ESPECIAL
El museo Paco de Lucía será uno de los grandes hitos del año
La cultura estadounidense ha influido mucho en la manera de entender el flamenco que tenía el gaditano, y no se podía haber elegido otro lugar
Paco de Lucía, una vida en imágenes
Tribuna Libre: Diez, por Francisco Perujo
Hallan la grabación perdida de Paco de Lucía en la que anticipó la revolución del flamenco
Y nada es casualidad. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, fue donde Paco de Lucía desarrolló parte de su trayectoria profesional. Y que ahora, una década después de su partida, se convierte en el epicentro donde se han coordinado más de 22 actuaciones para recordar al maestro, al genio, al germen de la guitarra flamenca.
Fue en el Carnegie Hall, el espacio cultural que dio el pistoletazo de salida al festival, donde Paco de Lucía descubrió a músicos americanos como Rubén Blandes. La cultura estadounidense ha influido mucho en la manera de entender el flamenco que tenía el gaditano, y no se podía haber elegido otro lugar.
En el Festival Paco de Lucía Legacy en Nueva York, músicos de distinta procedencia han puesto de manifiesto el ancho horizonte del genio de Algeciras en la ciudad que nunca duerme. El Festival Paco de Lucía Legacy ha sido un testimonio del legado perdurable de un genio de la música y ha significado una celebración sin parangón del arte flamenco.
El extraordinario evento ha reunido a músicos de talla mundial y ha mostrado el vibrante talento de artistas flamencos consagrados y emergentes.
«Su talento creador, su ejecución y su capacidad de innovación continua son reconocidos, más allá del flamenco, por los mejores guitarristas y músicos del planeta. Pocas figuras hay tan indiscutibles en la música. Pocos artistas con una carrera tan extensa y perdurable sin críticas. El suyo es un caso de genio, en todos los sentidos, excepcional», decía Curro Sánchez, hijo del artista, en una de las presentaciones que ha tenido lugar en Nueva York estos días.
El mundo del flamenco se siente huérfano desde entonces. Fue capaz de conseguir lo que hoy llamamos un 'sold out'. No sólo en un tabanco de Jerez. Ni una taberna de Algeciras. Llenó teatros de París, Moscú, Tokio y hasta San Francisco. Venció la deshonra que arrastraba el flamenco. Hijo de un español y una portuguesa que con tan sólo 8 años se llevó a sus manos su guitarra -la guitarra- y la hizo temblar. Y nos hace temblar, porque su espíritu vagará por el mundo para toda la eternidad.
