La conmoción por la muerte de Álvaro Domecq Romero ha despertado un rosario de recuerdos íntimos, homenajes sentidos y palabras que nacen del afecto y la admiración.
Entre ellas, destaca este testimonio personal, escrito por Fernando Ónega desde la gratitud y la memoria viva de quien lo conoció de cerca. Un mensaje que no solo despide a un hombre, sino que reconoce a una figura que marcó a generaciones y dejó una huella profunda en la cultura del toro, del vino y del alma andaluza.
Hoy Jerez pierde a un hombre y gana un legado.Descanse en paz, Álvaro Domecq Romero, y que su memoria siga cabalgando donde nunca se pone el sol.
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesión