Aprender música ayuda a un mejor desarrollo cerebral en la infancia
Aprender música ayuda a un mejor desarrollo cerebral en la infancia - PIXABAY
AUTISMO

Las lecciones de música pueden ser muy útiles en el tratamiento del autismo y el TDAH

Aprender música hace que los niños desarrollen un mayor volumen de fibras y conexiones nerviosas entre distintas áreas cerebrales

MADRID Actualizado: Guardar
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Tomar lecciones de música, caso por ejemplo de aprender a tocar un instrumento, es muy beneficioso para nuestro cerebro. Más aún en el caso de los niños, cuyos cerebros, aún en fase de desarrollo, son altamente sensibles y receptivos a los estímulos externos. De hecho, numerosas investigaciones han demostrado que los niños que reciben clases de música experimentan, entre otros beneficios, una mejora de la capacidad de atención, de la memoria, de la creatividad y de la sociabilidad. Y es que como muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Infantil de México Federico Gómez en Ciudad de México (México), las lecciones de música aumentan las conexiones de las fibras nerviosas en el cerebro durante la etapa infantil, por lo que podrían resultar muy útiles en el tratamiento de los trastornos del espectro del autismo (TEA) y del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Como explica Pilar Díez Suárez, directora de esta investigación que se presentará el próximo fin de semana en el marco de la Reunión Anual 2016 de la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA) que se celebrará en Chicago (EE.UU.), «es bien conocido que el aprendizaje musical es beneficioso para los niños afectados por estos trastornos. Pero nuestro estudio nos ha ofrecido una mejor comprensión sobre los cambios que se producen en el cerebro y sobre la manera en que se forman estas nuevas fibras nerviosas».

Música cerebral

Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 23 niños de 5 a 6 años de edad que no padecían ningún trastorno neurológico, sensorial o de la percepción y que no habían recibido clases previas de ninguna disciplina artística.

Todos los niños participantes fueron sometidos a pruebas de imagen por resonancia magnética con tensores de difusión (DTI), técnica que posibilita la identificación de los cambios microestructurales en la sustancia blanca cerebral, tanto al inicio como al final del periodo de nueve meses de aprendizaje musical.

Creemos que nuestros hallazgos podrían ayudar a diseñar estrategias para el tratamiento del autismo y el TDAH
Pilar Díez Suárez

En este contexto, debe tenerse en cuenta que la sustancia blanca es una red de fibras formadas por haces de axones neuronales que conectan las distintas partes del cerebro. Y asimismo, que lo que hace la DTI es medir la denominada ‘anisotropía fraccional’, es decir, el movimiento de las moléculas extracelulares a lo largo de los axones. Así, cuando la sustancia blanca tiene un funcionamiento ‘normal’, las moléculas se mueven en una dirección uniforme y el valor de la anisotropía fraccional es elevado. Por el contrario, si este movimiento de las moléculas es más heterogéneo, el valor de la anisotropía fraccional decrece, lo que indica la presencia de alteraciones en la sustancia blanca.

Y llegados a este punto, ¿qué mostraron los resultados del estudio? Pues que los nueve meses de instrucción musical con un ‘boomwhacker’ –instrumento formado por la unión de tubos de distinta longitud que, cual las piezas de un xilófono, emiten un sonido cuando son golpeados– se asociaron con un incremento del valor de la anisotropía fraccional y del aumento de la longitud de las fibras en distintas áreas del cerebro, muy especialmente en el fórceps menor del lóbulo frontal.

Como indica Pilar Díez Suárez, «la experiencia musical a una temprana edad puede contribuir a un mejor desarrollo cerebral, optimizando la formación y establecimiento de las redes neuronales y estimulando las vías cerebrales ya existentes».

Mejorar las conexiones

Según se desarrolla el cerebro, la maduración de las vías nerviosas y de las conexiones entre las distintas áreas cerebrales permiten la adquisición de múltiples capacidades cognitivas, caso de las habilidades musicales. Sin embargo, numerosos estudios han asociado los TEA y el TDAH con una reducción de la anisotropía fraccional –o lo que es lo mismo, con una reducción de la conectividad de la sustancia blanca– en el fórceps menor. De hecho, numerosos autores han sugerido que la baja conectividad en el lóbulo frontal es un biomarcador de estos trastornos.

Pero como indica la directora de la investigación, «cuando un niño recibe instrucción musical, su cerebro debe cumplir ciertas tareas que implican habilidades auditivas, motoras, cognitivas, emocionales y sociales, para lo cual se requiere la activación de distintas áreas cerebrales. Así, nuestros resultados pueden explicarse porque el cerebro necesita crear más conexiones entre sus dos hemisferios».

Tal es así que, como concluye Pilar Díez Suárez, «creemos que nuestros hallazgos podrían ayudar a diseñar estrategias específicas para el tratamiento del autismo y el TDAH».

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