«La Amazonia tiene que dejar de ser considerada como un almacén»

La misionera Lucero Guillén afirma que «no es justo que se extraigan los recursos naturales para que otros se enriquezcan y puedan tener lo que no tiene la población local»

Hermana Lucero Guillén en una visita a Barranca, uno de los pueblos afectados por el derrame de crudo en la Amazonia Peruana L. D.

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Una gran pizarra preside el centro de operaciones de la hermana Lucero Guillén en la sede del Vicariato en Yurimaguas (Perú). «Así todos sabemos dónde nos encontramos cada uno», asegura la religiosa Misionera de Jesús, que desde hace seis años se dedica a coordinar la Pastoral de la Tierra.

Esta iniciativa, apoyada por Cáritas Española, busca promover la titulación de los territorios de las comunidades amazónicas e introducir entre los campesinos técnicas agrícolas respetuosas con el medio ambiente que les garanticen la alimentación de sus familias y el ingreso de recursos económicos a través de la venta de sus cosechas.

Su defensa de los derechos de las comunidades indígenas ha llevado a esta religiosa peruana a recorrer miles de kilómetros en canoa por los extensos ríos amazónicos . Conoce mejor que nadie los problemas de las comunidades y los obstáculos que les impiden alcanzar una vida más digna.

¿Cuál es el trabajo que realiza la Pastoral de la Tierra?

Hace seis años he asumido esta tarea de acompañar a las comunidades en esa tarea tan fuerte que es la lucha de la defensa de la tierra, de los recursos naturales y de los territorios. Es un trabajo arduo porque hay que ayudar a la gente a que pueda entender cómo funciona el Estado, las normas y las reglas de juego para que luego puedan establecer un diálogo más horizontal con las autoridades y puedan hacer valer sus propuestas.

Sus conocimientos y sabiduría no son muchas veces ni reconocidos ni valorados por las instituciones e incluso ni por ellos mismos después de tantos años de menosprecio y marginación. Nuestra tarea es recordarles de que eso no es así, que viven en un territorio muy rico y por eso vienen otros de fuera que quieren llevarse todo. Eso lleva una tarea larga, que no se puede hacer de la noche a la mañana.

¿Cuáles son los retos de las comunidades amazónicas?

La defensa del territorio. Viene mucha gente de fuera que piensa que la Amazonía es inagotable, inacabable y se queda con la tierra que le da la gana porque considera que es una tierra sin dueño. Sin embargo, aquí hay gente que habita esta tierra desde tiempos inmemoriables y que tiene derecho a decidir sobre cómo se administra su territorio.

¿...Y los peligros?

El mayor peligro es que el Estado ve en la Amazonia solo recursos. La Amazonía, como el resto del país, está dividido en lotes: mineros, petroleros y ahora también agroforestales. Hay cacao pero ahora está arrasando la palma aceitera a gran escala y en monocultivo lo que va degradando y tirando abajo el bosque. La gente viene de fuera y como ve bastante tierra destroza el bosque. No comprende que si te metes con la naturaleza luego la naturaleza te pasa factura. Eso es lo que está pasando ahora. Hay una miradad errónea sobre la Amazonía de que es una tierra apta para todo y no es así.

«Cuando miras cómo funciona el Estado te das cuenta que hay muchas cosas que no funcionan simplemente porque no les da la gana. Es una máquina que procesa pobres»

Esta degradación que se está produciendo, ¿cómo afecta a la Amazonía?

Que hay poca producción y luego el calor es intenso. Si hay una temporada larga de sol las plantas se secan y ya no producen igual. Las quebradas (manantiales) se secan y si no hay agua las poblaciones están obligadas a desplazarse a otra parte. En la Amazonia, que almacena la mayor cantidad de agua dulce del mundo, escasea el agua. ¿Cómo puede estar sucediendo esto? Si no tenemos cuidado y no volvemos a reforestar y poner las cosas en su lugar, esto se nos va de la mano y llegará un momento en el que no habrá regreso.

¿Cuáles son las medidas que se deberían tomar para garantizar la vida de las poblaciones indígenas de la Amazonia?

Para mí el Estado tiene que asumir su responsabilidad sobre el mantenimiento del oleoducto norperuano. Con los parches que tiene no funciona bien. Dejarlo así supone seguir maltratando a la población que está asentada a lo largo del recorrido del oleoducto. Creo que después de los derrames debería haber aprendido la lección. En segundo lugar, hay que atender a las poblaciones. No es justo que la Amazonía sea solo una despensa de la cual se extraen los recursos para que otros se enriquezcan y puedan tener lo que no tiene la población local donde se encuentran esos recursos. La Amazonia tiene que dejar de ser considerada como un almacén. También hay que entender que el problema no se soluciona con dádivas a la población. Eso es un menosprecio, una forma de marginarles. Mientras sigan trabajando de esa manera no hay salida porque a la gente se la va aplastando y haciéndola sentir que no tiene capacidad para salir adelante. Eso es lo que encontramos aquí. Hasta ahora no se ha resuelto el problema de la contaminación. Han hecho pozos de agua que no se pueden utilizar porque están abandonados o a medio hacer. Esto demuestra la falta de interés de las autoridades por llevar adelante los programas de recuperación. No les preocupa y esto me duele. Por eso la Iglesia tiene que ser responsables con las personas y comunidades que no se pueden defender y ayudarles a buscar soluciones a largo plazo. Ellos no tienen la capacidad económica ni los recursos económicos para ir a reclamar. Pero el Estado no se puede aprovechar de la desventaja para aplastar.

«Una que otra ONG va ingresando en la Amazonia pero termina el proyecto y se van. Nosotros con proyecto o sin proyecto igual estamos acompañando a la gente»

Estas comunidades son pequeñas, están muy dispersas y no tienen capacidad para reclamar infraestructuras. Necesitan de sus representantes más cercanos a la hora de trasladar los problemas a las autoridades nacionales… ¿Por qué les están fallando?

Los gobiernos locales no están dando la batalla que deberían estar dando. Muchas veces no se quieren pelear con las instituciones que les hacen llegar alguna migaja. El tema del petróleo responde a muchos intereses y entonces no se quieren pelear. Al final la Iglesia se enfrenta al conflicto porque no tiene miedo a decir la verdad. La Iglesia quisiera entrar en todas las zonas de la Amazonia para poder acompañar pero el territorio es inmenso y no damos a basto. Ya tenemos varios representantes de las propias comunidades que van asumiendo su papel para ayudar a sus propios hermanos pero es un proceso muy lento.

Zona de poca infraestructura pública, la salud falla, hay muchas deficiencias, no hay electicidad, ni agua potable ¿qué caminos se pueden tomar para que tengan una vida digna?

Eso es un problema de gestión de los gobiernos locales. La misma población desconoce cuáles pueden ser las vías para reclamar una mejor calidad de vida. Hay algunos programas de Estado que se podrían solicitar pero también es cierto que el país vive una etapa crítica con respecto a la corrupción. En los ministerios los proyectos salen de acuerdo a las coimas. Esas cosas frenan. En la medida que superemos estos niveles de corrupción, mejorarán los servicios públicos. Luego hay que entender que muchas cosas del Estado no funcionan porque simplemente no les da la gana. Es una máquina que procesa pobres. Esa barrera hay que romperla sí o sí. Hay que ir asumiendo los espacios de participación ciudadana. Para muchos es un escándalo que un misionero asuma este papel. A mí muchas veces me han preguntado porqué no estoy en mi Iglesia rezando misa o dando la catequesis. Yo estoy aquí porque soy ciudadana peruana. Las monjas también sabemos denunciar.

Hay otras instituciones que estén ayudando a estas personas o está la Iglesia sola en esta tarea?

Mayormente la Iglesia. El Vicariato de Yurimaguas está dividido en parroquias y en las parroquias estamos los misioneros. Llevamos la pastoral de la salud, de la educación y estos últimos años nos hemos centrado en la pastoral de la Tierra. En los últimos años ha aumentado la ocupación de los territorios y se han producido una serie de injusticias que clamaban al cielo. Una que otra ONG va ingresando en la Amazonia pero termina el proyecto y se van. Nosotros con proyecto o sin proyecto igual estamos acompañando a la gente. Los misioneros visitamos permanentemente a las comunidades y vamos recogiendo toda la problemática. La Iglesia es la institución que más conoce la problemática de las comunidades amazónicas.

«No es justo que la Amazonía sea solo una despensa de la cual se extraen los recursos para que otros se enriquezcan y puedan tener lo que no tiene la población local donde se encuentran esos recursos»

Desde su puesta en marcha cuántos campesinos se han beneficiado de la pastoral de la tierra?

Ya hay más de 500 familias en todo el Vicariato de Yurimaguas. Estamos capacitando a los agricultores para que desarrollen sistemas agroforestales sucesionales que es un poco imitar el bosque de manera que se pueda mantener un suelo muy sano y muy nutrido para que produzca bien, porque el gran problema de la Amazonía es que son suelos pobres. Una vez que se le quita la cubierta al bosque, la primera cosecha es buena pero la segunda es malísima porque todos los nutrientes se los ha llevado la lluvia. Por eso trabajamos este nuevo sistema de agricultura sostenible. Que la gente pueda siempre aprovechar la hojarasca, todo lo que hay en el entorno para nutrir el suelo y que de ahí pueda tener abundancia de alimento para comer y para vender. Con este sistema no se presiona tanto el bosque como con la agricultura migratoria que obligaba a pasar de una parcela que dejaba de producir a otra nueva. Con este sistema ya no necesitan más espacios. De esta manera se pueden recuperar los espacios degradados. Es un proceso lento pero agradable porque la gente va poniéndose en camino y motiva a los demás al ver que va consiguiendo ingresos. Es una propuesta nueva que no es fácil pero el que se incorpora a este tipo de agricultura no la deja.

¿Qué le parece que el Papa haya convocado un sínodo sobre la Amazonia?

Genial porque recoge nuestras aspiraciones como misioneros. El sínodo pondrá los problemas de la Amazonia en la escenario mundial. El problema del cuidado de la casa común no es una problema solo de la Iglesia sino que nos concierne a todos. Y no solo a los que viven en la Amazonia porque lo que le pase a la Amazonia le va a pasar al resto. Es muy fácil decir que la Amazonía es el pulmón del mundo. Estos pulmones que son los bosques nos los estamos cargando y nos estamos quedando sin lo más elemental. El cambio climático también se nota en la Amazonia. Por eso para mí es importante que el Papa haya convocado este sínodo.

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