cádiz

Dos realidades, un mismo Estrecho

Casi 300 menores inmigrantes reciben atención socioeducativa de Cruz Roja en Cádiz

cristina marzán
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Resulta paradójico que un mismo mar bañe dos orillas tan diferentes; en apariencia, similares, realmente casi idénticas. Pero socialmente, con dos realidades que nada tienen que ver pese a encontrarse en el mismo Estrecho.

Este es uno de los motivos por los que ellos deciden emigrar: ellos, menores inmigrantes no acompañados, en su mayoría, procedentes de Marruecos, que intentan alcanzar nuestro país «buscando una mejor calidad de vida, trabajo y ayuda para sus familias». El Comité Provincial de Cruz Roja Española en Cádiz lleva ya más de cuatro años trabajando el proyecto ‘Intervención Socioeducativa e Intercultural con Menores Inmigrantes No Acompañados’, más reconocidos en los titulares mediáticos como MENA pero, en el fondo, niños, menores de edad, en una situación de alta vulnerabilidad y riesgo de exclusión social.

La institución humanitaria arrancó este proyecto a principios de 2011 con el seguimiento y acompañamiento a unos 180 menores. Sin embargo, cuatro años después, la cifra se ha duplicado y ya casi suman los 300, en concreto, 274 el año pasado. «La iniciativa surgió de la necesidad y como complemento a las propias funciones de la Junta con respecto a la tutela. Sobre todo, porque al tratarse de niños sin documentación, no podían acceder a la formación reglada», explicaba Laura Alfaro, técnico provincial del programa en Cruz Roja Cádiz.

Un proyecto que cuenta actualmente con más de 40 voluntarios activos entre Cádiz capital, Jerez, Chipiona y el Campo de Gibraltar. Todos con un mismo objetivo: favorecer el desarrollo integral del menor inmigrante no acompañado, así como su integración sociolaboral a través de itinerarios personalizados y actividades grupales de un carácter socioeducativo e intercultural.

Los contextos políticos, sociales, económicos sociales y laborales de sus propios países de origen son los que provocan que estos adolescentes, «en su mayoría varones, de entre 15 y 17 años, de origen marroquí e incluso analfabetos en su propia lengua», decidan abandonorlo todo, no solo por cumplir un sueño o deseo, sino por «sentir una responsabilidad. Es decir, en la mayoría de los casos, suelen ser hombres porque asumen el patriarcado de sus familias y quieren cumplir la obligación de mantener y sustentar a sus familias. Por eso, vienen en busca de trabajo para luego poder enviar dinero a sus familias», relataba una de las voluntarias del proyecto en Cádiz, Carmen de la Vega.

Clases de castellano, refuerzo escolar, orientación e información sociolaboral, formación pre-laboral, salidas de ocio y tiempo libre, talleres de salud y sexualidad, habilidades sociales, interculturalidad, asesoramiento jurídicos y acompañamiento hacia la emancipación son todas las líneas de actuación que pone en marcha este poroyecto de Cruz Roja Española. Pero... ¿en qué momento y de qué forma se produce la llegada de estos menores a la institución humanitaria?

La llegada

Normalmente, estos menores marroquíes alcanzan la península a través de Algeciras. En algunos casos, se han colado en algún turismo, han embarcado en los ferrys desde Ceuta, o llegan a Málaga a través de la misma operación pero por Melilla. Y en otros casos, lamentablemente y como les ocurre a miles de inmigrantes en edad adulta, han pagado a las mafias para llegar a territorio español a través de lanchas neumáticas, pateras o embarcaciones incluso de plástico. Una vez llegan a tierra, suelen ser trasladados a los CAI: Centros de Acogida Inmediata a menores, tutelados por la Junta de Andalucía y con dos sedes entre Algeciras y La Línea, con unas 20 plazas.

En función de la evolución de los menores y su conocimiento de la lengua española, comienzan a ser derivados a diferentes entidades, en este caso, a Cruz Roja en Cádiz, con pisos de menores tutelados por una educadora social por cad 6-7 niños. Aunque en la capital, solo están acogidos un total de 20. El proceso es el siguiente: «Primero, el chico es citado para una acogida y se le preguntan datos muy básicos: con quién vivía en su país de origen, qué le motivó a viajar e iniciar su proyecto migratorio, si debe algún dinero por su viaje. Datos que, a duras penas, pueden contar teniendo en cuenta que apenas conocen el idioma. Luego, al chico se le explica por qué viene y se le hace también partícipe de todo este proyecto migratorio. Porque nosotros no los obligamos, les informamos de lo que pueden tener aquí para que su estancia en España sea lo más productiva posible. Y, normalmente, sí se muestran colaboradores», argumentaba la técnico provincial, Laura Alfaro.

Una vez los niños aceptan la intervención y ayuda de la institución humanitaria, comienzan a participar en las múltiples actividades que desde el proyecto se ponen en marcha, tales como clases de castellano, talleres de salud, y acompañamiento, por lo que hay MENA «que pueden estar trabajando con nosotros durante tres o cuatro años», añadía la voluntaria. «Nosotros, técnicos y voluntarios, lo que procuramos es dotarlos de todo tipo de habilidades sociales con el fin de que ellos adquieran la mayor autonomía posible. Por ello, muchas veces es preferible hacer una salida para ir a la panadería y que hablen en español, que tenerlos en clase rellenando fichas», añadían tanto la técnico como la voluntaria. Pero... ¿qué ocurre cuando estos menores alcanzan la mayoría de edad y ya no están bajo la tutela de la Junta de Andalucía ni pueden participar del proyecto de Cruz Roja? «Muchos piensan que se ven en la calle pero lo cierto es que, al final, la mayoría después de tres o cuatro años trabajando con nosotros consigue tener otra vida. Es decir, el año pasado estuvimos con unos veinte que cumplían su mayoría de edad y de ellos, unos seis o siete han elegido un mejor futuro. En torno al 40% consiguen un empleo y llegan a independizarse puesto que la calle no siempre es la opción ya que, además, hay muchos más recursos disponibles a su alcance», relataba la técnico titular del proyecto, Laura Alfaro. Minutos después, no pudo contenerse una de las voluntarias para resaltar unas cualidades que para muchos son desconocidas. «Podría decirse que pueden tener incluso más fuerza de voluntad que todos nosotros, no sólo teniendo en cuenta el viaje que han iniciado desde menores, siendo aún niños. A ello se le suma la concepción que ellos mismos tienen ya que deben ser un referente de su familia en Marruecos. Con lo cual, les merece más la pena aprovechar el tiempo y prolongar su estancia en España». Solo en el transcurso de apenas cuatro o cinco años, estos menores procedentes de países marroquíes ven pasar un tiempo en el que por sí mismos deciden qué futuro quieren tener ante así. Mientras tanto, el símbolo rojo los llevará de la mano.

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