El modelo de alcohólicos anónimos funciona para mejorar la salud cardiovascular

Un estudio, dirigido por Valentín Fuster, demuestra la eficacia de las terapias de grupo para hacer ejercicio, adelgazar y dejar de fumar

Probado en siete localidades españolas con 543 voluntarios, la estrategia se utilizará también con un grupo de Harlem (Nueva York)

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Hola, me llamo (ponga aquí cualquier nombre de pila) y soy alcohólico». Así comienza el ritual de Alcohólicos Anónimos, la terapia de autoayuda que comienza reconociendo la propia debilidad a un grupo con la misma adicción. El sistema funciona desde 1935 , ayudando a miles de personas en el mundo con problemas de alcohol. Y si es una buena fórmula contra el alcoholismo, ¿por qué no con otros problemas de salud? Eso es lo que se preguntaron en la Fundación SHE, una institución dedicada a la promoción de hábitos saludables que dirige el cardiólogo Valentín Fuster. Así surgió el programa Fifty-Fifty donde se aplica la terapia de grupo para mejorar los cinco factores de riesgo más importantes en la salud cardiovascular: tensión arterial, ejercicio, peso, dieta y tabaco.

El proyecto se puso en marcha con 543 adultos en siete localidades de Cataluña, Andalucía, Murcia y Madrid. Y, por primera vez, se han medido sus resultados con el mismo método científico que se evalúan los tratamientos médicos, con un ensayo clínico aleatorizado y con un grupo control que no seguía la terapia de grupo.

Los resultados, publicados en «Journal of the American College of Cardiology», confirman que educar a los adultos en conocimientos, habilidades y actitudes sobre un estilo de vida saludable con el apoyo entre iguales «mejora los hábitos de salud cardiovascular y el control de los factores de riesgo». Después de un año de terapia, el 67% de los participantes mejoró en los cinco factores de riesgo cardiovascular frente al 56% del grupo de control. El mayor beneficio se observó en el abandono del tabaco. Casi la mitad de los voluntarios que siguieron la terapia de grupo dejaron de fumar, se explica en el estudio que publica la revista de la Sociedad Americana de Cardiología.

Los investigadores que han liderado este trabajo creen que la generalización de este tipo de programas en la sociedad, sería sencilla y poco costosa y podría tener un impacto significativo en la salud cardiovascular. No bastaría, por tanto, educar en salud, si no tener el apoyo del grupo para conseguir que los hábitos saludables perduren en el tiempo.

El estudio de la Fundación SHE no es el primero que reconoce la metodología de apoyo entre iguales en el control de las enfermedades crónicas. Pero había escasas evidencias de los beneficios a largo plazo de estas intervenciones y no se había medido por un método científico.

«La eficacia del método de Alcohólicos Anónimos me hizo pensar que dicha estrategia podía aplicarse a otros problemas de salud, como la enfermedad cardiovascular», cuenta Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares. Así, prosigue, después de dos programas piloto, uno en la Isla de Granada y otro en la población de Cardona (España), donde se obtuvieron buenos resultados, los investigadores decidieron hacer un estudio más amplio en 543 voluntarios (71% mujeres) en siete localidades españolas, en Barcelona, Cardona, Cambrils, Guadix, Villanueva de la Cañada, Molina de Segura y San Fernando de Henares. Cada uno de los participantes tenía al menos un factor de riesgo cardiovascular.

Durante tres meses todos los participantes recibieron talleres formativos y motivacionales dirigidos a promover hábitos de vida saludables. En estas reuniones se abordaron las motivaciones para el cambio, la gestión de estrés, la importancia de dejar de fumar, la alimentación saludable, los beneficios de la actividad física y el autocontrol de la tensión arterial.

A continuación, los participantes fueron divididos en dos grupos (277 en el grupo de intervención y 266 controles). El primero participó, durante los 12 meses siguientes, en una terapia de grupo mensual dirigida a promover cambios y a brindar a los participantes el desarrollo de capacidades distintas a la educación saludable que ayudasen a controlar estos factores de riesgo.

Al inicio del programa, una vez realizados los talleres formativos, la mayoría de los voluntarios (71%) mejoró en el índice Fuster-BEWAT el que mide tensión arterial, ejercicio, peso, dieta y consumo de tabaco . Sin embargo, cuando se dividieron en los dos grupos, intervención y control, se observaron importantes diferencias. Por ejemplo, el 67 por ciento de los del grupo de intervención mejoró en sus factores de riesgo cardiovascular, cifra que fue de un 56 por ciento en el grupo control.

Resultados más positivos se obtuvieron con el tabaco, casi el doble de los miembros grupo de intervención obtuvo resultados (39% frente a 20%), y con el ejercicio físico, el 46 por ciento del grupo de intervención mejoró su nivel de actividad física.

Un nuevo análisis de los factores de riesgo se realizará en los próximos doce meses para determinar la sostenibilidad a largo plazo de los resultados obtenidos. El grupo de Valentín Fuster también ha emprendido un nuevo estudio con esta estrategia en el barrio de Harlem, en Nueva York.

Ver los comentarios