narcotráfico cádiz
Atado, apaleado y obligado a tragar cemento y comerse sus heces, las horas de tortura por un pase de droga perdido
La Guardia Civil encontró a un vecino de Puerto Serrano lleno de heridas, cortes, deformado, sin querer hablar... se había escapado de sus supuestos agresores, Los Marrurro, que ya han sido detenidos y enviados a prisión
El examen médico y otras evidencias coinciden con el estremecedor relato que hizo la víctima de esas 72 horas de pesadilla. «Le decían que lo iban a destrozar sino cagaba la droga»
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Las horas deben de pasar muy lentas cuando lo que tienes ante ti es el absoluto terror. Cuando un grupo de personas, sin piedad ni medida alguna, te someten a todo tipo de vejaciones, golpes, guantazos, escupitajos, te ponen una pistola y una escopeta en la cabeza y te exigen que les des algo que, encima, no tienes. Además mientras, ves que se burlan y continúan y se ríen, y se siguen riendo. Y no paran. Te quedas sin esperanza. Te vas dejando vencer.
Esta escena de auténtico y escalofriante sadismo no forma parte de una película ni de una novela negra sino que, según la Guardia Civil, se ha dado en Cádiz, en su Sierra, en Puerto Serrano. En esta pequeña localidad que ya ha sido varias veces asustada por la brutalidad, pero donde sus vecinos están muy hartos de que algunos se empeñen en llevar el nombre del pueblo a otra dimensión, a ensuciarlo con su violencia y reincidencia. Sin embargo, ha ocurrido ahí. Un hombre de unos 40 años ha sido «brutalmente» torturado durante tres días para que le dijera a sus captores dónde había metido la droga que le habían encargado transportar.
Como ha revelado este martes la Guardia Civil, la pesadilla de este vecino comenzó el 25 de agosto pasado. El agredido acudía junto a otra persona a Dos Hermanas. Allí tenía que recoger unos gramos de cocaína y heroína para el 'menudeo' y esconderlos en su cuerpo. Hacer lo que en el argot se conoce como de 'mula' o 'mulero'. Es decir, meterse los paquetes en su organismo para luego expulsarlos en el lugar indicado.
Y, según la investigación, eso parece que hizo. Cumplía así su parte del acuerdo. Sin embargo todo se torció una vez que llegó a su destino. El lugar donde supuestamente los presuntos dueños de esa mercancía, el clan de los Marrerro, iban a venderla. Un 'narcopiso' ubicado en extramuros, muy cerca de la casa de uno de los líderes, el mayor de ellos. Allí tenía que 'cagarla'. Algo que al parecer también hizo. Unos 300 gramos de sustancia, entre heroína y cocaína. Un buen 'pase' que reportaría bastante dinero con la venta al trapicheo. Y más si estaba prevista cortarla. De hecho, y según las fuentes consultadas, esa vivienda ya se había habilitado exclusivamente para servir de punto de venta y consumo. Para que los toxicómanos pudieran comprar y además consumir las papelas dentro sin ser vistos.
«¡Vamos a acabar contigo!»
Pero el plan no salió como se esperaba. Cuando los 'jefes' acudieron a la casa a comprobar la cantidad y calidad de la droga, no había rastro de ella. El 'mulero' les aseguró que la había dejado allí tras expulsarla de su cuerpo pero que quizá algún otro consumidor se la habría llevado. Una y otra vez daba esta explicación, pero no fue suficiente.
Comenzaba pues su agonía. Primero lo ataron con unos cables eléctricos a una silla, de pies y manos, y después y con insistentes amenazas empezaron los golpes. Con un palo con clavos, con puñetazos, patadas, poniéndole una pistola y una escopeta en la cabeza, pinchándole... mientras que le insistían que les diera la droga. Por ello, y como indican fuentes de la investigación, le obligaron también a tomar laxante, «todo un tarro», a comerse sus propias heces, también un polvo negro «que podría ser carbón», e incluso cemento. Además le intentaban hacer una lavativa con Fairy y agua caliente. Todo para que expulsara el 'encargo' que le habían hecho. «¡Te vamos a quemar tu casa!, ¡Vamos a acabar contigo y tu familia!». Durante horas.
Sin embargo y tras este tiempo de infierno, la víctima en un momento que se quedó solo y ya destrozado de golpes, lograba escapar. Llegaba hasta la casa de una vecina que tras escuchar ruidos daba aviso a la Guardia Civil. Lo que se encontraron los agentes de patrulla que acudieron en un primer momento fue a un hombre completamente aterrado, lleno de heridas, contusiones, cortes, erosiones, la cara echada abajo, y, con una firma señalada en su cuello: unas iniciales que habían sido grabadas con un cuchillo. Esas letras eran las referidas al supuesto líder de la banda. «Para que se acordara siempre», le dijeron.
Los captores llegaron a marcarle en el cuello con un cuchillo las iniciales del líder de la banda
Aún así, y a pesar de todo lo sufrido, este vecino no quería declarar. Ni denunciar, ni hablar. Pero poco a poco los agentes de la Policía Judicial del cuartel de Arcos de la Frontera que se han hecho cargo del caso pudieron ir descubriendo que había pasado y quienes podían ser los presuntos autores de aquella «barbaridad».
Y así, la madrugada del pasado 4 de septiembre un dispositivo formado por un centenar de agentes de los GRS-2, la Compañía de Villamartín, la Unidad de Seguridad Ciudadana, el Servicio Cinológico y el Equipo Pegaso de la Guardia Civil, detenían a ocho de los nueve implicados -uno de ellos se encuentra en búsqueda-. Se les acusa de los delitos de secuestro, torturas, lesiones, tenencia ilícita de armas y tráfico de drogas. Todos los arrestados en esta operación bautizada como 'Trepamuros' pasaron ya a disposición del juzgado de Instrucción número 3 de Arcos de la Frontera, que decretó el ingreso en prisión para seis acusados excepto para las dos mujeres por tener hijos pequeños a su cargo. Las pruebas aportadas como el examen médico realizado a la víctima cuyas heridas coinciden con su versión y otras evidencias de localización e identificación que han logrado estos agentes han sido determinantes.
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