Este módulo ha sido restaurado en múltiples ocasiones pero no se había reparado en que el techo de la capilla era desmontable. La pieza de la capilla representa el interior de la misma labrada con gran minuciosidad.
Es un retablo de hornacina a tres cuerpos y está tallado reproduciendo el original que hoy día se puede visitar en el castillo de Santa Catalina. Presenta tres hornacinas cubiertas de pan de plata y enmarcadas en columnas salomónicas talladas en madera. Además, en la hornacina central se recoge la imagen de Santa Catalina.
Delante, los ebanistas de la época (bajo la dirección del ingeniero Alfonso Ximénez y la dirección técnica de Francisco Sabatini) construyeron un altar que sostiene un crucifijo. La disposición artística de la capilla cuenta además con la belleza del suelo en damero diagonal.
El tejado a dos aguas que cubre la capilla presenta en su interior un techo abovedado. Conserva la cola de hueso o cola fuerte que se usó en el siglo XVIII para su encolado.
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