CON SUS FIELES. El pequeño acto que sustituyó a la estación de penitencia de la cofradía de las Siete Palabras. / ÓSCAR CHAMORRO

Las puertas de la Merced, a cal y canto

El hermano mayor del Santo Entierro, Manuel Ortega, fue el encargado de anunciar la suspensión de la salida

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La hermandad de Siete Palabras fue una de las primeras en tomar la decisión de no salir al ver como se planteaba la tarde.

Desde temprana hora del Viernes Santo había ambiente en la Merced. A las doce se celebraba el Sermón de las Siete Palabras, que este año protagonizaba Miguel Angel García Mercado, que llevó el acto de forma muy correcta.

Ya por la tarde, a las siete y media se reunía la Junta de Gobierno. Desde el día anterior ya se sabía que podía existir la posibilidad de lluvia para el Viernes Santo. Algunos chaparrones dispersos nada más comenzar la tarde lo confirmaron. Manuel García Sánchez, hermano mayor comentaba pocos minutos después la decisión de la Junta de suspender el desfile procesional. «Desde 1986 no nos había ocurrido esto.

La triste decisión tomada añadía otro acto a las ocho y cuarto a puerta cerrada. Tras el mismo se adecentaría un poco la iglesia y se abrirían las puertas para las personas que quisieran visitar a los Titulares. A pesar de mostrarse muy entero, el hermano mayor aseguraba que «como se suele decir, la procesión va por dentro», además aseveraba, «nuestro trabajo ahora mismo es transmitir normalidad al resto de los hermanos». Un duro golpe sin duda para la hermandad en particular, pues estrenaban la nueva Virgen de la Piedad y un lunar en una Semana Santa en la que el tiempo se había mostrado respetuoso.

También se queda sin salir este 2006 una de las curiosidades de la hermandad de las Siete Palabras. Hablamos de la representación de otras hermandades similares del país en la procesión. «No sé el número exacto de las que somos, 7 u 8, Zamora, Valladolid, La Rioja, Zaragoza o Sevilla, son algunas de estas ciudades», comenta García Sánchez. Esta representación es muy curiosa, pues no es personal, si no lo que se hace es un intercambio de hábitos. Hace unos años hubo una reunión entre todas ellas, y con quien mantienen mejor relación es con Zaragoza.

A los pocos minutos salía el capataz José Luis Pájaro y comentaba, «todo lo que sea que una cofradía no salga es una pena, he estado en la reunión y acato la decisión, aun así los cargadores quieren levantarlo», en clara referencia al paso de misterio.

SANTO ENTIERRO

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Santa Cruz es un hervidero de ir y venir de hermanos. En la puerta, un histórico, Pepe Valencia, afirma que «pese a que no estoy en la junta de gobierno, los ayudo en todo lo posible y puedo adelantar que hay un 80 ó 90% de posibilidades de no salir». No se equivocó.

Media hora antes de la hora prevista, el hermano mayor, Manuel Ortega, se coloca en el atril situado en el altar mayor y da lectura al acta de la reunión celebrada minutos antes por la junta de gobierno. El rostro lo decía todo y el hecho de leer un acta también. La cofradía no iba a salir. Con rectitud y compromiso asumía su responsabilidad y comunicaba la acertada decisión.

Coincidiendo con su lectura, ocupaba su lugar en los primeros asientos la representación municipal encabezada por la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, a la que secundaban la mayoría de los miembros de su corporación como Francisco Carnota, Juan Antonio Guerrero, Ignacio Romaní, Evelio Ingunza o Rosario Soto, entre otros.

Un impresionante y sobrecogedor silencio se apodera de un momento desagradable. Resignación, comprensión y lágrimas. Era el momento de que los más veteranos levantasen el ánimo.

El director espiritual, Guillermo Domínguez Leonsegui asume su papel. Con cariño se dirige a los hermanos, en especial a los más pequeños, para que comprendan lo duro que es suspender la estación de penitencia, al tiempo que anuncia que las imágenes serán incensiadas en un acto tan solemne como sencillo.

No hubo una mala palabra, un mal gesto y la ceremonia se siguió con gran respeto. La Asociación Gailín de Puerto Serrano interpreta Soledad de Santa Cruz, la marcha dedicada a esta advocación mariana. En la primera fila de bancos el fiscal, Fernando Javier Díaz, no puede ocultar su decepción. «Hemos hecho un esfuerzo enorme, con llamadas, cartas en mano... Es más este año iba a venir más gente que nunca», añadía en alusión a las numerosas representaciones militares que antecederían a los pasos. No paraban de llorar, sus dos hijas, de corta edad, que formaban parte del desfile de esta hermandad de negro, que el año pasado sólo hizo estación de penitencia en la Catedral y en esta ocasión ni siquiera pudo poner su cruz de guía en la calle.

Hasta Santa Cruz se acercaron el presidente del Consejo Local, Rafael Corbacho y muchos hermanos mayores. A los cofrades del Santo Entierro no les faltó cariño hasta las once de la noche cuando se cerraron la puertas del templo.