«La Shakira del Elcano», la voz gaditana que encandiló a Puerto Rico

Varios niños pequeños llevaban camisetas con el eslogan de «Bienvenida tita Rosa» y la madre y la hermana de la tripulante buscaban sin cesar la deseada imagen en el barco. Mientras llegaba el momento más esperado de estos cinco últimos meses, este ruidoso grupo se lo pasaba en grande entonando canciones como el «Y Viva España» de Manolo Escobar o incluso «A su manera».

Todo un recital de música para animar a la «Skakira del barco», gritaba desde detrás de la valla una de sus familiares. Una historia que desveló la propia Rosa tras bajar de la embarcación y fundirse en un abrazo eterno junto a toda su familia. «Me escucharon cantar los de la banda del barco y me pidieron que diera los conciertos con ellos, así que me puse a cantar con ellos», comentaba la joven roteña, que contaba que sus compañeros le decían que se parecía a Niña Pastori.

Tanto es así que la banda la invitó a que los acompañase en un concierto que ofreció en la Embajada de Puerto Rico y donde la joven Rosa interpretó varias canciones, dejando a su paso numerosos elogios, consagrándose desde entonces como «la Shakira de Elcano».

Una historia más para esta joven roteña, que destacaba el gran compañerismo que ha descubierto en la travesía y que nunca va a poder olvidar. «Estaba loca por bajar pero voy a echar de menos esta experiencia, que ha sido buenísima. He hecho grandes amigos aquí dentrro, y es que en cinco meses y medio nos hemos ayudado mucho unos a otros», apuntaba la cantante.

Su familia fue también una de las grandes sorpresas que se llevó la joven al llegar al puerto. «Ella no sabe que estamos aquí porque como era entre semana y venimos desde Cáceres, pensaba que no íbamos a estar. Pero aquí nos hemos plantado para recibirla como se debe, con pancartas, banderas de España y vestidas de blanco», comentaba su hermana.

Otro de los regresos más esperados era el de Nerson, «mi negro», gritaba su madre desde el puerto. A Nerson le esperaban su madre, pero también su mujer, Silvia, y la pequeña Jimena, de tan sólo 18 meses. «Apenas tenía un año cuando se fue, y en este tiempo ya ha aprendido a andar, a correr y a decir mamá y papá», contaba la joven, que aseguró que menos mal que ha podido ir viéndola crecer a través de las videollamadas que le dejan ir haciendo en el barco. «Ahora se tendrá que acostumbrar a verlo en persona», apuntaba mientras que Jimena buscaba a su padre entre la tripulación que ya comenzaba a dejarse ver.