LIBROSDiccionario de la no ficción

De la «a» de antología a la «z» de Zinsser. Autores, editores, géneros... Veintisiete términos que acotan la no ficción

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A - Antología

Si el género de la no ficción ha ganado popularidad en los últimos años es, en parte, por la publicación de antologías. A las editadas en 2012 por Darío Jaramillo («Antología de crónica latinoamericana actual») y Jorge Carrión («Mejor que ficción») les han seguido otras como las de Diego Fonseca («Crecer a golpes») y María Angulo Crónica y mirada»), o las entrevistas de Robert S. Boynton a los mejores reporteros estadounidenses en «El nuevo Nuevo Periodismo».

B - ¿Biografías?

No, no lo son. Tampoco memorias ni diarios. La autoficción es una mezcla de todos los géneros anteriores, algo «al mismo tiempo autobiográfico y nada realista», como dice el francés Emmanuel Carrère, que con «El Reino» dio por cerrado su etapa en este terreno.

La autoficción tiene también mucho de reporterismo, pero no deja de ser ficción: la autoficción es la novela del yo. El éxito de Karl Ove Knausgård evidencia el «hambre de realidad». Más información en « Hambre de realidad», de David Shields.

C - Crónica

En EE.UU. lo llaman «non fiction», y en América Latina, crónica. En España, las librerías no saben cómo etiquetar estos libros: reportajes, crónicas, periodismo, ensayo... La definición más citada de este género la firma Juan Villoro: «Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la "voz de proscenio", como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en primera persona. El catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser».

Juan Villoro
Juan Villoro - ABC

Y - (De «The New Yorker»)

Fundada en 1925, esta revista neoyorquina es el Museo del Prado del periodismo narrativo. Aunque no todas las premisas de Harold Ross se hayan cumplido, nació con la intención de no publicar «nada demasiado cerebral o kantiano, ni demasiado exuberante, furioso o efusivo, ni demasiado bohemio, pretencioso o serio». En «The New Yorker» publicó Truman Capote, en varias entregas, «A sangre fría».

Z - Zinsser

«On Writing Well» es uno de los mejores manuales de escritura. «Cuando estés listo para terminar, hazlo. Si has presentado todos los hechos y has cumplido con el objetivo que te habías puesto, busca la salida más cercana». Eso decía William Zinsser.

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