Las ventas de carretera de la Nacional IV que perdimos

La liberalización del peaje y la crisis del coronavirus han cambiado el mapa actual de los negocios gastronómicos

La venta Murube, en Las Cabezas de San Juan ABC

Martín Laínez

Viajar a lo largo de la provincia de Sevilla tiene muchas veces el premio de toparse con una de las ventas a pie de carretera donde hacer una parada en el camino y disfrutar de los manjares que ofrecen.

Desde un desayuno clásico de café con tostada con manteca colorá a disfrutar de las exquisiteces de una pierna de cordero a la brasa o, simplemente, pararse a estirar las piernas son algunas de las posibilidades que surgen a lo largo y ancho de la red de carreteras de la provincia.

Centrados exclusivamente en los negocios a pie de la Nacional IV , que une las provincias de Sevilla con Cádiz, dos son los factores que han desdibujado lamentablemente el mapa gastronómico: la liberalización del peaje y la crisis del coronavirus . Estos dos factores, o la unión de ambos, han dejado en la cuneta a un ramillete de ventas que han tenido que colgar el cartel de «cerrado». Unas antes del Covid-19 y otras por sus consecuencias económicas.

La liberalización de la AP4 el 31 de diciembre de 2019 ya dejó tocada a las ventas dispuestas a lo largo de los casi 80 kilómetros que separan la capital andaluza con el inicio del término municipal de la provincia gaditana, a la altura del municipio de El Cuervo de Sevilla.

El gerente de la venta Las Ánimas , Gabriel Jiménez, ya presagiaba a primeros de año que «algunas ventas tendrían que cerrar por lo del peaje». Y efectivamente, así ha sido. Por lo pronto, su tradicional venta sigue abierta , pero no otras que han formado parte del paisanaje.

La venta Murube , situada en el término municipal de Las Cabezas de San Juan, o la venta existente en e l área de servicio de la gasolinera Repsol —la que quedaba a la derecha en sentido Cádiz— o la venta Manolo , en El Cuervo, no han podido sobreponerse a la liberalización del peaje, que dejó casi sin circulación de vehículos a la Nacional IV, algo que no pudo presenciar la venta Santa Luisa al echar el cierre hace cinco años por la jubilación de su dueño. Otras se mantienen al mínimo, como es el caso de la venta Gálvez , que antaño conoció su mejor época.

Dos de las ventas que siguen en pie a pesar de los avatares son la venta El Paisano y la venta Las Ánimas. Ambos negocios se han visto «tocados» estos meses tanto por la liberalización como por el coronavirus, pero siguen abiertos y capeando la situación como sus propietarios explican a ABC.

« En enero las ventas cayeron en picado , logramos recuperar algo en febrero y cuando mejor nos iba en marzo llegó el virus, comenta Gabriel Jiménez (Las Ánimas), quien explica que «fuimos los primeros en cerrar por el coronavirus, el 12 de marzo, viendo lo que se avecinaba».

En la actualidad, de los cuatro trabajadores de esta venta, dos siguen en ERTE y los otros dos han retomado la actividad desde el 1 de junio. «Confío en que con la llegada de los sevillanos hacia las playas gaditanas empecemos a subir las ventas, porque hasta ahora los fines de semana del confinamiento daba hasta susto pasar por la Nacional. Está claro que la liberalización del peaje también nos afectó y que nuestros potenciales clientes son los de los pueblos cercanos, más que los sevillanos que van a las playas», argumenta.

Parecida situación se vive en la venta El Paisano , que es la que ha registrado siempre una mayor concentración de viajeros, tanto de turismos como de camiones. Juan Luis Cadenas recuerda que «abrimos el 30 de mayo y ya se ve más alegría con eso de la movilidad interprovincial . Esta semana ha habido mucho movimiento de personas que han hecho una parada aquí para revisar el estado de sus segundas residencias en la costa».

« El mes de enero ha sido criminal, el peor de nuestra historia , y eso que ya llevamos medio siglo en pie», comenta uno de los hijos del actual propietario, Luis, quien señala que la mitad de sus empleados siguen en ERTE pero que se irán reincorporando en las próximas semanas, porque «ya se va viendo otro ambiente y la gente que nos conoce desde hace años al final se para a tomar algo aquí».

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