Medio Ambiente

Las ortiguillas gaditanas desaparecen de la mesa: el marisqueo furtivo y el alga invasora amenazan a esta especie en extinción

«A nivel laboral es una ruina; ahora son varias familias al paro y esperamos contar con la ayuda por los perjuicios del alga invasora», señala José Pérez, presidente de la asociación de ortigueros andaluces

«Si al consumidor le enseñan una bandejita con ortiguillas vivas, que sepan que son ilegales»

Lucas Cervera: «Si es por exceso de pesca se puede salvar, pero si es por el alga...»

LA VOZ
José María Aguilera

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Punto y aparte, con la esperanza de que no sea punto y final. Se acabó la pesca de la ortiguilla y el erizo en Cádiz y en toda Andalucía. La situación no sólo es alarmante, sino crítica, y estas dos especies típicas tanto del litoral gaditano como de su gastronomía se encuentran en un grave peligro de extinción.

La Junta ha decretado el cierre de la pesquería con su registro en el BOJA del pasado 17 de octubre. Cierre total y de manera indefinida por el riesgo de su desaparición. En los últimos años se había comprobado su merma, sin la reacción necesaria, y la invasión de la conocida alga asiática ('Rugulopteryx okamurae') ha provocado un daño terrible en las anémonas y obligado a tomar esta decisión necesaria.

Esto conlleva la paralización de las 14 licencias que se encontraban vigentes en Andalucía (cuatro en Cádiz, cuatro en Málaga y seis en Granada). 14 personas que se quedan en el desempleo sin fecha de salida alguna en el horizonte. Uno de ellos es José Pérez, presidente de la asociación de ortigueros andaluces, quien lamenta la falta de previsión. «Teníamos licencia en vigor hasta diciembre, que debíamos renovar en octubre, y prácticamente nos hemos enterado por la prensa esta semana que se cerraban los caladeros. Así que todos al paro y a la espera de que lleguen las ayudas», reflexiona.

Un recurso maltratado

Les pilla por sorpresa, aunque no tanto. «El recurso ha sido maltratado por los pescadores furtivos, pero lo peor, el gran golpe ha llegado con el alga invasora a partir de 2015», destaca José Pérez, que ha sido testigo de excepción y de primera mano de esta 'sequía' de ortiguillas en el mar andaluz. «Las algas han tapizado toda la roca donde se criaba la anémona. Y además se han quedado sin luz para poder sobrevivir«, afirma. »Con el erizo ha ocurrido igual. Decían que no le afectaría, que el erizo se alimentaría de ella, pero no ha sido así. Se nutre de microalgas y no de esta especie. De todas formas, ya estaban los caladeros cerrados».

Por ello, esta decena de mariscadores demandará la ayuda económica aprobada por la Junta para compensar las pérdidas por el efecto de la Rugulopteryx okamurae. No obstante, quedan algunos trámites por solucionar porque esta subvención es para los buques (el importe máximo para los barcos es de 100 euros por día subvencionable) y en este caso sería personal al ser marisqueo. «A nivel laboral es una ruina. Al no haber avisado, teníamos una previsión para los próximos meses y en un instante se han ido al traste. Nos quedan los dos años de paro y activar esa ayuda por el alga invasora que espero se ponga en marcha cuanto antes para los buzos extractores».

Las causas del peligro de desaparición de la ortiguilla

José Pérez lleva «toda la vida» en el marisqueo de estas especies, desde el 97 y a partir del 2003 cuando se comenzaron a repartir las licencias de manera ilegal. Es voz autorizada y reconoce que hay diferentes causas para elevar la alerta sobre esta anémona. «Es cierto que se ha producido un aumento de su consumo porque es más conocida y gusta su sabor, pero el proyecto era sostenible con la expedición de las licencias y la cuota de kilos establecida. La subida de las temperaturas no le afecta como al erizo, lo que ocurre es que viene perfecta para la reproducción del alga invasora, que supone el principal y casi único motivo» de su riesgo de desaparición.

Asumen el estropicio, el cambio de modelo de vida. No se puede, pues no se puede. Pero pide responsabilidad tanto a las administraciones como a los restaurantes y los clientes. «Seria bueno hacer hincapié para que en los establecimientos no se consuman ortiguillas gaditanas. Sólo las que vengan de Galicia, un caladero que no está cerrado. Son diferentes, con un color más marrón. Si al consumidor le enseñan una bandejita con ortiguillas vivas, que sepan que son ilegales».

Teme la picaresca, «que aquí siempre ha existido. Algunos compraban una caja con licencia y por detrás cinco kilos a los furtivos. Pero es un delito muy grave y puede tener serias consecuencias».

La ortiguilla gaditana ¿se puede recuperar?

José Pérez ha ido comprobando rápidamente cómo se ha ido esquilmando el mar andaluz, sin una reacción tan presta como la celeridad con la que se ha desarrollado el problema. Amén del alga, por la incidencia humana. «Antes lo controlábamos nosotros, pero hay personas que no entienden y van a las zonas más asequibles, por lo que se ha perdido en esos lugares. No ha habido pesca selectiva, no hubo buen control, de no ir siempre al mismo sitio». La situación es delicadísima y puede acabar con el fin de esta especie, un golpe para la biodiversidad marina y para la cocina gaditana. Pero el mariscador guarda una cierta esperanza.

¿Desaparecerán las ortiguillas? «No lo sé, tendríamos que ver la evolución en los próximos meses. En zonas donde hay algas es imposible, ahí se ha perdido de momento. Pero donde no estén sí se pueden trasladar y repoblar, aunque no es sencillo. Si se hace una gestión responsable, hay esperanza». Se agarra a la labor de recuperación que se ha desarrollado con el atún rojo. «Se hizo una moratoria y ahora hay atunes por todas partes». Ese es el camino.

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