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El clan de la Pinilla, el clan de 'camellos' incombustible de Sanlúcar

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Hace más de una década, Dolores la Pinilla fue despertada a golpe de ariete para salir esposada... este semana la Policía volvía a actuar para arrestar a sus 'herederos'

Siguen ocupando viviendas sociales y siguen usándolas para vender y distribuir droga al trapicheo a toda la provincia

Séptima operación policial para acabar con el incesante trapicheo de drogas del 'clan de la Pinilla' en Sanlúcar

Una de las intervenciones contra el clan de la Pinilla. antonio vázquez

M. Almagro

Cádiz

Corrían principios de 2010 cuando un helicóptero de la Policía Nacional estaba a punto de despegar destino a Sanlúcar de Barrameda. Allí en una humilde barriada, en Huerta de San Cayetano, se localizaba su objetivo. El operativo contaba con decenas de agentes dispuestos para atacar a los que más daño estaban haciendo por entonces a la adicción a la heroína, también a la cocaína, al empuje que empezaba a tener el 'rebujo', la mezcla fatal de esas dos sustancias. A los que surtían de papelas todo el barrio de José Antonio de El Puerto, o que vendían en Sanlúcar y también en Jerez y otras localidades cercanas. Allí en varios pisos de protección oficial, entre patios y sillas de playa dispuestas en la calle, se encontraba el clan de la Pinilla.

Y al frente de ellos, la Dolores. Así se concluyó de todas aquellas investigaciones y también de las sentencias condenatorias que le cayeron después. A esta mujer de entonces unos cincuenta años le constaban ya antecedentes. Desde las rejas que vestían las ventanas de su casa en un bajo se veía un salón normal, y también una cocina pequeña pero llamaba la atención una enorme campana extractora que casi ocupaba toda esa estancia y que en una tienda de electrodomésticos podía superar fácilmente los mil euros de coste.

Este periódico era testigo de ello. De como Dolores salía esposada y negaba con la cabeza. Enfadada. Discutiendo a los agentes porque no entendía «cómo le hacían eso». También se iba a otra vivienda que tenía a las afueras de Sanlúcar, un chalé. El registro allí era largo. Cuentan que se le intervino un móvil de oro, además de otros bienes. A ella y a otros miembros de su familia. Todos iban para el calabozo y con el tiempo se ponían ante un juez.

Ahora, más de quince años después, ha vuelto a ocurrir. En esta ocasión la Dolores no ha sido detenida. Pero sí han sido arrestados otros miembros de este presunto clan por seguir formando parte de un activo grupo de vendedores de droga. Desde el mismo sitio, desde la misma intención y, con el tiempo, habiendo perfeccionado algunas de sus maneras para intentar eludir y escapar de las vigilancias policiales.

Sin embargo, el grupo de Estupefacientes de Sanlúcar durante todos estos años se ha mantenido firme y ha continuado siguiéndoles la pista de cerca, conocedores de que la entrada y salida de prisión de Dolores o de sus hijas no había puesto fin a este 'negocio'. De hecho han sido muchas, muchísimas, las intervenciones, incautaciones y vigilancias practicadas. Incluso estando la matriarca en prisión. Los agentes han seguido señalando al mismo lugar y a los mismos culpables.

Porque estos vendedores han sido de los más activos que han existido en la provincia en cuanto a la venta al trapicheo -menudeo- se refiere. Al comercio ilícito de papelas preparadas para el consumo. Un reclamo absoluto para los drogodependientes más severos que suelen ser su mejor clientela.

Aquellas detenciones de 2013 llegaron a la Audiencia de Cádiz en 2015. Fue justo aquel operativo el que estrenó el grupo UDYCO Bahía de Cádiz que intenta desde entonces poner fin al narcotráfico -en sus diversas modalidades- en buena parte la provincia. Entonces, Dolores La Pinilla había sido condenada en varias ocasiones por tráfico al por menor. Si bien, también tenía una absolución. A principios de 2012, ella y nueve miembros de su familia eran exculpados de un delito de blanqueo de capitales. La Fiscalía los acusaba de haber amasado un patrimonio con el trapicheo de estupefacientes entre 1995 y 2003, basándose en un informe de la Policía. Pero el tribunal no lo consideró probado.

Fue en una de las últimas veces que se puso ante los magistrados de la Audiencia cuando ya Dolores no negó con la cabeza. Es más. Confesó todo. Lo hizo por llegar a un acuerdo de conformidad, admitiendo los hechos. Se sentaba en el banquillo junto a una de sus hijas. La otra, a la que se había dejado en libertad provisional para el cuidado de un niño pequeño, no se presentó a la vista. Se la puso en busca. Cayó algo después. La Pinilla se enfrentaba entonces a quince años de prisión. Finalmente se le condenó a siete. Por los delitos de tráfico de drogas y por pertenencia a grupo criminal. Además se condenó a Rafael, uno de sus «manos derechas». A seis años.

Con la Pinilla en la cárcel la actividad del trapicheo en Huerta de San Cayetano paró un tiempo pero al poco siguió. Tanto en esta zona como en otras calles cercanas. Y la firma parecía venir del mismo sitio. Así que la Policía continuó vigilando, a la continua espera de volver a poder probar que tanto trasiego de drogodependientes por este barrio era por algo. Así fueron realizándose las diferentes fases de 'Alacrán' con nuevos registros, nuevos detenidos y también algunos 'modus operandi' perfeccionados. Pero el mismo propósito: gente sin trabajo conocido que además viven en pisos ocupados y que persisten en el delito para enriquecerse a costa de la adicción.

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