Defensa

Las mujeres del Juan Sebastián de Elcano

La teniente Zamudio, la sargento primero Canto, la cabo primero Medina y la guardiamarina Merello son cuatro de las 43 féminas de la dotación del buque escuela

De arriba a abajo en sentido de las agujas del reloj: el equipo sanitario del buque escuela, con la teniente enfermera Eva Zamudio Anaya a la izquierda de la fotografía; a la derecha, la la sargento primero Jésica Canto Moreno; debajo un grupo de damas alumnas (guardiamarinas) que están realizando el actual crucero de instrucción; y a la izquierda la cabo primero Yissa Medina Rodríguez. Armada
Verónica Sánchez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El Juan Sebastián de Elcano tiene forma de mujer. Desde antes de su botadura, allá por el mes de marzo de 1927, en los astilleros gaditanos Echevarrieta y Larrinaga. Y es que el buque escuela de la Armada se iba a llamar 'Minerva'. A principios de los años '20, se decidió construir un buque escuela que tomase el relevo de la corbeta 'Nautilus', dada de baja en 1910. El proyecto de la Armada española y del Ministerio de la Marina era transformar un viejo velero italiano, el 'Augustella', en un nuevo buque escuela que se llamaría 'Minerva'. Pero cuando la comisión inspectora revisó el buque que se iba reformar, comprobó que estaba en mal estado y que, además, carecía de espacio suficiente para los guardiamarinas, por lo que se decidió construir un nuevo buque escuela, que contó con un presupuesto de más de siete millones y medio de pesetas. El 21 de noviembre tuvo lugar la puesta de quilla de este nuevo buque escuela. Fue en esa ceremonia cuando el dueño de los astilleros, Horacio Echevarrieta, solicitó al presidente del consistorio militar, el general Miguel Primo de Rivera, que el barco fuera bautizado como Juan Sebastián de Elcano, tomando el nombre del navegante vasco que completó la primera vuelta al mundo, «para que sirva de ejemplo y estímulo a los jóvenes guardiamarinas que habrán de embarcar en él». Un cambio de nombre que Primo de Rivera propuso al rey Alfonso XIII y que fue aceptado oficialmente en el Consejo de Ministros del 13 de diciembre de 1925.

Pero la diosa romana de la sabiduría, las artes y la estrategia militar no dejó de estar presente en el bergantín-goleta. Ni mucho menos. De hecho, es el mascarón de proa del buque escuela. Su figura dorada es una de sus señas de identidad. Cuenta el historiador Manuel Díaz Ordóñez que la Armada contrató con Echevarrieta ese mascarón de proa que debía representar a la diosa Minerva. «De hecho, para cubrir los gastos de creación, en el presupuesto se incluía una partida de 15.110 pesetas».

Ellas son cada vez más

Tuvieron que pasar muchos años, 66 en concreto, para que una mujer pisara la cubierta del Juan Sebastián de Elcano y realizase un crucero de instrucción a bordo. Fue la entonces guardiamarina Esther Yáñez González-Irún, en 1993. Esta isleña, ahora capitán de navío, que contaba con 22 años de edad cuando realizó la octava vuelta al mundo del buque escuela, fue la primera mujer en ingresar a la Armada. No solo eso, fue una de las dos pioneras que, cuando las Fuerzas Armadas españolas abrieron sus puertas a las mujeres, en 1988, superaron las pruebas de ingreso. Años después, en 2005, se convertiría en la primera mujer comandante de un buque de la Armada.

Afirman que nunca se han sentido discriminadas por ser mujeres en las Fuerzas Armadas, donde hay «igualdad plena»

Miles de mujeres siguen la estela de pioneras como la capitán de navío Yáñez. Treinta y cinco años después de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas, éstas representan el 13% de los militares (de un total de 120.562 con los que contaba España a 1 de marzo, 104.874 eran hombres y 15.698 mujeres). El porcentaje sube en el XCV crucero de instrucción del Juan Sebastián de Elcano, llegando al 17,8%. Del total de 241 marinos que componen la dotación del buque escuela, 43 son mujeres. Cuatro son oficiales, dos suboficiales y 23 pertenecen a la escala de marinería. Entre los mencionados marinos se encuentran los 74 guardiamarinas, futuros oficiales de la Armada, pertenecientes a las promociones 425ª del Cuerpo General de la Armada y 155ª de Infantería de Marina, que realizan el crucero de instrucción. Trece de ellos son mujeres, damas alumnas, y también hay una guardiamarina colombiana.

«Llevo esperando este embarque desde que ingresé a la Escuela Naval Militar», declara una de las guardiamarinas, Ángela Merello Pérez. Los oficiales alumnos realizan el crucero de instrucción en el tercer año de carrera, una experiencia que encaran «con mucha ilusión y ganas de seguir aprendiendo». Hablamos con esta portuense de 21 años mientras el Elcano hace escala en Buenos Aires, tercer puerto de su 95º crucero de instrucción, que empezó en Cádiz el 14 de enero y acabará en el mismo lugar el 21 de julio. «Me siento muy afortunada, son pocas las personas en el mundo que hacen un viaje como éste y más en su periodo de formación», cuenta. Su día a día se desarrolla «en un ambiente duro y exigente, que permite aumentar en gran medida nuestra formación».

La «fortuna» de navegar en el Elcano

«Este barco tiene la particularidad de contar con mucha actividad en cubierta, lo que da lugar a contacto con el resto de compañeros, tanto en el tiempo libre como en las rutinas de trabajo, por lo que el ambiente en general es bastante bueno», dice la jefa de sanidad del buque, la teniente enfermera Eva Zamudio Anaya. Sevillana de 34 años, la teniente Zamudio forma parte del equipo sanitario del Elcano, compuesto por un médico general, un cirujano, un anestesista, un enfermero y un marinero sanitario. «Cuento con el privilegio de trabajar en un ambiente muy diferente al hospitalario, donde constantemente estamos aprendiendo y llama especialmente la atención la capacidad de la dotación para trabajar diariamente en un ambiente hostil en cuanto a las condiciones propias de un barco (estado de la mar, humedad, frío, calor, turnos rotatorios diurnos y nocturnos...). Para nosotros es un lugar del que se pueden sacar conclusiones socio-sanitarias muy interesantes, al tiempo que asistimos a los pacientes, que a la vez son nuestros propios compañeros», explica.

Sin techode cristal: «Estamos presentes en todas las escalas y este barco es un claro ejemplo de ello»

Navegar en el Juan Sebastián de Elcano es «satisfacción y orgullo» para la sargento primero Jésica Canto Moreno. Veterana en misiones en el exterior, para la suboficial de víveres es su última navegación en este buque. Y la realiza bien acompañada, su hermana y su pareja también forman parte de la dotación. Lo más duro para esta gaditana de 40 años es estar seis meses lejos de la familia, en especial de su hija. Un sentimiento que comparte la cabo primero Yissa Medina Rodríguez, que vive «feliz» su primer crucero de instrucción, en el que además, esta ecuatoriana de 36 años, electricista en el bergantín-goleta, se reencontrará con su prima el próximo mes de junio, cuando el Elcano haga escala en Nueva York.

Iguales y con vocación

Las cuatro son militares de vocación. Desde niñas han tenido claro que querían dedicar su vida a esta profesión, en la que afirman con rotundidad no haber sido discriminadas en ningún momento por el hecho de ser mujer y haberse sentido «siempre como una más».

Responden son un «sí» sin ambages cuando les planteamos si hay igualdad plena entre hombres y mujeres en las Fuerzas Armadas españolas actualmente. «A efectos legales todos los españoles somos iguales ante la ley, por tanto en nuestro ámbito es exactamente igual», puntualiza la teniente Zamudio. «Respecto a las diferencias culturales entre personas de una misma sociedad, mal llamadas desigualdades, si me preguntan, las veo más marcadas en la vida en general que en mi ámbito laboral», señala la enfermera, que considera «una de las mejores decisiones de mi vida», el optar por la carrera militar.

«Cada vez somos más las damas alumnas que ingresamos en las Fuerzas Armadas», dice la guardiamarina Merello, como muestra del avance producido durante estos 35 años en pos de esa igualdad plena. Para ellas ya no hay techo de cristal. Ascienden al igual que sus compañeros. Ya hay dos mujeres generales en las Fuerzas Armadas españolas, y las que vendrán. «Estamos presentes en todas las escalas y este barco es un claro ejemplo de ello», señala la teniente Zamudio.

Conciliar la vida militar y la familiar no es fácil, tal y cómo explica la sargento primero Canto. Pero ellas, y también sus compañeros varones, lo consiguen. Creen que hay menos mujeres que hombres que opten por la milicia, simplemente, por vocación. «No es algo que le resulte atractivo a todo el mundo», asevera la cabo primero Medina. «¿Por qué hay más mujeres que hombres que estudien enfermería? ¿Y magisterio? ¿O medicina?», se pregunta la guardiamarina Merello. Y se responde, «simplemente tienen otras vocaciones».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación