DE UN DÍA PARA OTRO

Kichland año cero

Los partidos políticos, y otros engendros, de Cádiz se devanan los sesos con los primeros sondeos que han agarrado en 2023: todos dicen que el resultado es incierto pero, al tiempo, llegan al mismo sitio

El actual alcalde abraza al que le sucede como candidato, David de la Cruz, en su presentación. ANTONIO VÁZQUEZ
José Landi

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los sondeos, las encuestas, vienen a ser a la política lo que el porno al amor. Nadie ve de eso. Quita. Nadie mira. Nadie cree que eso sea verdad. Siempre falla. Todo vicio y corrupción. Qué asco. Pero tiene miles de millones de ojos encima desde hace unos cuantos siglos en todo el mundo (bueno, en la parte del mundo que votara o votase). Los partidos políticos, y otros engendros efímeros, en la ciudad de Cádiz se han intercambiado un lema en los últimos meses que tiene algo de cierto: nunca unas elecciones municipales aquí han resultado tan impredecibles.

Algo de cierto. Pero no mucho. Si por incierto se interpreta que la representación de grupos puede fragmentarse, es cierto. Pero poco. De las cuatro formaciones representadas en 2019 (Adelante-Ganemos, PP, PSOE y Ciudadanos) podría pasarse a cinco en 2023 (Adelante-Ganemos, PP, PSOE, Vox y Andalucía por Sí, aka Ismael Beiro). La desaparición de Ciudadanos se da por indiscutible aunque la aparición, a la vez, de las dos últimas formaciones resulta improbable.

El escenario, por tanto, no es tan inescrutable como los caminos del Señor.

Conviene partir de las cifras exactas de 2019. Se reparten 27 concejales. La mayoría absoluta, obvio, en 14. La coalición que sustenta al alcalde obtuvo 13 con 26.498 votos. Se llevó el 44% de las papeletas. Casi goleada. El segundo partido, PP, se quedó en la mitad de votantes (13.397 para seis ediles) con un batacazo notable. El PSOE renovó su récord a la baja con casi 10.500 votos (cinco concejales). Los otros tres fueron para Ciudadanos, luego escindidos de forma irrelevante, como todo ya en la formación.

Tanto dirigentes de Andalucía por Sí , como de Ciudadanos y PSOE han filtrado, de forma interesada, claro, sondeos que dicen manejar. Esos que ignoran y desprecian pero no dejan de mirar. Los de Beiro se dan a sí mismos hasta cuatro representantes. Ciudadanos dice que pueden llegar a uno. El PSOE, a nueve. Todo esto no se lo cree nadie. Cuentan que el oso perjudicado sufrió una recaída severa en el esguince al leer estos números.

Sin embargo, dan para crear una base de pronóstico. Estas previsiones forzadas, retorcidas, alcanzan para prever que el resultado final no será tan incierto si se atiende a unas pocas premisas.

A este lado: los rojos del buen chiquillo

Si Ganemos va por libre se estrella (autonómicas de junio) así que toca coalición forzada. El gesto de Kichi autolimitando su Alcaldía ha gustado entre un sector muy amplio del electorado gaditano. Suena a honradez, cercanía y coherencia. Sus principales virtudes. Su marcha puede tener un efecto positivo, de compensación, al desgaste por una gestión torpe y sectaria, así como al desconocimiento del sucesor, David de la Cruz.

Resulta conmovedor que la reacción unánime de los pocos que conocen a De la Cruz sea «demasiado buena persona para ese mundo». La frase define mejor a los que la pronuncian, y a esa fauna, que al propio candidato por bondadoso y afable que resulte en el trato personal. También resulta muy divertido ver cómo rabia la miserable gente de orden y de bien cuando ve que el Ayuntamiento actual acelera, actúa y resuelve algo mejor en estos últimos meses (un clásico universal de la política) con alguna promoción de viviendas, algún pliego atrasado, el Portillo, la Casa del Carnaval...

Los que creen que las instituciones (no solo las judiciales, las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad) les pertenecen por derecho dinástico y divino se arañan la cara al ver que, quizás, los de Kichi sobrevivan a Kichi. Cómo va a ser -se preguntan con ojos vueltos y yugular reventona- antes de empezar a lanzar babas mientras farfullan y chismorrean sobre el aspecto físico de uno, el acento del otro, el vestir de aquel o la vagancia de todos.

Y es que resulta difícil creer que Adelante-Ganemos retroceda a la mitad de votos. Puede perder miles. Los perderá con probabilidad. Pero siempre que le permita estar por encima de los ocho ediles (son cinco menos), la alianza con el PSOE parece inevitable por más estupendos que se pongan todos.

La otra parte de esa alianza, el PSOE, tiene difícil caer por debajo de los cinco concejales, incluso cabe pensar en una ligera subida. Conviene no perder de vista la inmensa capacidad socialista para renovar su récord de menor apoyo electoral en Cádiz cada cuatro años. Lleva haciéndolo, convocatoria tras convocatoria, sin falta, sin pausa, sin fallo, desde 2011.

Esta vez presenta un candidato que transmite menos egolatría y vanidad, menos afán por hacer carrera política que en las tres citas anteriores. Resulta familiar y serio, no tan cercano como Kichi, trasmite una imagen templada, laboriosa, humilde, puede que gris, que suele gustar al electorado (véase a Don Mariano, a otra escala).

Si se da el 8+6, que no sería ninguna rareza, ambas partes, kichistas y socialistas, han cantado bingo.

Al otro lado: los azules, una rubia y un rubio

La otra opción real es el PP. Primero hay que resolver la duda que se alarga. A un lado, los encantos morenos de Bruno García León. Lo más parecido al reflejo de mesura, bonhomía y sonrisa yanki de Juanma a este lado del Guadalete. Enfrente, José Manuel Cossi. Una concesión a la necesaria imagen de candidato de proximidad, como Kichi, de modernez y evolución, además de una rendición ante el imperante sector carnavalesco. Poco cambiaría. Sólo la impensable vuelta del otro mundo (el portuario) de Ella podría suponer un revulsivo de consecuencias incalculables. El resto, parece previsible.

Es decir, el PP parte con 13.397 votos del desastre de 2019 y se supone que se queda con casi todos los 6.649 de Ciudadanos a la fuga. Salen, casi justos, 20.000 papeletas. Dan para mucho, para superar la decena de concejales. Si el candidato elegido resulta tener tirón y acierto, si el desgaste del Gobierno es mayor que el de la oposición (para contradecir a Giulio Andreotti), los 12, a los 13 parecen una frontera posible. Faltarían dos, uno, para el triunfo.

Ahí entran en juego Beiro y Vox. El partido de Abascal parte de mala posición. En 2019 estaba en la cumbre del subidón. Su pléyade alterada vivía en plena ola de señalamientos (judiciales y con el dedo). Obtuvo un apoyo sorprendente en muchas plazas. Pues aún así, en Cádiz se quedó lejos de tener ni un concejal con 2.294 votos (ni el 4%). Resulta difícil creer que ahora, cuando todo ese apoyo cabreado y aterrado se desinfla en Andalucía, avance en la capital gaditana, que siempre fue territorio comanche.

Sólo queda Beiro. Uno, dos, tres representantes de Andalucía por Sí en el Pleno podrían alcanzar al PP para formar aliarse en un Gobierno pero hay que tener ganas de creer que arañe tanta presencia como le dan sus sondeos propios. Si fuera uno, obligaría al PP al llegar a 13. Mucho listón parece. Es más que duplicar la representación popular.

Si se cogen los números estrangulados de los partidos y se les da un flete de presunta lógica numérica resulta que no hay tantas variantes. En realidad, sólo dos: postkichismo-PSOE como primera en las apuestas y algo más atrás PP-apoyo folclórico, solo o en compañía de 'otrox'.

Si hay una tercera opción, por favor, que alguien la comunique por megafonía.

 

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación