PROVINCIA
Del veterinario del pueblo al profesional especializado: una evolución clave en la salud pública
Jesús Fernández Pascual, Agustín Pérez Moreno y José Pérez-Rendón González reflexionan en el Colegio de Veterinarios de Cádiz sobre la transformación del rol del sector y su impacto en la salud pública actual
Veterinarios invisibles: los guardianes silenciosos de la Seguridad Alimentaria
En un esfuerzo por rescatar la memoria histórica y comprender la transformación del discurso sanitario, el Colegio de Veterinarios de Cádiz ha celebrado un coloquio que ha reunido a expertos en salud pública. La jornada también ha servido como punto de encuentro para analizar cómo los medios de comunicación han reflejado -y moldeado- la percepción social de la salud a lo largo del siglo XX. Los profesionales que le han puesto voz al sector han sido Jesús Fernández Pascual, Agustín Pérez Moreno y José Pérez-Rendón González.
Jesús Fernández Pascual es actualmente presidente de la Comisión de Salud Pública del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios y secretario del Colegio de Veterinarios de Cádiz. Veterinario por vocación y tradición familiar -hijo de veterinario y nieto de ganadero-, ha desarrollado una amplia y sólida trayectoria al servicio de la sanidad animal, la seguridad alimentaria y el bienestar social.
Doctorando en Producciones Ganaderas, cuenta con un máster en Equinotecnia, está diplomado en Sanidad y ha completado formación con la FAO en políticas de seguridad alimentaria. Su perfil combina la visión técnica, científica y empresarial del sector agroalimentario. En sus inicios, fue empresario sanitario en el ámbito comercial agroalimentario (Comercial Mafer – Córdoba), y trabajó como veterinario en programas de saneamiento ganadero del Ministerio de Agricultura en los años 80.
Ha ejercido también como Veterinario Titular Municipal en Santaella (Córdoba) y, desde 1990, ha desempeñado diversas funciones dentro de la Administración Sanitaria en la provincia de Cádiz, destacando como coordinador veterinario y de sanidad ambiental del distrito «Vejer-Bahía-Cádiz», y actualmente como Supervisor de Sistemas de Autocontrol Alimentario y Ambiental.
Firme defensor de la dimensión humanística de la veterinaria, Jesús Fernández Pascual se ha consolidado como una figura clave en la promoción de todas las especialidades y ámbitos de esta profesión, siempre al servicio de la salud pública y la sociedad.
Agustín Pérez Moreno es un referente en el ámbito de la sanidad pública veterinaria andaluza, con una sólida y diversa trayectoria profesional que abarca casi todos los campos de la profesión. Licenciado en Veterinaria en 1989, es Máster en Seguridad Alimentaria por la Universidad de Sevilla (2011) y cuenta con formación especializada como el título de Experto en Seguridad Alimentaria por la Escuela Andaluza de Salud Pública (2009), entre otros.
Inició su carrera participando activamente en campañas de saneamiento ganadero y en el programa de erradicación de la Peste Porcina, adscrito a la Oficina Comarcal Agraria de Medina Sidonia. Su papel fue clave en la creación y desarrollo de las Agrupaciones de Defensa Sanitaria (ADS) de bovino y porcino, en las que ejerció como director sanitario durante siete años.
En 2002 se incorporó al Servicio Andaluz de Salud (SAS), en el Distrito Sanitario Jerez-Costa Noroeste, primero como inspector de base. A partir de 2004 asumió responsabilidades como Coordinador Veterinario del Distrito y más adelante como director de la Unidad de Protección de la Salud del Área de Gestión Sanitaria Jerez-Costa Noroeste y Sierra de Cádiz.
Desde marzo de 2021, desarrolla su labor en la Unidad de Salud Pública del Distrito Bahía de Cádiz-La Janda, contribuyendo con su experiencia y compromiso a la mejora continua de la salud pública y la seguridad alimentaria en la región.
José Pérez-Rendón González es una de las figuras más reconocidas en el ámbito de la salud pública veterinaria en Andalucía, con una extensa trayectoria que combina la práctica clínica, la gestión sanitaria, la docencia y la producción científica.
Inició su carrera profesional en el ejercicio clínico, atendiendo tanto a animales de abasto como de compañía. Fue pionero en la puesta en marcha de un laboratorio de análisis clínicos orientado a dar apoyo a veterinarios clínicos, y desempeñó también funciones como veterinario titular en diversos municipios de la provincia de Cádiz (Cádiz, Jerez, Puerto Real).
Con la reestructuración del sistema sanitario, el 2 de mayo de 1990 fue nombrado coordinador de veterinaria en el Distrito Sierra de Cádiz, cargo que ocupó hasta el 31 de diciembre de 1992. A partir del 1 de enero de 1993 asumió la coordinación veterinaria del Distrito Jerez, ampliado en 1998 para incluir Sanlúcar, hasta el 6 de septiembre de 2004. Desde esa fecha y hasta el 1 de junio de 2019, fue coordinador de Seguridad Alimentaria y Salud Ambiental en el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Actualmente, desempeña el cargo de Director de la Unidad de Protección de la Salud en el Área de Gestión Sanitaria Jerez, Costa Noroeste y Sierra de Cádiz.
Además de su labor administrativa y asistencial, ha contribuido activamente al desarrollo científico y formativo de la profesión. Ha publicado diversos libros y artículos en revistas científicas, y ha sido miembro del comité científico de varios congresos profesionales, participando también como ponente y comunicante. Su compromiso con la formación se ha materializado tanto en su papel como docente -destacando su implicación en la preparación de oposiciones para veterinarios y farmacéuticos- como en su constante formación continua, habiendo realizado numerosos cursos como alumno.
Repaso histórico e invitación a reflexionar
Desde la aparición de las primeras campañas de vacunación masiva hasta la cobertura de pandemias, pasando por la evolución del lenguaje médico y la irrupción del enfoque preventivo, el coloquio ha puesto de relieve cómo los titulares no solo informan, sino que también construyen realidades. Este repaso histórico no ha sido solo un ejercicio académico, sino una invitación a reflexionar sobre la responsabilidad de los medios en el tratamiento de la información sanitaria, especialmente en tiempos de incertidumbre.
Durante décadas, la figura del veterinario ha estado profundamente vinculada a la vida local, especialmente en los entornos rurales. «Todavía hay quien se sorprende al vernos en los centros de salud», confiesan varios profesionales del sector. La imagen del «veterinario del pueblo» sigue muy presente en la memoria colectiva, aunque hoy su papel haya evolucionado profundamente.
Antes, el veterinario desempeñaba múltiples funciones en un mismo municipio: desde asistir partos de vacas hasta autorizar guías para mataderos o inspeccionar alimentos. «Era una persona que conocía todo el ciclo de vida del animal, desde su nacimiento hasta que se convertía en carne», aseveran. Esto se complementaba con la figura del médico o farmacéutico local, lo que permitía tener una visión integral de la salud comunitaria. Ese modelo, sin embargo, comenzó a transformarse con la descentralización administrativa, la globalización y, sobre todo, con las nuevas exigencias sanitarias europeas.
Una reestructuración necesaria
La creación de las comunidades autónomas, junto con crisis como la del aceite de colza en los años 80, marcó un punto de inflexión. A partir de entonces, se impulsaron nuevas normativas de seguridad alimentaria, muchas de ellas exigidas también desde Bruselas. Como consecuencia, muchos mataderos y pequeñas industrias locales no pudieron adaptarse a las nuevas exigencias y desaparecieron.
«La profesionalización del control oficial requería personal especializado y altamente formado, no alguien que hiciera de todo en un pueblo», explican los veteranos del sector. La necesidad de adaptarse a normativas internacionales para exportar a mercados como China, México o Rusia también reforzó esta especialización.
Impacto social y político
Sin embargo, este cambio no fue fácil. La ciudadanía notó la pérdida de cercanía: el veterinario ya no estaba en su municipio, sino en una comarca o distrito sanitario. Esto generó descontento, incluso entre los políticos locales, que protestaron por la desaparición de servicios en sus pueblos. «Antes tenías un único interlocutor, ahora tienes varios», lamentan.
Además, las competencias estaban -y siguen estando- en manos de los ayuntamientos, aunque muchos de ellos optaron por no asumirlas. «El 90% de lo que hacemos son competencias municipales, pero la mayoría de los ayuntamientos no quiso hacerse cargo», subrayan. Hoy, sólo Sevilla, Málaga y Granada mantienen personal veterinario propio en sus plantillas municipales.
Una carrera marcada por la vocación y la adaptación
Muchos de los profesionales que vivieron esta transición pertenecen a la generación del «baby boom». Jóvenes en aquel momento, afrontaron con ilusión los cambios estructurales, aunque también con incertidumbre laboral. «Nos transformaron las funciones, pero seguíamos en un limbo legal. Ni éramos estatutarios, ni funcionarios, ni teníamos una normativa clara que regulara nuestro trabajo», relatan. De hecho, estuvieron casi una década cobrando bajo un modelo retributivo que, más tarde, se reconoció como ilegal.
A pesar de los altibajos, quienes vivieron esa etapa destacan la evolución positiva del modelo. «Antes, la competencia te la daba un papelito; ahora la dan las habilidades, la formación y la especialización». La transformación del cuerpo de veterinarios de la salud pública en Andalucía ha sido, en definitiva, un reflejo de los profundos cambios sociales, políticos y sanitarios de las últimas décadas.
La evolución del control sanitario veterinario: de la Expo a la descentralización autonómica
Durante la Exposición Universal de Sevilla de 1992 se implementó por primera vez en España un modelo de inspección sanitaria alimentaria gestionado por empresas privadas contratadas por la Administración. Aunque supervisadas por organismos públicos, estas entidades externas se encargaban de los controles, marcando un antes y un después en la historia del control sanitario. Este modelo se prolongó posteriormente en la Expo de Lisboa y surgieron propuestas para hacerlo permanente.
En los años ochenta, el veterinario titular era una figura esencial en los municipios. Sus funciones dependían de la ubicación: en zonas como Cádiz se encargaban del control de mercados y alimentos perecederos, mientras que en zonas como Medina Sidonia predominaban las tareas vinculadas al ganado y los movimientos de animales. También existía el control del «fielato», una figura anterior a los años ochenta que combinaba la inspección de alimentos con el cobro de tasas.
La estructura administrativa estaba compuesta por distintos cuerpos: los veterinarios titulares, los veterinarios de matadero, y los del Cuerpo Nacional, una figura que aún existe y asume competencias estatales, como los controles fronterizos y la sanidad en aeropuertos.
Uno de los grandes cambios estructurales se dio con la creación de los distritos sanitarios y la figura del veterinario de distrito, que sustituyó a los antiguos veterinarios de zona básica de salud. Esta reestructuración permitió una mayor flexibilidad organizativa: por ejemplo, si un matadero cerraba, el personal podía reubicarse en otras zonas con necesidades operativas, evitando el estancamiento de recursos humanos.
A pesar de esta transformación, la formación de los operadores económicos ha sido insuficiente. La profesionalización del sector no ha ido a la par de las exigencias normativas. Hoy, según los expertos, prácticamente cualquiera puede abrir un establecimiento alimentario sin necesidad de formación específica. Las carencias formativas se suplen con cursos breves o asesorías privadas, pero muchas de estas figuras no están debidamente reguladas ni poseen una formación acreditada. Incluso «la figura del asesor en seguridad alimentaria, que muchas veces sustituye el conocimiento técnico del empresario, carece de regulación oficial».