Viajar a Turquía y recuperar el pelo que tenía a los 17 (V): confinado pero luciendo trasplante capilar

El aspecto ya es mucho más natural y el pelo está más fuerte, ya no parece como si fuera de bebé

La evolución del trasplante: antes de la operación, a los tres meses, a los seis y a los nueve ABC

E. de Rivas

Nueve meses han pasado ya desde que estuve en Turquía. Para unas cosas parece que hace un siglo, y para otras parece que fue ayer cuando me disponía a coger el avión para Estambul y acudir a la clínica del Dr. Serkan Aygin , pero el caso es que mi trasplante capilar ya lleva tanto como un embarazo . Como los niños cuando llega el día, podemos decir que está listo para que vea la luz.

Llevo tiempo sin escribir nada sobre mi pelo y seréis muchos los que ya no os acordéis ni de qué os estoy hablando. Esta historia comenzó en agosto del año pasado cuando me dio por pensar en viajar a Turquía a hacerme un trasplante capilar . Allí me operé el 5 de septiembre y desde entonces todo evolucionó favorablemente. Los tres primeros meses fueron los peores, por los cuidados que requería, pero en la última consulta con el doctor me confirmó que todo marchaba bien. Habría que seguir cuidando la nueva mata de pelo, pero las entradas que presidían mi frente ya son cosa del antiguo yo . Por suerte me atreví a hacerlo antes de que surgiera el Covid-19, aunque por lo que he visto ya están volviendo a operar, con todavía más medidas de seguridad que antes.

El confinamiento por el coronavirus, como a todos, me pilló por sorpresa y rompió todos mis esquemas. En marzo mi pelo contaba ya seis meses desde que me raparon en Turquía, así que las melenas empezaban a ser considerables, más por la forma que habían adoptado que por su extensión. Me tocaba pasar por la peluquería sí o sí , pero eso es algo que siempre me ha dado mucha pereza (cuando tienes poco pelo, lo proteges como si fuese oro). Así que lo fui posponiendo y posponiendo hasta que el estado de alarma me condenó a unas greñas importantes.

Durante un mes entero fui amoldando como pude el pelo hasta que en mitad de la Semana Santa, casi más por desesperación que por aburrimiento (que también), cogí la maquinilla que llevaba muerta de risa en casa desde que mi padre me cortaba el pelo con diez años y me rapé. La primera pasada, al 4 , la hice por el centro de la cabeza… como si fuera al estilo mohicano, pero al revés… sin pelo en el centro y melenas cayendo hacia los lados. Aquello ya no tenía solución, había que terminar el experimento. Y sorprendentemente quedó bien.

La primera impresión fue extraña. Llevas viéndote unos meses con bastante pelo y que de repente aquella pelambrera esté en el suelo en vez de en tu cabeza… Después empiezas a fijarte más detenidamente y te das cuenta de que ahora tienes pelo donde antes había unas entradas que ya quisiera una autovía . Y no puedes evitar la sonrisilla que te sale. Entiéndeme… no es que fuera algo nuevo, porque ya me había visto sin entradas tiempo atrás pero ahora es diferente. Ahora es mío de verdad, ya no es el cabello frágil del principio , que parecía de un bebé. Ya está mucho más fuerte… ya puedo despedirme del efecto cortinilla para tapar los huecos.

Tus amigos, tu familia… también notarán el cambio. Por lo menos lo hicieron los que a mí me vieron, porque confinado en casa no es que me haya relacionado con mucha gente estos meses. Pero el cambio era evidente… me metí la maquinilla de arriba a abajo, no me corté las puntas precisamente. Y la reacción fue positiva, ya que muchos me dijeron que ahora sí que se empezaba a notar de verdad , aunque otros seguían sin conformarse viendo el resultado: «Ya te podían haber puesto un poco más. Si llegas a saber que te iba a quedar tan bien...».

El paso por la peluquería no fue el único plan que me rompió el coronavirus. Entre mis intenciones estaba someterme a un tratamiento de PRP , que consiste en unas inyecciones de plasma en el cuero cabelludo para fortalecer el cabello y evitar la caída, sobre todo en las peores épocas, en primavera y en otoño. El Dr. Serkan Aygin colabora con clínicas que lo realizan aquí en España y su equipo ya me había aconsejado dónde ir, pero el estado de alarma frenó mis intenciones, así que lo tendré que hacer más adelante.

Como se ve en el vídeo, básicamente consiste en que te sacan un poco de sangre y la meten en una centrifugadora para separar el plasma con las plaquetas del resto de componentes. Y una vez divididos, te inyectan el plasma concentrado en la cabeza . Es una técnica que antes el doctor Aygin llevaba a cabo un día después de la operación en Estambul, pero que ahora ha sustituido por un tratamiento con láser, como ya os conté hace un tiempo. En aquel momento me libré de los pinchazos, pero dentro de poco me tocará pasar por la vicaría. Dicen que no duele (eso dicen)... tendré que comprobarlo.

Os seguiré contando...

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación