Isidro Sánchez, cuando fue llevado ante el juez tras el crimen.
Isidro Sánchez, cuando fue llevado ante el juez tras el crimen.
SUCESOS

El parricida de Arcos, trasladado de cárcel tras ser agredido por otros presos

Isidro Sánchez, acusado de haber matado a su hijo de ocho meses, ha sido llevado a la prisión de Morón

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Isidro Sánchez, el acusado de haber matado el pasado 1 de junio a su hijo de ocho meses en Arcos, ha tenido que ser trasladado de prisión. El supuesto filicida se encontraba en Puerto 2 pero desde este viernes cumple la cárcel preventiva que dictó el juez instructor en el centro penitenciario de Morón (Sevilla).

Al parecer, según fuentes consultadas por este periódico, la decisión se tomó después de que Isidro Sánchez fuera agredido en el patio por otros reclusos. Las lesiones y contusiones que le provocaron los golpes obligaron a su traslado urgente al Clínico de Puerto Real donde, tras ser atendido y curado, fue llevado directamente a la prisión sevillana. Como comentan las mismas fuentes, la actitud del procesado ha sido bastante conflictiva desde su ingreso.

Él mismo declaró a los médicos que «no era la primera vez» que le pegaban. Por tanto, y para evitar males mayores, se acordó su traslado inmediato.

Desde que entró en la cárcel, a Isidro Sánchez se le asignó un recluso de los llamados 'de confianza', tal y como ordena el protocolo de seguridad, pero los hechos ocurrieron en el patio y en otras dependencias comunes donde sí tiene contacto con otros presos.

El interno que se le asignó como compañero también ha sido trasladado a Puerto 3 para evitar nuevos riesgos.

Como se recordará, el juez ordenó para Isidro Sánchez prisión sin fianza después de que éste le confesara que había matado a su hijo de ocho meses y agredido a su mujer. Los trágicos hechos ocurrieron durante la madrugada en la calle Adolfo Suárez de la localidad arcense. En el número 5 tenía lugar una fuerte discusión entre Isidro y su pareja, Sara, de 31 años. El niño de ambos fallecía, supuestamente a manos de su padre cuando éste le tapó la boca para evitar que siguiera llorando y alertara a los vecinos y a la Guardia Civil.

Tras su detención pasó la noche en los calabozos de la Policía Local del municipio. No dejó de vociferar. Hablaba solo y se mostró en todo momento muy inquieto mientras decía cosas sin sentido.

El día de los fatídicos hechos, tras su arresto, comentó que el asesinato del niño no había sido intencional. Que lo había matado por «accidente». La autopsia confirmó que el bebé había fallecido por asfixia cuando presuntamente su padre le tapó la boca fuertemente para que dejara de llorar, asustado por los gritos y los golpes que supuestamente estaba recibiendo su madre.

Sin embargo esta versión no fue la que mantuvo ante la Guardia Civil ni ante la segunda letrada que le asistió -renunció al primer abogado de oficio que le tocó porque «tenían el mismo apellido»-. Tampoco ante el juez. El acusado continuó admitiendo los hechos pero sorprendió a todos con una rocambolesca versión. Con el mismo discurso incongruente declaró que la madrugada del jueves se despertó, apagó el móvil y lo reinició. Así, mientras esperaba que se activara de nuevo el sistema le fueron apareciendo en la pantalla unos mensajes. «Los otros» le ordenaron que matara al niño, declaró.

Ante esta versión y atendiendo a los primeros exámenes forenses que se le practicaron, el juez instructor ordenó que se le sometiera a un examen psiquiátrico antes de ingresar en la cárcel de Puerto 2, donde ha permanecido hasta este pasado viernes.

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