadounidense estaba programado en uno de los escenarios supuestamente secundarios, pero se convirtió en el gran triunfador de la noche gracias a una soberbia y electrizante actuación que aniquiló el regusto agridulce que dejó su debut en la sala Bikini.

Acompañado por una banda de primera que a ratos sonaba como los Replacements hincándole el diente al repertorio de Fleetwood Mac, troceó lo mejor de su extensa discografía

y lo sirvió con una entrega admirable, alternando el poderío melódico de «Do You Still Love Me?», «To Be Young (Is To Be Sad, Is To be High)», «Doomsday» y «New York, New York» con la épica romántica de «Come Pick Me Up», «When The Stars Go Blue» o esa «My Winding Wheel» en acústico con la que se despidió. Energía pura para una actuación memorable.

Antes de que Adams se coronase como prodigidio indiscutible del rock americano, Steve Van Zandt, mano derecha de Springsteen y capataz de los fogosos The Disciples Of Soul, tiró de galones para convertir el escenario principal de Cruïlla en una gran fiesta de soul y rock entre guiños a Etta James y Southside Johnny y canciones de marcad perfil springsteeniano. Un viaje al corazón del ritmo de acabado imponente -entre vientos y coristas, sobre el escenario había 14 músicos- y con puntos álgidos como «Love On The Wrong Side Of Town». Eso sí: cuando el de Nueva Jersey jugueteó con el reggae, la cosa bordeó el desastre.

Otros veteranos con clase, los británicos Pet Shop Boys, tomaron el mando del control central antes de la medianoche y demostraron, una vez más, que andan sobrados de recursos para ejercer de reclamo pop con todas las garantías. Les falló el sonido, sí, pero la presencia de tres músicos extra sobre el escenario y ese repertorio moteado de rarezas como «In The Night» y «Home & Dry» añadieron nuevas lecturas a sus últimas visitas. No faltaron clásicos como «West End Girls», «It’s A Sin», «Go West» o «Always On My Mind», todos ellos reforzados por la parte electrónica y vestidos de fiesta ochentera con vistas al futuro.

Antes de que el dúo británico echase el cierre y los vistosos globos de colores que coronaban el montaje se desinflasen, el ritmo ya se había trasladado (y también multiplicado) a ese escenario vecino en el que René Pérez rehacía a toda prisa arrolladores himnos de Calle 13 como «El aguante y estrenaba algunas de las piezas de su debut en solitario acompañado de una banda que si de algo andaba sobrada era de brío y de habilidad para añadirse un plus de intensidad al ya de por sí desmadrado reggaeton de «Atrévete-te-te». Baile y locura para empezar a despedir una noche a la que aún la faltaba le guinda despendolado de los siempre efectivos y feroces The Prodigy.

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