Las Hijas de la Caridad impartiendo clases / ABC
Las Hijas de la Caridad impartiendo clases / ABC
Dos Hermanas

Las enseñanzas de las Hijas de la Caridad al pueblo nazareno

El colegio Sagrada Familia, por el que han pasado miles de menores, cumple 125 años de historia en el municipio

Dos Hermanas Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A la altura del número 45 de la calle Real Utrera de Dos Hermanas, el bullicio de cientos de niños que hablan y ríen casi al unísono traspasa los muros de una antigua casa solariega. Se trata del colegio Sagrada Familia de las Hijas de la Caridad, el centro educativo por el que han pasado generaciones y generaciones de nazarenos y que ha estado vinculado a la propia historia de este municipio sevillano desde hace más de un siglo. Justo ahora, en este 2017, se cumplen 125 años de la llegada de las primeras hermanas de esta congregación religiosa y de la creación del propio colegio, considerado como el primero fundado en la localidad. A través de una comisión especial, constituida con motivo de este aniversario, el centro ha programado toda una serie de actos conmemorativos que concluirán a finales de noviembre, cuando tenga lugar la procesión de la Virgen de la Milagrosa.

«Estamos viviendo el comienzo de este aniversario con muchos nervios y hay una gran expectación entre las antiguas alumnas, docentes que han pasado por aquí en estos años y la propia gente del pueblo», explica sor Leonor Guardia, la superiora de la comunidad y directora titular de este centro, que acoge en la actualidad a un total de 355 alumnos desde Infantil a Secundaria en estas instalaciones ubicadas en pleno casco histórico.

El colegio Sagrada Familia es toda una institución en Dos Hermanas, pues desde su nacimiento estuvo ya vinculado al propio desarrollo del municipio. Fue fundado en 1892 gracias a las gestiones y a la ayuda económica de Manuel Alpériz Bustamante y su esposa Juana González, propietarios de la fábrica de hilados y tejidos de Yute, que dio trabajo a cientos de personas y que supuso un revulsivo en la localidad. En aquel entonces, el matrimonio solicitó la venida de cuatro Hijas de la Caridad con el fin de instruir en la religión cristiana a las jóvenes de la fábrica. Así fue como llegaron a Dos Hermanas las primeras religiosas de esta congregación, sor Rafaela Francés, sor Teresa Sánchez, sor Concepción Callejas y sor Victoria Silva, que acudían diariamente a la industria de los Alpériz para explicar el catecismo a las trabajadoras.

Al poco tiempo, las hermanas empezaron también a instruir a los hijos de aquellas mujeres e iniciaron así sus clases de enseñanza en la calle Santa Ana. Tal era la importancia de la labor que estaban desarrollando estas religiosas, impartiendo el catecismo y enseñando a niños y mujeres, que pronto tuvieron que buscar un inmueble más grande, en la calle La Mina, para acoger a todos los alumnos. Años después, y tras la muerte en 1906 de Manuel Alpériz, la fábrica comenzaría a atravesar una serie de problemas económicos que provocaron el fin del mecenazgo que durante más de veinte años habían ejercido los Alpériz.

El apoyo económico se acabó pero no la labor de caridad de estas hermanas que, gracias a un importante donativo, pudieron comprar una casa grande en la calle Real Utrera, lugar en el que, tras sucesivas ampliaciones y reformas, continúan a día de hoy ejerciendo su labor educativa y de ayuda a los pobres. A principios de los setenta se contrataron ya a las primeras maestras seglares y en la década de los noventa, después de muchos años, el colegio volvió a ser mixto.

Labor de caridad

«Ha habido hermanas muy preocupadas por la enseñanza pero también por la pobreza y la ayuda a los enfermos. Somos conocidas sobre todo por la acción caritativa que hemos hecho». Se refiere así sor Leonor a la tarea realizada por estas religiosas a lo largo de este siglo y cuarto de permanencia en la localidad, con su asistencia a los enfermos y su implicación en barriadas especialmente castigadas por la pobreza como es el caso del Cerro Blanco. A ello se une también el comedor social en los años más duros de la posguerra o el grupo de niñas internas de bajos recursos económicos a las que se ayudó en su formación, entre otras muchas acciones.

En esa encomiable y callada labor destacan nombres como el de sor Presentación Tobar y Tobar, la monja declarada hija adoptiva y predilecta de Dos Hermanas en 2006 que dedicó su vida a la docencia y a los más desfavorecidos. Su muerte, en septiembre del año pasado, causó, de hecho, una enorme consternación en la ciudad nazarena, donde son muchos los que la recuerdan. El Ayuntamiento le había puesto ya su nombre a una calle, un honor del que también fueron merecedoras otras dos hermanas de esta congregación, sor Sofía Rentería y sor Dolores Garrido.

A lo largo de estos 125 años, el centro de la Sagrada Familia ha sabido también mantener un fuerte vínculo con quienes aprendieron en sus aulas. «Hay muy buena relación porque lo recuerdan con agrado y eso es fruto del trabajo de las hermanas», reconoce la superiora de la comunidad. «Este siempre será su colegio».

Ver los comentarios